‘Baldur’s Gate 3’, arrodillémonos ante un milagro narrativo
La obra de Larian Studios se convierte en la sorpresa del año y en un fenómeno de una calidad arrolladora
Este artículo debería haberse escrito antes pero no ha podido ser. La proliferación de grandes juegos este año hace que la crítica, muchas veces, pierda el equilibro. Solo en los últimos meses han aparecido (o se disponen a aparecer) pequeñas o grandes joyas como Starfield, Spiderman 2, el nuevo Call of Duty, Lies of P o esa maravilla en miniatura llamada Cocoon, que desde su perfecto mecanismo de relojería transmuta el concepto de la exploración y el uso de puzles. Todos ellos son artefactos que implican decenas (cientos si los sumamos) de horas para ser analizados con justicia. Pero no es este un artículo de justificación (personal), sino de reivindicación de un hecho (cultural) incuestionable: la calidad absoluta, la importancia capital, la maestría inclemente de Baldur’s Gate 3. Menudo juego.
La obra de los belgas Larian Studios ha sido la sorpresa del año. Este RPG de aventuras medievales que toma parte del universo y las reglas de combate por turnos del mítico juego de mesa Dungeons & Dragons es sencillamente maravilloso. Y lo es no solo en su acabado final, en la sensación mecánica que impregna el conjunto, sino desde su mero cimiento narrativo: su guion es la mejor muestra de la narrativa ramificada que solo puede darse en un videojuego, sus personajes y sus historias son dignas del mejor libreto cinematográfico, y la interacción que nuestras decisiones tienen con la historia está tan bien concebida que es iluso pensar que no suponga un antes y un después a la hora de hablar del argumento que contiene un videojuego.
El alto número de juegos muy buenos que había este año es enorme, lo cual contribuye a reforzar la idea central de este artículo. Y es que Baldur’s Gate 3 es un juego extraordinario que se alza hasta lo mejor de 2023. Puede parecer exagerado en un año en el que ha llevado al mercado el Zelda: Tears of the Kingdom, pero que pueda competir de tú a tú con aquella obra maestra no hace sino agrandar su leyenda. Los dos juegos alcanzan la excelencia desde dos puntos de vista diametralmente opuestos, aunque, curiosamente, complementarios. Zelda es la jugabilidad llevada a su máxima expresión, la falta total de limitaciones a la hora de moverse y explorar, la plenitud de movimiento, la libertad. Baldur´s Gate 3 alcanza esa misma libertad plena pero desde la parte narrativa: es difícil recordar un juego con tantas ramificaciones argumentales que dependan de nuestras acciones y decisiones; pero es directamente imposible encontrar un juego en el que todas esas ramificaciones estén tan cuidadas, donde todos los personajes estén tan bien construidos, donde los caminos que va tomando la historia a medida que superamos (o no) pruebas, traicionamos a nuestros amigos o estos van muriendo por el camino tenga una solidificación tan gratificante, tan de película bien hecha.
El mundo del juego, Faerûn, es un sindiós en el que colisionan los intereses de dragones interdimensionales, deidades lovecraftianas con sus tentáculos y todo, reinas inmortales y razas de todo tipo enfrentadas por todo tipo de afrentas. Es un escenario complejo, con montones de gentes que viven sus vidas y decenas de conflictos que pasarán a nuestro lado. Pero más allá del escenario, el corazón del juego es nuestra historia íntima y la de nuestros acompañantes: una historia moralmente ambigua que te fuerza a tomar decisiones. Esa es una de las claves de todo, pues el jugador tendrá que tomar partido activo en los numerosos conflictos que el juego va tramando. Muchas veces entre los propios miembros de tu grupo. El juego comete la genial osadía de olvidarse de las opciones de diálogo que contentan a todo el mundo: se puede ser más o menos contemporizador pero, como en la vida, al final hay que tomar partido. Los diálogos son maravillosos también por otro motivo: muchas veces tienes la opción de hacer dos o más preguntas realmente interesantes, pero solo podrás hacer una, porque la conversación tomará un cauce preciso y la información por la que no hayas preguntado se perderá como lágrimas en la lluvia. Esto, que parece tan de cajón y es en realidad tan laborioso de hacer, lo logran realmente muy pocas obras. Los actores de voz, todos, desde los más famosos a los más desconocidos, han nacido para hacer este juego.
La revolución de Zelda ha sido jugable y la de Baldur´s Gate 3, narrativa. Y ambos son tan buena noticia para los jugadores como mala para todas las demás desarrolladoras, obligadas desde este 2023 a mejorar si quieren parecerse a estos dos juegos que marcan un antes y un después; condenadas a subir el listón de sus obras si quieren aspirar a la excelencia hacia la que estos dos juegos apuntan. ¿Cuál de estos dos será considerado el mejor juego del año? Pues tendremos que esperar a diciembre, pero Baldur´s Gate 3 tiene muchas opciones.
¿Por qué? Porque Larian es un estudio muy querido por cuanto que han obrado un milagro desde la contención presupuestaria y han respetado sobremanera a los jugadores. Además, Zelda ya ganó el premio a mejor título del año en 2017 con la primera parte de este Tears of the Kingdom. Y, aunque Microsoft ha cometido un error imperdonable dejando escapar Baldur’s Gate 3 en su Game Pass (al parecer el dinero que la compañía pedía para entrar al servicio de suscripción era poco, pero Microsoft lo rechazó y por ello el juego no está disponible en Xbox), ha sido un juego muy muy jugado desde que apareciera tanto en PC (3 de agosto) como en PS5 (6 de septiembre, la versión aquí jugada). Tanto es así que en sus tres primeros días acumuló 10 millones de horas de juego; más de 1.225 años. Y desde entonces no ha dejado crear conversación, acumular halagos y análisis positivos de su revolucionara propuesta. No sin motivo. Merece eso y mucho más. La lengua es sabia y por eso las interjecciones ayudan a expresar las emociones en poco espacio: menudo juego.
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