Sudamérica arranca las eliminatorias para el Mundial más fáciles de su historia
Las seis mejores de las diez selecciones del continente se clasificarán y la séptima irá a repechaje tras la ampliación de participantes en el Mundial 2026
Un par de horas después de la final de México 1986, con Argentina recién consagrada campeona del mundo, el técnico de la Albiceleste, Carlos Bilardo, se cruzó en un pasillo del estadio Azteca con el periodista Víctor Hugo Morales. “Vos no sabés qué alivio es no tener que jugar las Eliminatorias”, se descargó Bilardo, en tiempos en que los campeones se clasificaban de manera automática al Mundial siguiente, ante el relator que pocos días atrás había comparado a Diego Maradona con un Barrilete Cósmico.
Es cierto que ese desahogo de Bilardo describe su personalidad detallista y sufrida pero, a la vez, también califica la dificultad histórica de las Eliminatorias sudamericanas, consideradas habitualmente como “las más difíciles del mundo”. En vez de entregarse al festejo del título que lo acababa de llevar a la cúspide, el técnico no pudo evitar el recuerdo de la traumática experiencia que había sufrido el año anterior en Buenos Aires, cuando Perú estuvo a punto de marginar a Argentina del Mundial que luego terminaría ganando. Desde entonces, Bilardo repetiría como dogma que las Eliminatorias de la Conmebol “son más difíciles” que las Copas del Mundo, como si terminar la educación media fuese más complicado que recibirse de alguna carrera universitaria. “Adonde vas es pelea, te hacen la vida imposible, hay lío”, fundamentaría.
Más de tres décadas después, en la previa de la siguiente Copa del Mundo ganada por Argentina, la de Qatar 2022, Lionel Messi trazó una complicación similar. “Muchas veces lo hablábamos en España (con mis compañeros del Barcelona). Decíamos ‘sabés lo difícil que sería para ustedes clasificar al Mundial si tuvieran que ir a jugar allá: Colombia, la altura, el calor, Venezuela’. Todos (los países) tienen un condicionante que hace que sea muchísimo más difícil, y aparte que son grandes selecciones, con grandes jugadores”, dijo el capitán argentino a finales de mayo de 2022, siete meses antes de su consagración en Doha, en una frase con la que coincide la enorme mayoría de sus colegas sudamericanos.
Con la Copa del Mundo de regreso a América luego de 20 años, esta semana comenzarán las Eliminatorias de la Conmebol para la cita de Estados Unidos-México-Canadá 2026, un Mundial diferente a los anteriores no sólo por su triple sede sino, en especial, porque será el primero con 48 participantes, un incremento del 33% respecto a los 32 selecciones que jugaron en las últimas ediciones. Mientras el jueves jugarán Paraguay-Perú, Colombia-Venezuela y Argentina-Ecuador (que comenzará con tres puntos menos por la resolución del caso de Byron Castillo), el viernes será el turno de Uruguay-Chile y Brasil-Bolivia.
Las dificultades, como siempre, están garantizadas. Un sistema de todos contra todos a ida y vuelta, la participación de tres países que ganaron 10 de los 22 Mundiales –cinco Brasil, tres Argentina y dos Uruguay-, la enorme paridad entre las selecciones del segundo pelotón histórico –Colombia, Ecuador, Chile, Perú y Paraguay-, la presencia de varios de los mejores futbolistas del mundo, la pasión de los hinchas que refuerzan el poderío de las localías y las características geográficas del subcontinente. Las capitales europeas más elevadas son Andorra la Vieja y Ereván, ambas a 1.000 metros, una altura insignificante en comparación con los 3.600 metros de La Paz, los 2.700 de Quito y los 2.650 de Bogotá, por no hablar del habitual calor de Barranquilla, a orillas del mar Caribe, o del desierto de Atacama al que recurrió Chile en la última edición.
Pero la novedad es que, a partir de estas Eliminatorias, se atenuará una buena parte de esa dificultad histórica. El alivio no responde a cuestiones futbolísticas sino matemáticas: en correspondencia con un Mundial con más equipos, las posibilidades de clasificación también aumentarán, en concreto –para Sudamérica- un 20%. Si en el camino a Qatar 2022, como en todos los Mundiales con 32 países –cantidad implementada desde Francia 1998-, los países de la Conmebol se sacaban los ojos por las 4,5 plazas en juego, desde esta edición habrá 6,5 cupos disponibles, siempre con 10 países participantes.
Las primeras seis selecciones del torneo clasificatorio que comenzará esta semana y se extenderá durante dos años –la 18ª y última fecha está programa para octubre de 2025- se garantizarán un lugar en la Copa del Mundo 2026, mientras que el séptimo puesto otorgará una chance extra: un repechaje contra un país de otro continente. Si ya ese 60% o 70% para obtener la clasificación garantiza una altísima probabilidad, hay además dos selecciones que deberán luchar contra su pasado: Venezuela nunca pasó con éxito las Eliminatorias en sus 14 participaciones y Bolivia sólo lo hizo una vez en 17 intentos, en 1994. Quienes miran de reojo al fútbol sudamericano, pese a la reciente consagración de Argentina, sugieren con halo despectivo –y desconociendo la naturaleza impredecible del deporte- que habrá “siete plazas para ocho competidores”.
Incluso antes de los 4,5 cupos que la Conmebol disponía entre 1998 y 2022, las dificultades eran aún mayores en el siglo XX. Entre 1982 y 1994, con Copas del Mundo para 24 equipos, Sudamérica –siempre con 10 participantes- ponía en juego tres plazas y un repechaje. Más atrás, en los Mundiales para 16 selecciones –desde el comienzo de las Eliminatorias, en la década del 50, hasta finales de los 70-, sólo había tres plazas en pugna. La complejidad máxima fue para Argentina 1978, cuando el local clasificó de manera directa y los otros nueve países se disputaron las únicas dos lugares en disputa, o sea una probabilidad de clasificación del 18%, pura supervivencia en comparación con el 60% o 70% de probabilidad que disfrutarán los equipos sudamericanos desde ahora.
Tan cierto como que, al compás de las Copas del Mundo modernas, para 48 países, todas las confederaciones aumentarán sus chances, el flamante incremento resulta especialmente ventajoso para un subcontinente tan acotado como Sudamérica, con 10 participantes. Si la nueva decisión de la FIFA se retrotrajera al pasado, Perú y Colombia habrían clasificado para Qatar 2022 –y Chile habría ido al repechaje-. A la vez, Chile -otra vez- habría jugado en Rusia 2018 y Paraguay habría pasado a la repesca.
África, histórica postergada, también será una gran ganadora de la ambición de Gianni Infantino: pasará de cinco clasificados en Qatar 2022 a nueve –más un repechaje- en Estados Unidos-México-Canadá 2006, aunque con una feroz competencia interna entre 54 selecciones. Europa, con 55 participantes, irá de 13 a 16. El camino al próximo Mundial también será una oportunidad histórica para la Concacaf: con sus tres organizadores ya clasificados –entre ellos, sus dos potencias-, igual repartirá tres plazas directas y dos lugares para el repechaje.
Mientras tanto, las “Eliminatorias más difíciles del mundo” no pasarán a ser las más sencillas pero su histórica carrera de obstáculos –potencias mundiales, cracks, calor, altura, tribunas en ebullición y también incidentes históricos, como la autoagresión del arquero chileno Roberto Rojas en un partido contra Brasil, rumbo a Italia 1990- repartirá muchos más premios. El continente de los campeones del mundo lo merecía.
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