La comodidad de la cumbre
La tauromaquia a caballo de Hermoso de Mendoza no encierra ningún misterio: es un torero consumado, un catedrático que ha fundido la ortodoxia clásica con las innovaciones más sorprendentes tanto en la doma como en la ejecución de las suertes. Con una cuadra espléndida, Hermoso es de esos genios reconocidos al que siempre se le supone un magisterio indiscutible. Ha alcanzado un nivel que, sean cuales sean las circunstancias de cada tarde, siempre se tiene la impresión de estar asistiendo a una clase magistral, de esas que dejan aroma de toreo grande.
Qué pena que esa clase exquisita y suprema no compita en más ocasiones y en plazas de categoría con Ventura, el otro gran maestro del rejoneo actual. Se ha hablado de vetos del navarro, siempre desmentidos, pero lo cierto es que esos cara a cara entre los dos más grandes no llegan. Una verdadera pena, se insiste, porque lo que se puede concluir es que no es fácil alcanzar la cumbre, pero una vez instalado en ella se corre el peligro de claudicar ante la comodidad. El sabor del triunfo en solitario sabe mejor que la competencia con quien se atreve a disputar el cetro.
En fin, que los grandes rejoneadores también son humanos y tienden a huir de las exigencias que van más allá de las que entienden como propias. Pero no deben olvidar que pierde la fiesta; y lo que no está claro es si los toreros en general asumen o no un serio compromiso con la tauromaquia.
Sea como fuere, lo cierto es que Hermoso ofreció en Pamplona una nueva y extraordinaria lección de toreo a caballo; claro es que su experiencia y calidad, unidas a sus caballos estrellas, son una garantía de éxito. Torea en esta plaza como en el patio de su casa, y a lomos de Viriato, un caballo que desafía al toro con la cara y los pechos, enardeció a los tendidos en su primero; templó maravillosamente con Disparate en el cuarto, y volvió a lucirse con Manolete mientras los espectadores ocupaban sus manos y su atención en suculentos bocadillos. En fin, que es un maestro que bien podría medir sus fuerzas con quien, con sus mismas armas, pretende robarle la comodidad de la cumbre.
Junto al catedrático dos aspirantes con un buen currículo. Mejor suerte merece Sergio Galán, que es mejor rejoneador que lo que le reconocen sus pocos contratos. Valiente, clásico y poco espectacular tuvo una actuación meritísima en sus dos toros.
Y Armendáriz no quiso ser convidado de piedra. A la altura de las circunstancias toda la tarde, emocionantes fueron sus quiebros al primero con el caballo Ranchero, y solo su fallo con el rejón de muerte ante el sexto le impidió acompañar a hombros a sus compañeros de cartel.
SAN PELAYO Y SAN MATEO / HERMOSO, GALÁN, ARMENDÁRIZ
Toros despuntados para rejoneo de San Pelayo y de San Mateo, manejables.
Hermoso de Mendoza: rejón trasero (oreja); pinchazo y rejón en lo alto (oreja). Salió a hombros.
Sergio Galán: dos pinchazos, rejonazo, un descabello y el toro se echa (silencio); pinchazo y rejón en lo alto (dos orejas). Salió a hombros.
Roberto Armendáriz: dos pinchazos y rejonazo (oreja); cuatro pinchazos (ovación).
Plaza de Pamplona, 6 de julio. Segundo festejo de feria. Lleno.
Babelia
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