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Mauricio Díazgranados, el biólogo que busca caminos para salvar el planeta y la humanidad

Es el primer director científico latinoamericano en 133 años de existencia del Jardín Botánico de Nueva York. Apasionado explorador, es el mayor experto en frailejones del mundo y lideró el área de Soluciones Basadas en la Naturaleza en el Real Jardín Botánico de Kew, en Londres

Mauricio Díazgranados
Mauricio Díazgranados, en una fotografía de archivo.NYBG

En el corazón del barrio El Bronx, Mauricio Díazgranados (Bogotá, 50 años) trabaja rodeado de una de las colecciones de plantas y hongos vivos más grandes del planeta. En junio de 2023, dejó el Real Jardín Botánico de Kew en Londres, en el que encabezaba el área de Soluciones Basadas en la Naturaleza, para convertirse en el primer latinoamericano en ser director científico del Jardín Botánico de Nueva York, en sus 133 años de historia.

“Cuando estudiaba botánica nos decían que los jardines botánicos más importantes eran el Kew, el de Nueva York y el de Missouri. He tenido la oportunidad de conocer los tres: en Missouri hice mi doctorado, en Kew trabajé siete años y ahora estoy en el de Nueva York”, dice. A la lista se le suma haber sido investigador de posdoctorado en el Instituto Smithsonian y director del Jardín Botánico de Bogotá, donde lideró la construcción del invernadero más grande de América Latina (Tropicario).

Siempre ha sido un apasionado explorador de la naturaleza. Creció en Bogotá y de chiquito solía ir con su familia a una finca en San Francisco, Cundinamarca, en la que pasaba los días recorriendo bosques y trepando árboles. A los 15 años, fascinado por la biodiversidad de Colombia y entusiasmado por un libro que narraba las aventuras de un “alemán loco que se ponía a prueba sobreviviendo dos meses en el Amazonas”, decidió escaparse de la casa para acampar cerca de las lagunas de Siecha, en Guasca. Como la idea era aprender a sobrevivir, no llevaba carpa ni comida: solo un sleeping y un cuchillo. Permaneció tres noches hasta que lo encontraron unos campesinos y lo hicieron regresar. “Fue mi primera experiencia en la montaña alta colombiana. Me pateó, pero me enamoró”, recuerda. Hoy, es uno de los mayores conocedores de frailejones en el mundo.

Estudió biología en una época en la que profesores y estudiantes arriesgaban la vida casi que en cada salida de campo. “No era raro que nos tocara negociar con la guerrilla o los paramilitares. Esa era la realidad en los 90″, afirma. En una oportunidad, mientras trabajaba con su novia como guardaparques voluntarios construyendo un sendero alrededor de la laguna de Chisacá, en Sumapaz, un campesino con ruana y fusil los obligó a ir donde un cabecilla de las FARC.

Llegaron a una tienda llena de guerrilleros que fumaban y tomaban. “El campesino me condujo a la parte de atrás. Imagine la escena: detrás de un escritorio hay un guerrillero grandote; cuando me acerco, se agacha, saca dos pistolas doradas de las botas y las pone sobre la mesa. Supe que era Romaña, el comandante del Frente 53, que operaba en la zona”, cuenta. Logró convencerlo de que los dejara descansar esa noche en la carpa, y a las 2 de la madrugada él, su novia y otra pareja se escaparon por el páramo que Díazgranados conocía de memoria.

Por el peligro que han enfrentado los biólogos y botánicos en Colombia, está convencido de que son héroes con un objetivo claro: contribuir al bienestar de la sociedad y la vida en el planeta.

“El conocimiento de las plantas es la puerta de entrada para mejorar la calidad de vida de la humanidad. Nos proveen de medicamentos, alimentos, bebidas, materiales de construcción y de vestir, y nos ayudan a crear barreras de protección contra los fenómenos naturales. Los beneficios son enormes, y alguien tiene que encargarse de decir qué plantas los proveen. Ahí la importancia de un botánico”, dice.

Esa idea lo llevó a liderar la investigación conjunta entre el Instituto Humboldt y el Kew sobre las plantas y los hongos útiles de Colombia, que en 2022 arrojó información sobre 15.000 especies. “Quería despertar a la sociedad sobre la importancia de esos recursos para el desarrollo del país”, explica. Para él, es una contradicción que un departamento tan biodiverso como Chocó tenga tantos problemas socioeconómicos. “Colombia debería ser potencia mundial en bioeconomía”.

Díazgranados es una pieza clave en la construcción de ese futuro.

*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.

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