Liliana Angulo: “El Museo Nacional debe tener una mirada decolonial”
La artista, investigadora y curadora es la primera mujer afrocolombiana nombrada para dirigir uno de los museos más antiguos del continente
El Museo Nacional de Colombia, ubicado hoy en una vieja prisión del centro de Bogotá y fundado en el siglo XIX, tiene por primera vez en su historia a una mujer negra a su cargo. Liliana Ángulo Cortés (Bogotá, 1974), artista plástica, investigadora y curadora fue nombrada su directora el 31 de marzo. Llegó al museo una artista integral —fotografía, escultura, performance, entre otros—cuya visión en el arte durante varias décadas ha sido cuestionar el rol de las mujeres afrocolombianas en la sociedad y liderar conversaciones necesarias sobre antirracismo. Su trayectoria la ha llevado a estudiar en Estados Unidos y a presentarse en Europa, Asia, América y el Caribe. Ahora tiene el reto de dirigir una de las instituciones culturales más viejas del continente americano. Como parte de su proyecto, dice que quiere abrir la puerta a conversaciones necesarias sobre raza, género y clase. “En este Gobierno hay una gran oportunidad de generar cambios más profundos, cambios estructurales”, dice en entrevista con EL PAÍS.
Pregunta. Como mujer afrodescendiente que ha trabajado por visibilizar con su obra el racismo estructural en Colombia, ¿Qué significa este nombramiento para usted?
Respuesta. Para mí es un reconocimiento al trabajo que he venido realizando alrededor de la representación de lo afro, y de la reparación y el antirracismo en los museos. Por otro lado, es un acto político. El ministro, Juan David Correa, tiene un interés en que este sea un museo de todos los colombianos y que realmente todas las comunidades, los grupos y las poblaciones se sientan representados en el Museo Nacional.
P. ¿Cree que las anteriores direcciones lograron pavimentar ese objetivo que busca que las personas en Colombia se sientan representadas en el Museo Nacional?
R. El Museo ha hecho grandes esfuerzos a lo largo de los años para generar procesos de cambio, una muestra de eso es la renovación de salas que se ha venido haciendo desde hace una década. El museo sí se ha venido cuestionando y repensando. Pero en este Gobierno hay una gran oportunidad de generar cambios más profundos, cambios estructurales. En este Gobierno hay un interés por la reparación histórica, por el antirracismo, porque las instituciones del Estado realmente reflejen la diversidad que somos y, por tanto, hay un interés también de darle otro lugar a la cultura.
P. ¿Cómo poner sobre la mesa conversaciones difíciles sobre colonialismo y elitismo en una institución como el Museo Nacional?
R. Yo vengo de trabajar en el Proyecto Museo Afro, que lidera el Museo Nacional, y allá nos hacíamos esas mismas preguntas. Una cosa clave para muchas de las personas racializadas dentro del Museo Afro era que no se trata solo de que dichas conversaciones o preguntas sean difíciles. Además, son dolorosas. Entonces, en el Museo Afro veníamos realizando unos laboratorios de reparación y antirracismo al interior de las instituciones museales. Estábamos trabajando inicialmente con los equipos del Museo Nacional y del Museo Quinta de Bolívar para generar herramientas en los equipos de los museos para hablar de: qué es el racismo, de dónde surge el racismo, de qué manera se manifiesta en estas instituciones, de qué manera se pueden generar propuestas de reparación y antirracismo en el corto, mediano y largo plazo.
P. ¿Se tendrán más conversaciones con grupos y expresiones artísticas marginalizadas?
R. El Museo Nacional viene haciendo esfuerzos en ese sentido, pero quizás necesitan ser más amplios, más profundos. Yo espero extender esa conversación y que no solo se defina desde el Museo Nacional, sino que lo hagamos desde muchas otras instancias. Desde la Vicepresidencia se viene liderando la Comisión Intersectorial Nacional de Reparación Histórica, un espacio que se generó para que distintas instituciones aborden temas como el genocidio indígena, la esclavización y las consecuencias de la Trata Transatlántica, y planteen iniciativas de reparación. Se está haciendo un trabajo para que el tema permee a la institucionalidad del Estado en general.
P. ¿Se ha pensado en un museo de puertas abiertas?
R. Hay varias cosas que estamos considerando. Una es que el Museo Nacional tenga entrada libre, sin costo. Es algo que el ministro sugiere y estamos viendo de qué manera lo hacemos posible. Por otro lado, está el tema de la racialización. En el Museo Afro lo vivimos de primera mano, pues todo el tiempo nos racializaban en la puerta. Siento que el hecho de que personas como yo lleguemos a este tipo de espacios empieza a cambiar un poco ese imaginario. A mí me ha pasado en ocasiones anteriores, como funcionaria pública, que las personas están acostumbradas a que las personas que tienen poder luzcan distinto a como yo luzco. El que tengamos una vicepresidenta afro, una ministra de Educación afro, el que haya personas afrodescendientes en estos espacios, ayuda a que la gente empiece a pensar que en estos cargos de responsabilidad los servidores públicos pueden provenir de cualquier origen y de diversas comunidades étnicas.
P. ¿Qué ángulos o perspectivas de direcciones anteriores se van a conservar y cuáles no?
R. En Gobiernos anteriores la cultura estuvo un poco relegada, porque había otras prioridades. Digamos, el Ministerio de Defensa tenía un presupuesto altísimo frente a lo que tenía el Ministerio de Cultura. El Museo Nacional no tiene autonomía administrativa ni presupuestal, por lo tanto, al ser una dependencia del Ministerio de Cultura, tiene muchas limitaciones que generan unas dificultades estructurales. Esa situación se ha venido tratando de cambiar. Espero, con el apoyo del ministro, lograrlo en esta administración. Eso implica una reforma a la Ley General de Cultura que se está promoviendo desde el Ministerio.
P. ¿Por esa falta de autonomía es que hay una crisis de contratación en el museo? [El museo no ha renovado el contrato de la mayoría de los empleados desde enero, y el Ministerio recientemente adjudicó un nuevo contrato de administración]
R. Es importante que la gente comprenda por qué estamos en esta crisis. Los recursos del museo se tienen que manejar a través de convenios con entidades sin ánimo de lucro, porque solo hay 35 personas de planta, la mayoría en cargos asistenciales. Es decir, las personas que lideran las curadurías o el área educativa no tienen cargos de planta. Entonces, ante una coyuntura como la que estamos viviendo [la demora en renovar sus contratos anuales], esas personas no están. Es un tema que es estructural, así está operando el museo hace mucho tiempo.
P. ¿Qué otra transformación del museo le parece importante en el corto plazo?
R. Algo que se quiere, y que se viene trabajando recientemente en el museo, es que también se entienda como una institución de investigación, una que produce conocimiento. Mucha gente se imagina que un museo simplemente guarda muchas cosas en vitrinas, pero en realidad lo que hace es investigación y apropiación social de ese conocimiento. En la medida que entendamos esto, podremos explorar otras capacidades para llenar los vacíos, para llenar esos silenciamientos históricos, para que podamos trabajar sobre las invisibilizaciones de las comunidades étnicas y de muchos otros sectores de la sociedad colombiana: las mujeres, las comunidades LGBTQA+, las niñas y los niños, etcétera. Hay muchas cosas que el museo podría trabajar en la medida que lo entendamos como una institución que produce conocimiento desde muchos ámbitos y con una gran confluencia de comunidades.
P. ¿Qué mensaje le da la nueva dirección a las personas que hacen arte desde lugares que no han sido legitimados por la academia?
R. El mensaje es que tenemos claro que hay una jerarquización del arte que tiene que ver con la herencia colonial y las jerarquías raciales. En ese sentido, sabemos que hay unas ideas que plantean que el arte, entendido desde la lógica europea, es lo que te acerca a lo sublime, lo que es universal, y todo lo demás es visto como expresiones menores, folclor, arte popular o artesanía. El Museo Nacional debe profundizar en una mirada y una praxis decolonial que rompa esa jerarquización y esas relaciones de poder, para indagar de manera horizontal sobre la diversidad de prácticas, buscando formas de revelar la riqueza existente. Hace poco se hizo el primer encuentro de iniciativas museológicas indígenas, porque hay muchas comunidades con este tipo de iniciativas, con museos en diversos lugares del país. También se está planteando desde el Programa de Fortalecimiento de Museos (PFM) un encuentro de iniciativas museológicas afro y de lugares de memoria afro.
P. ¿Cómo se descolonializa un museo?
R. Planteando una relación crítica con el legado del museo desde una relación y acercamiento con los pueblos, las comunidades, las culturas y los sujetos que han sido históricamente sometidos a prácticas de violencia simbólica y exclusión. Trabajando con las comunidades, repensando las narrativas, repensando la manera en que se leen las piezas, la manera en que se seleccionan dichas piezas y, sobre todo, repensando el lugar de enunciación. Porque los museos buscan reflejar esa diversidad, no solamente de los públicos, sino también de concepciones del mundo. Ahí hay mucho por hacer.
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