¿Ciencia viva o memoria? Francia debate cómo honrar el legado de Marie Curie
El Ministerio de Cultura suspendió momentáneamente la destrucción de una parte del Instituto del Radio, donde la célebre científica, con dos Nobel, hizo sus investigaciones
Es la historia de un dilema. La de cómo preservar el legado de Marie Curie (1867-1934), pionera de las investigaciones sobre radiactividad y única mujer en ganar dos premios Nobel. En el centro, un pequeño edificio de ladrillos claros, cuya destrucción fue suspendida in extremis por el Ministerio francés de Cultura. El instituto al que la científica dio su nombre quiere derribarlo para construir un centro puntero dedicado al cáncer. Los defensores del patrimonio quieren protegerlo y afirman que formaba parte integral de los laboratorios de la laureada. Las autoridades tienen ahora la última palabra.
El capítulo sigue abierto. La exministra de Cultura, Rima Abdul-Malak, anunció a inicios de enero que había acordado suspender la demolición del Pavillon des Sources con el presidente del Instituto Curie, Thierry Philip. La decisión es momentánea y sirve para examinar todas las alternativas posibles. Desde entonces, los argumentos de ambas partes se suceden en artículos, tribunas y redes sociales. Y el gobierno del presidente Emmanuel Macron nombró a una nueva ministra en el cargo, Rachi Dati, hasta ahora jefa de filas de la oposición conservadora en el Ayuntamiento de París.
El edificio que cristaliza las tensiones es de dos pisos y mide poco más de 100 m². Está en el Barrio Latino, situado en la rive gauche, la orilla izquierda del Sena. Al lado están la Universidad de la Sorbona y el Panteón, donde reposan algunas de las máximas personalidades francesas. Entre ellas Marie Curie y su esposo Pierre, galardonados con el Nobel de Física en 1903 por sus trabajos sobre la radiactividad. Ocho años después, la científica gana otro Nobel, esta vez de química, por el descubrimiento del polonio y el radio, dos elementos radiactivos.
Los galardones, además de otorgarles visibilidad, les permitieron mejorar sus condiciones de trabajo y crear el Instituto del Radio en 1914. Su heredero es el actual Instituto Curie, hospital y centro de investigación especializado en la lucha contra el cáncer. El edificio en cuestión está vacío desde finales de los 2000. Las rejas colocadas para su derribo impiden acercarse demasiado. A su alrededor, un pequeño jardín con árboles plantados por la propia Curie. De un lado y otro, dos inmuebles: el Pavillon Curie, donde la científica tenía su laboratorio y que hoy alberga un museo, y el Pavillon Pasteur. El conjunto fue diseñado por el arquitecto Henri-Paul Nénot.
“¡No se pueden separar, van juntos!”, exclama por teléfono Baptiste Gianeselli, un parisino de 42 años que lanzó la voz de alarma. Férreo defensor del patrimonio y al origen de varias otras peticiones, recuerda que la familia Curie descubrió la radiactividad artificial e inducida en ese mismo lugar. “Sin el Pavillon des Sources no hubiera sido posible”, insiste.
El espacio, una suerte de anexo, no era el laboratorio de Curie como tal, pero sirvió para almacenar materiales y residuos. El museo Curie detalla que la científica lo usó para fabricar ampollas de emanación de radio, destinadas en ese momento a los hospitales militares, que las usaba para aseptizar heridas de la Primera Guerra Mundial. Pocos años después, serán usadas para tratar cánceres.
“Todo el espíritu de Marie Curie está en ese proyecto”
El edificio y su uso constituyen el meollo de la polémica. En febrero de 2023, el Instituto Curie obtuvo el permiso de demolerlo del Ayuntamiento de París. El objetivo es construir un laboratorio de cinco pisos y 2400 m² en ese mismo lugar. Un proyecto de 12 millones de euros, que servirá para desarrollar nuevos compuestos químicos para frenar el desarrollo de tumores. Su paralización genera preocupación. Y cierta incomprensión.
“Todo el espíritu de Marie Curie está en ese proyecto, hasta en su gobernanza”, afirma un colectivo de científicas e investigadoras en una tribuna del diario Libération. Las investigaciones, recuerdan, serán lideradas por una mujer y se enmarcan dentro del plan para reforzar la atractividad científica de Francia frente a la competencia de otros países. Entre los firmantes, Fatima Mechta-Grigoriu, a la cabeza del proyecto junto con Raphaël Rodriguez.
Añade la columna: “No negamos su herencia, la estamos preservando, la ponemos en valor y la cultivamos para que mañana, otras mujeres puedan recibir el Premio Nobel (...) Esta es la manera en que se forjarán nuevas memorias para las futuras generaciones”. El Instituto Curie insiste en la necesidad de estar cerca de las plataformas tecnológicas existentes, de los médicos y de los pacientes. También asegura que el Pavillon des Sources era un lugar de almacenamiento radiactivo y que constituye menos del 3% del patrimonio legado por Curie, que siempre se ha esforzado en preservar.
Pero los argumentos no convencen. “Investigadores trabajaron en el lugar hasta 2015 y uno puede pasearse al lado sin problemas”, asegura Gianeselli. Los puntos de radiactividad no representan peligro alguno, afirman autoridades de protección radiológica citados por Le Monde. Los defensores del patrimonio piden al Ministerio de Cultura que clasifique el conjunto como histórico, como ya había solicitado una de las dos hijas de Curie, Ève.
A ellos se han sumado grupos feministas, como la Asociación Mujeres y Ciencia o la Fundación de las Mujeres, que defienden preservar un sitio emblemático de la contribución femenina a la ciencia. La exdiplomática Claudine Monteil, biógrafa de la familia Curie, recuerda que en el lugar trabajó también Irène Joliot-Curie, primera hija de la científica, ganadora de otro Nobel. “Son verdaderamente mujeres que lo sacrificaron todo sin nada a cambio”, explica por teléfono. “Es la única familia en el mundo que obtuvo cinco Nobel, que rechazó registrar patentes comerciales para que cualquiera pudiera beneficiarse de su descubrimiento”, insiste.
Nadie discute su legado. La pregunta es cómo reivindicarlo. Zanjar un debate entre memoria y ciencia viva. El director del museo Curie, Renaud Huynh, entiende ambas partes. “Es una tensión que existe por naturaleza entre ciencia y patrimonio”, resalta a este diario. Su oficina da al edificio y al jardín. Detrás de un banco hay un pequeño busto de Marie y Pierre. A unos pasos un cartel, con una foto fechada en 1923. Es ella en su balcón, observando el pequeño espacio verde. Al final, añade Huynh, “la decisión será política”.
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