Carlos Jaramillo: el científico que busca en los fósiles las claves sobre el futuro del planeta
Considerado el paleontólogo más importante de Colombia, es uno de los más reconocidos internacionalmente por hallazgos como el fósil de la serpiente más grande del mundo, que descubrió en un viaje a La Guajira. Hoy, desde el Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales de Panamá, estudia las claves que los trópicos pueden darnos para prever los cambios futuros de la Tierra
Carlos Alberto Jaramillo (Belalcázar, Cauca, 55 años) dice que se puede entender la complejidad del universo solo con mirar un grano polen. Desde niño le interesó observar la naturaleza y la formación de las rocas. Recorría el campo, con un martillo en la mano, para encontrar fósiles. Estudió geología y, desde entonces, se dedica a seguir los rastros que el paso del tiempo deja en nuestro en el planeta. “Los granos de polen tienen una belleza estética impresionante y, además, son casi indestructibles. Por eso se pueden encontrar en rocas que tienen varios miles de años en la profundidad de la Tierra”, dice desde su oficina en el Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales, en Ciudad de Panamá, uno de los centros de estudios tropicales más reconocidos del mundo, donde trabaja desde hace casi dos décadas.
Ha dedicado su vida a la investigación, la mentoría y la enseñanza de la ciencia, y ha sido protagonista de descubrimientos notables y con mucho eco. Sus estudios han roto, por ejemplo, el consenso científico sobre el origen del istmo de Panamá, al revelar que este accidente geográfico podría haberse formado hace 10 millones de años y no cuatro, como se pensaba. En 2009, durante una visita a la mina de carbón de Cerrejón, en La Guajira, encontró el fósil de la serpiente más grande que ha habitado la Tierra, la Titanoboa, que pesaba más de una tonelada y medía 13 metros. Un documental producido por el Smithsonian Channel cuenta los pormenores de este hallazgo.
También ha sido un gran divulgador. En 2018 dirigió la publicación Hace tiempo: un viaje paleontológico ilustrado por Colombia, un trabajo interinstitucional en el que participaron 27 científicos que, a través de ilustraciones, infografías y gráficos, habla de la flora y fauna prehistórica que existió en nuestro territorio hace millones de años. El libro ha recibido varios reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Alejandro Ángel Escobar, el galardón científico más importante del país.
Jaramillo habla muy pausadamente, pero con la propiedad de alguien que conoce mejor que la mayoría los secretos de la fauna y la flora. Creció en el seno de una familia que siempre se interesó por el conocimiento: sus padres fueron profesores de escuela pública y le inculcaron el interés por el estudio. Cuando le llegó la hora de escoger una carrera, a los 17 años, se interesó por la geología y se inscribió en la Universidad Nacional. Por allí pasó como un estudiante consagrado y un observador muy agudo. En la universidad conoció a María Inés, una bióloga que lo conectó con el mundo de la naturaleza, y que luego se convirtió en su esposa.
También en la Nacional conoció a Tomás Villamil, un profesor que le mostró el camino de la meritocracia y le enseñó que si trabajaba fuerte podría llegar a construir una carrera muy sólida. Con ese impulso decidió cursar, con mucho esfuerzo, una maestría en la Universidad de Missouri y un doctorado en Biología y Botánica en la Universidad de Florida. Durante ese periodo entendió que los tiempos de la Tierra son inconmensurables. “Hay formaciones que tienen 15 millones de años, mientras que la especie humana solo tiene 200.000 –explica–. El cañón del Chicamocha, por ejemplo, es una de las formaciones más antiguas. Todo lo que la civilización ha producido en su historia, son solo unos centímetros en el crecimiento de esas rocas”.
Después de terminar su doctorado, tomó un camino desconocido. Recibió una oferta para trabajar en Ecopetrol. Nunca imaginó emplearse en una petrolera, pero la oportunidad era tentadora. Se fue a Bucaramanga por tres años. “Me di cuenta de que la ciencia no era muy diferente a la práctica. Además, de que la exploración del terreno para encontrar petróleo es una manera de viajar en el tiempo”, cuenta. Allí se convenció de que cuando se invierte bien en la ciencia, el país puede crecer económicamente.
Después de su paso por el mundo del petróleo, vino un cambio que sería definitivo en su vida: en 2005, le ofrecieron hacer parte del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales de Panamá. Este centro de investigación, el único del prestigioso Instituto Smithsoniano ubicado fuera de Estados Unidos, lleva más de un siglo estudiando los ecosistemas tropicales. Para Jaramillo, estar allí ha sido una oportunidad asombrosa de entender el cambio de este paisaje a lo largo del tiempo, y el funcionamiento de una de las floras más variadas del mundo.
Actualmente, está concentrado en comprender cómo ha cambiado el trópico en los últimos 140 millones de años, un campo poco explorado, teniendo en cuenta que la mayoría de teorías sobre la evolución del planeta han sido desarrolladas con datos de otras latitudes. “Busco eventos críticos e importantes que nos den información sobre qué ha pasado en los paisajes en estos años y nos den pistas sobre cuáles podrían ser los próximos cambios –explica–. La Tierra ha vivido varios procesos de cambios climáticos y cambios en su superficie, y muchas especies se han extinguido en esos sucesos”. Jaramillo busca llenar ese vacío de información desde su oficina de Panamá, donde no para de recibir estudiantes y desde donde cada día se deleita con “las maravillas que ofrece el paisaje”.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
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