La regeneración de las neuronas, una nueva esperanza para el Alzheimer y el Parkinson
Investigaciones recientes demuestran que el cerebro tiene la capacidad de autorreplicarse
Contrariamente a lo que siempre se había supuesto, el cerebro humano es un órgano capaz de autoregenerarse. Según se ha hecho público esta semana, en el interior del cerebro se esconden pequeños grupos de células capaces de crecer, multiplicarse y diferenciarse en diversos tipos de neuronas. De confirmarse estos resultados, se abriría una nueva era en la investigación y el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, especialmente Parkinson y Alzheimer. Muchos lo sospechaban, pero nadie hasta ahora había sido capaz de comprobarlo.
Desde siempre se había creído que las neuronas que dan forma al cerebro y al sistema nervioso central (SNC) humanos se formaban durante el crecimiento del feto y alcanzaban su madurez entre el primer y el segundo año de vida. A partir de entonces, creían los expertos, las células nerviosas morían de forma más intensa al principio y más lentamente con los años, de modo que el número global de neuronas guardaba relación directa con las capacidades funcionales de un individuo. Por esa razón, las enfermedades neurodegenerativas, las de Parkinson y Alzheimer entre ellas, se han definido siempre como progresivas e incurables.Pero ahora, gracias a los trabajos de Fred Gage y sus colaboradores en el Instituto de Estudios Biológicos de La Jolla (California), la inmutabilidad del cerebro y del sistema nervioso central podría desvanecerse. Gage, según el artículo publicado en Nature Medicine, ha hallado evidencias de replicación celular en una región concreta del hipocampo implicada en los procesos de aprendizaje y memoria.
Las evidencias se localizaron en cinco pacientes fallecidos a causa de un cáncer terminal a los que se había administrado, por vía endovenosa, un fármaco llamado bromodesoxiuridina (BrdU). La sorpresa saltó cuando Gage observó la presencia de este compuesto en algunas neuronas del hipocampo. Si esas neuronas contenían este compuesto, que sólo se incorpora a las células durante el proceso de división, es porque previamente se habían reproducido.
Pero, ¿se han reproducido efectivamente las neuronas? La respuesta no es aún del todo clara. Para muchos investigadores más que de reproducción neuronal de lo que habría que hablar es de una cierta vuelta a los orígenes. Desde hace años se sospecha de la existencia de células madre en el cerebro capaces de activarse en un momento dado, reproducirse y diferenciarse en células especializadas. De ser así, como sugiere la investigación de Gage, se abriría la puerta a nuevos tratamientos para el Parkinson y el Alzheimer: bastaría con identificar y localizar esas células madre en el cerebro, extraerlas, hacerlas crecer, conseguir su especialización y volverlas a introducir en el cerebro.
Pero es tan simple. Para José López Barneo, catedrático de Fisiología en la Universidad de Sevilla y experto en Parkinson, el avance es significativo, pero no aclara cómo "identificar y extraer las células progenitoras" y cómo conseguir que adquieran la función adecuada. "Hay que lograr neuronas que segreguen dopamina, acetilcolina u otros compuestos en los lugares adecuados del cerebro".
La opinión de Jesús Ávila, investigador del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid y experto en Alzheimer, no difiere demasiado. "La clave es dar con la diana adecuada" o, dicho de otro modo, que la neurona lograda in vitro "conecte con la neurona apropiada" y propicie las conexiones y ramificaciones deseadas.
"Trasplantar células madre sin diferenciar y con capacidad para reproducirse", advierte Ávila, "puede ser contraproducente". Fundamentalmente, corrobora López Barneo, porque la multiplicación de las células sin control alguno es lo que da lugar a la aparición de tumores. La conclusión de ambos investigadores es que los resultados aportados por Gage son "prometedores pero demasiado preliminares" como para aventurar aplicaciones clínicas más o menos inmediatas. En un futuro, no dudan sin embargo de que ésta podría ser la base de nuevas terapias que se basarían no tanto en el autotrasplante de células madre como en estimular su capacidad para autoregenerarse. "La aproximación válida", apunta López Barneo, "sería dar con un factor que estimule a las células madre a multiplicarse y a diferenciarse". Sólo así se lograría reemplazar las células muertas con otras sanas de idéntica función.
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