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Los escritores catalanes dan su premio Fuster a la poesía moral de Francesc Parcerisas

La AELC reconoce a su antiguo presidente, profesor universitario y traductor, crítico con el presente y que ultima un dietario marcado por el desasosiego que generan vida y muerte

Carles Geli
Francesc Parcerisas, en la sede de la Associacio d'Escriptors en Llengua Catalana
Francesc Parcerisas, en la sede de la Associacio d'Escriptors en Llengua CatalanaAlbert Garcia (EL PAÍS)

Las trayectorias nunca engañan. La de Francesc Parcerisas podría ser un ejemplo, desde aquel lejano Vint poemes civils (1967) que ya señalaban a un bardo crítico que no se arrugaría en su actitud moral ante la vida cotidiana, lo que con el tiempo le ha convertido en uno de los poetas más celebrados de la llamada Generació dels Setanta. Aderezado con su larga labor docente como profesor universitario de traducción (que no se quedó en la teoría, para felicidad de los lectores de Seamus Heaney, Ezra Pound, Dylan Thomas o J.R.R. Tolkien) o su compromiso administrativo para el bien de las letras (desde presidente de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana –AELC--hasta director y decano de la Institució de les Lletres Catalanes, la ILC), su currículo es de alta densidad cívica y profesional. Y eso es lo que ha reconocido la propia entidad que presidió, la AELC, otorgándole el XVIII premio Jaume Fuster, que se le entregará el próximo 7 de mayo en el Ateneu Barcelonès.

Sant Jordi: ventas estables y más ensayo

A pesar de ser laborable, Sant Jordi hizo una caja de 22,03 millones de euros, apenas 200.000 más (2%) que en 2017, que cayó en domingo, según cifras definitivas del Gremi de Llibreters de Catalunya. Resalta el incremento del ensayo (31,6%), gracias al editado en catalán (6% más) por los libros del procés. Precisamente, Díes que duraran anys, del fotógrafo Jordi Borràs, desbancó de la segunda posición a Antoni Bassas. Màrius Serra cedió la quinta plaza de ficción a Les vuit muntanyes, de Paolo Cognetti.

“Su poesía no dice más de lo que dice; está arraigada en la historia pequeña, menuda, cotidiana, la que se injerta en la vida de los otros”, glosó ayer en el acto de proclamación su compañero generacional (también de un libro a cuatro manos de 1978, Ombra i llum: variacions sobre un tema romàntic) Antoni Marí. Para quien ya ha obtenido los máximos galardones posibles (el Carles Riba de 1966 por Homes que es banyen; o el de la Crítica y la literatura Catalana en 1983 por L’edat d’or; el Serra d’Or por la traducción de La llanterna de l’arç, de Heaney; el Ciutat de Barcelona de 1992 por Focs d’octubre…), el Fuster tiene, aseguró, un alto componente emotivo “por mi vinculación a la AELC, casi desde su fundación, y por llevar el nombre de un hombre de una fortaleza extraordinaria, impulsor de muchas iniciativas durante la Transición, como el Congrés de Cultura Catalana o la misma ILC”.

Fiel a su poesía, y tras elogiar caballerosamente a los que quedaron finalistas, Antònia Vicens (“con ella, ambos muy jóvenes, gané un premio de literatura en Cantonigrós en 1966, hace unos días”) y Antoni Vidal Ferrando, Parcerisas (Begues, 1944) no eludió el momento sociopolítico en el que recae su galardón, época que definió “marcada por una dictatorial pérdida de libertades y un insensible y acrítico seguidismo de la izquierda y el socialismo ante lo que ocurre, especialmente doloroso para aquellos que tantas ilusiones nos hicimos con ellos tiempo atrás, es vergonzoso verlos ahora”. En esa línea, dijo sentirse “más cerca que nunca de raperos, los CDR, los chicos de Alsasua, de la chica de Pamplona, de la gente del 1-O o de los políticos encarcelados… Sólo la lista, por larga y devastadora, ya demuestra la escandalosa involución que vivimos”. Y remachó: "A mis 73 años no puedo ni quiero aceptar la infamia ni la traición ni tampoco la equidistancia de arronsamalic i estiracordetes”, dijo haciendo gala de su notable capacidad de adjetivación. Y acabó con la esperanza, resumida en uno de los versos de Heaney: “…que la nau surarà quan esclati la tempesta”.

La serena firmeza de las palabras de Parcerisas iban tamizadas por el velo del paso del tiempo. Así, afirmó que era un premio “para los que trabajan en soledad y aman el silencio”, en su caso de alguien que se ha formado creyendo en “la libertad, el cosmopolitismo, el rigor universitario, la solidez de los libros… y el misterio de la poesía”. Para completar ese punto de paraíso perdido de sus palabras, habló de su libro más inminente, Un estiu, que publicará Quaderns Crema. “Es una especie de diario de 2014, donde coincidieron factores de vida y muerte: quise recuperar un verano de niño, sólo con playa y lecturas, pero asomó la muerte con las desapariciones de amigos como Jaume Vallcorba y Manuel Serrat Crespo y las enfermedades fatales de Carles Miralles y Josep Miquel Soler… El libro trenza ese desasosiego que aparece al ver que la gente que te ha hecho compañía durante la vida va muriendo y tú te vas quedando paulatinamente solo”. Ligado a ello, querría después editar y anotar la correspondencia que mantuvo con Soler en tanto “puede dar cierta medida de nuestra generación, con su horizonte de cambios, de progreso…”.

“Hemos de salir de este callejón sin salida”, le espetó Marí. “Sí, los ha habido de más gordos… Mi madre era una niña refugiada de Asturias que en enero de 1939 tuvo que dejar Barcelona cargada con una maleta y huir a pie a Francia… Los jóvenes se reharán de todo esto; la esperanza en el mundo es más grande que todas las trabas que se puedan poner… Así lo creo”, cerró Parcerisas.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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