Reflexiones sobre la identidad
La exposición '1.000 caras / 0 caras / 1 rostro' abre la veda de PHotoEspaña con retratos de Cindy Sherman, Thomas Ruff y Frank Montero Collado
La ciudad se va a llenar de caras nuevas y viejas estos días. Arranca PHotoEspaña 2011, dedicada al retrato. Los mil rostros de Cindy Sherman (EE UU, 1954) se presentan desde ayer con las múltiples e indiferentes caras fotografiadas por Thomas Ruff (Alemania, 1958) y la curiosa y desconocida autobiografía de Frank Moreno Collado. Los tres reunidos en la exposición 1.000 caras / 0 caras/ 1 rostro.
La muestra, que forma parte de la sección oficial Interfaces. Retrato y Comunicación de PHotoEspaña 2011 y ha sido producida por la Fundación Telefónica, puede verse desde ayer en la sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid. Un total de 103 imágenes que reflexionan acerca de los intrincados caminos de la identidad, la representación y la comunicación en la sociedad contemporánea.
Las fotos del proceso vital del mexicano Collado aparecieron en un mercadillo
La obra de Cindy Sherman es una monumental investigación sobre las identidades y los poderes de representación de una fotografía actuada más que escenificada. Durante décadas ha desarrollado el proyecto aparentemente imposible de transformarse en otros, mimetizando sus identidades, personificando con humor los clichés asociados a ellas y comunicando los muy distintos mundos personales de los sujetos representados.
Sherman es la mujer de las mil caras, la gran apropiadora de rostros y figuras ajenas. No es una imitadora de personajes reales o tomados del cine o de los medios: Sherman imita estereotipos y cánones prevalecientes. Esa es la razón de que sus figuras y sus escenas cinematográficas, a la vez reales y ficticias, denoten una referencialidad tan engañosa como auténtica.
En la exposición se incluyen sus series Bus Riders, Murder Mistery People, ABCDE y una selección de Untitled Film Stills en las que realiza una construcción y representación de personajes más directa y escueta.
Por su parte, en la serie Retratos, Thomas Ruff despersonaliza al máximo a los sujetos, usando recursos que los igualan de forma repetitiva: ausencia de expresión, encuadre fijo, iluminación plana, vestuario y fondo neutros. Mientras en Sherman es una sola persona, ella misma, quien actúa ante todas las demás, en Ruff se trata de personas reales que parecen una sola repetida al infinito. Ruff considera que la fotografía solo muestra la superficie de las cosas, y la serie niega la posibilidad de interiorización individual del retrato.
Junto a estos artistas mayores y globales, se incluyen las impresionantes fotos de Frank Montero Collado, un mexicano que fue seminarista católico, pionero del protestantismo, misionero metodista, cantante de ópera, periodista y divulgador del espiritismo y que se fotografió entre 1855 y 1925, dejando 23 autorretratos que la posteridad recogió a saldo de un cajón abandonado en un mercadillo, arrinconado entre las miles de fotos de historias olvidadas. Representó así una autobiografía, se convirtió en un sorprendente Sherman de sí mismo.
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