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FERIA DE LAS COLOMBINAS

¡Qué penita y qué dolor…!

Se admiten en silencio la pena y el dolor de una corrida infame

Antonio Lorca
El Cid da un pase a uno de los dos toros que lidió ayer en Huelva.
El Cid da un pase a uno de los dos toros que lidió ayer en Huelva.julián pérez (efe)

Imaginen la escena: una tarde de sofocante calor africano; los tendidos, casi llenos; los abanicos, dale que te pego. Seis toros con caritas de niño chico, blanditos, mansitos, descastaditos, con poquita clase, (todo en diminutivo), pero bonancibles. Y tres toreros con poquitas ganas, como si fueran fontaneros que acuden a tu casa una tarde de agosto de sofocante calor africano.

Conclusión: un festejo anodino, sin principio ni final, sin toros ni toreros. Ah, y sin picadores porque los toretes no se picaron, y los del castoreño volvieron a hacer méritos (no por su culpa, sino por las circunstancias de la fiesta) para formar parte de un ajuste laboral.

Y el público, tan pancho. Mejor dicho, tan generoso, tan educado, tan dispuesto a pasarlo bien entre tanto aburrimiento. Imposible quimera. Pero sin rechistar, sin una mala palabra ni un mal modo, sin una protesta. Bendito y descorazonador público. O entiende mucho y acepta la modernidad decadente, o este espectáculo no le importa absolutamente nada.

La verdad es que el festejo de ayer era para molestarse. Los toros de Pereda no deben volver a esta plaza en muchos años, aunque el ganadero sea el dueño de esta casa. Carecen de la presencia adecuada, ni ofrecen la casta necesaria, ni la acometividad requerida; nobles, eso sí, pero impropios, incluso, para el toreo que se lleva hoy. Toros inválidos, además, y desesperantes en su comportamiento, sosísimos, sin recorrido, sin clase alguna. Vamos, lo normal en los tiempos que corren. En honor a la verdad, destacó, por decir algo, el cuarto, por su embestida codiciosa, y su matador no lo aprovechó como el animal requería.

El Cid torea muy bien y compone la figura con galanura, pero resultó frío

¡Qué buen torero es Manuel Jesús El Cid! ¡Y cómo ha cambiado en los últimos años! Quizá, el tiempo no pasa en balde, y no debe ser fácil mantener a raya la ilusión de quien aspira a lo más alto cuando ya se otea desde ahí el horizonte.

Su primero fue un torete distraído y extremadamente bonancible. Y Manuel Jesús lo capoteó con suavidad, y con la muleta en las manos mejoró su embestida y permitió que el animal se luciera con largura. Pero el torero no fue nada exigente consigo mismo, lo pasó despegado, siempre, al hilo del pitón y sin cargar la suerte en ningún momento. Ocurre, sin embargo, que El Cid torea muy bien y compone la figura con galanura, pero todo resultó frío y sin ángel. El cuarto embistió con algo más de codicia, y lo muleteó con la celeridad acostumbrada, perdiendo pasos y de manera destemplada. Y así, no. Es un gran torero que prefirió pasar de puntillas.

Honor y gloria, sin embargo, para su banderillero Rafael Perea Boni, que clavó dos hermosos pares de banderillas al cuarto, de poder a poder, dejándose ver, gustándose de verdad, y clavando en todo lo alto, Ese público silencioso supo ver la grandeza del torero y aplaudió con fuerza.

PEREDA/EL CID, FANDIÑO, LUQUE

  • Toros de José Luis Pereda, muy justos de presentación, mansos, blandos, descastados y nobles.
  • El Cid: pinchazo y estocada (ovación); metisaca y estocada (oreja).
  • Iván Fandiño: estocada trasera y cuatro descabellos (silencio); estocada tendida (silencio).
  • Daniel Luque: estocada y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
  • Plaza de la Merced. 2 de agosto. Primera corrida de feria. Casi lleno.

Tampoco compitió Iván Fandiño. No tuvo lote para el lucimiento, pero tiró de experiencia para pasar sin apreturas y a otra cosa mariposa. También capoteó con suavidad a su primero, un animal sosísimo en el tercio final, con el que el torero estuvo sin estar en él, mecánico, sin alma, como un trabajador que debe cumplir una jornada y la cumple con cierta desgana. Menos recorrido tuvo el quinto, una burra en toda regla, y la gente, ya cansada, le pidió que abreviara y abrevió.

También lo intentó a su modo Daniel Luque, pero ni tuvo material ni tampoco era su tarde. Una birria era el tercero, tan descastado como los demás; con algo de recorrido embistió el sexto, pero ni toro ni torero se entendieron.

En suma, que no hubo toreo, ni hubo diversión, ni toros encastados, ni toreros heroicos, de esos que se rebelan contra las circunstancias adversas y tratan de sacar de donde no hay. Pero si el cliente no es exigente, para qué me voy a exponer, pensará más de uno. Ahí puede radicar uno de los problemas: nadie se queja, todos admiten en silencio la pena y el dolor de una corrida infame que suena, como mínimo a una broma pesada, pero doliente para los ateridos bolsillos.

El viernes más, el esperado y anhelado mano a mano entre José Tomás y Morante de la Puebla. Ojalá se convierta en un buen recuerdo.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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