María Isabel Gaviria y Marybel Montoya, las científicas paisas que descubrieron cómo los hongos pueden ser motor de una revolución industrial sostenible
Con Fungi Life, ofrecen una alternativa natural, rentable y escalable a las industrias de cosméticos, productos de limpieza y farmacéuticos
Unicef seleccionó, en 2023, el innovador emprendimiento de tecnología de las paisas María Isabel Gaviria (32 años) y Marybel Montoya (38 años), Fungi Life, como uno de los 24 proyectos liderados por jóvenes con mayor potencial para ayudar al planeta a avanzar hacia la sostenibilidad.
Uno de los campos que están desarrollando las científicas es el de los surfactantes, el principal componente de los detergentes. Como el 96% de los que se encuentran en los productos de uso diario provienen del petróleo, Gaviria y Montoya decidieron aprovechar el potencial de los hongos para ofrecer alternativas naturales a las distintas industrias que, como la farmacéutica, textil, de hidrocarburos y de productos de limpieza, requieren de surfactantes.
El éxito del emprendimiento radica en que –a diferencia de otros biosurfactantes que, por su elevado precio de producción o bajo rendimiento, no habían podido responder a las necesidades de la industria– su tecnología se basa en un hongo robusto que no había sido utilizado antes en procesos biotecnológicos comerciales. “Produjimos soforolípidos de alto rendimiento, un nuevo tipo de biosurfactante fúngico que puede ser escalable y rentable”, explica Montoya.
La historia de Fungi Life comenzó en 2016, cuando Montoya, quien estudió Biotecnología en el Colegio Mayor de Antioquia y es máster en Ciencias Biológicas, abrió un semillero de Biotecnología Ambiental en la Universidad EIA, de Medellín. En ese momento los hongos captaron su atención y curiosidad. Dedicaba su tiempo a cultivarlos y a analizar su comportamiento. Un día observó una peculiaridad que le cambió la vida: vio un hongo que crecía en lubricante de motor y lo degradaba.
Le contó a su jefe, María Isabel Gaviria, quien desde sus épocas de estudiante de Ingeniería Biológica se había especializado en investigar microorganismos, bacterias y hongos que pudieran descontaminar aguas y otros ecosistemas. El descubrimiento las entusiasmó: el hongo podría ser la solución a la contaminación causada por derrames de petróleo o el mal uso de aceites lubricantes.
Seguras de que la investigación podría ser la base de una empresa que ayudara a proteger la naturaleza y mitigar el cambio climático, se lanzaron a la aventura de crearla.
Hacer su sueño realidad no fue fácil. En Colombia, los emprendedores que deciden hacer industria basada en alta tecnología se topan en la mayoría de los casos con obstáculos infranqueables, producto de la manera como se concibe la ciencia en el país, y de las pocas oportunidades para incubar este tipo de proyectos. Sin embargo, las científicas de Medellín perseveraron.
Tras cuatro años de arduas investigaciones, en 2020 la suerte les sonrió. Lograron entrar a Oxelerator, un programa liderado por la Universidad de Oxford y el CESA, en Bogotá, que brinda apoyo para acelerar emprendimientos de base científica. Gracias a ello recibieron capacitación para pensar el modelo de negocio, “algo en lo que los científicos colombianos poco pensamos y tampoco estamos preparados para hacer”, dice Gaviria.
Dos años más tarde, la aceleradora argentina GridX las seleccionó y les proporcionó 200.000 dólares y una capacitación intensiva de tres semanas, tiempo en el que la idea de negocio adquirió otra dimensión: “Pasamos de un producto para limpiar aguas y suelos afectados por hidrocarburos a analizar en profundidad el hongo con el fin de describir qué elementos o principios producía que pudieran tener una utilidad en otras industrias”, explica Montoya.
En septiembre de 2022, Fungi Life nació oficialmente, con el propósito de ayudar a distintas industrias a avanzar hacia la sostenibilidad. Hasta el momento, los pilotos que han realizado en la Patagonia argentina, con empresas de la región, han demostrado una eliminación de la contaminación en aguas y suelos de más del 96%. Con estos resultados, se preparan para abrir su primera ronda de negocios y recaudar 1,5 millones de dólares.
Desde la creación de su empresa, Gaviria y Montoya han seguido cosechando éxitos. Participaron en un programa de la prestigiosa Royal Academy of Engineering de Reino Unido. Gracias a él, Montoya fue seleccionada por el programa Innovation30, de UNICEF como una de las innovadoras climáticas menores de 30 años. Y hace apenas unos cuantos días fue incluida en la lista de los 35 Innovadores Menores de 35 años del MIT Technology Review en español.
De sus largos años de lucha, las científicas sacan varias reflexiones que pueden servir para los emprendedores que quieren construir empresas basadas en alta tecnología. Una de ellas es sobre la preparación científica de los investigadores colombianos: “Siempre creemos que nuestra ciencia es inferior a la de los países del primer mundo, y no, en la Royal Academy, en GrideX, en Unicef tuvimos que competir al mismo nivel con personas de Oxford, Cambridge y otras universidades de talla mundial y ganamos”, dice María Isabel. A lo que Marybel agrega: “esto significa que debemos pensar de manera global, por supuesto, debemos ofrecer soluciones a los problemas locales, pero siempre debemos pensar de manera global”.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
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