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De tragafuegos a ser la voz de moda de Nueva Orleans

Meschiya Lake pasó de tocar en la calle a ser considerada una de las artistas más importantes del jazz de la ciudad y aparecer en la serie 'Tremé'

La cantante Meschiya Lake en Sevilla.
La cantante Meschiya Lake en Sevilla. PACO PUENTES (EL PAIS)

Meschiya Lake (Oregón, 1979) pasó de trabajar como tragafuegos y actuar en las calles por una moneda a estar considerada una de las mejores voces del jazz tradicional de Nueva Orleans y aparecer junto a los mejores del género en la serie de televisión Tremé, de David Simon, centrada en la vida en la ciudad tras el paso del huracán Katrina donde, dice, conoció a algunos de los que hoy son sus mejores amigos.

Hoy es una de las revitalizadoras más destacadas del jazz de los años 30 y 40, y ha sido elegida en cinco ocasiones Mejor Vocalista Femenina de Nueva Orleans en los Big Easy Music Awards. Pero ella le quita importancia. “No me importa el reconocimiento, no me muevo por eso”, dice. “Tan sólo quiero seguir creciendo en la música. Igual voy a morir sin un centavo, pero quiero estar satisfecha como artista”.

A Lake le gusta mantener el control de su carrera. Es su propia representante y también la productora de sus cuatro discos junto a su banda, The Little Big Horns, el último publicado en febrero (The Bad Kids club), en los que combina temas de los años 30 y 40 con composiciones propias. “Después del primer disco, que se grabó en directo en tres tomas, me he concentrado mucho en mejorar la calidad del sonido, los arreglos y la producción”, reconoce. “Creo que la música puede englobar muchos aspectos: el lirismo, las artes escénicas las artes visuales… Me gusta ofrecer un paquete completo”.

No siempre le interesó la libertad del jazz, ni cantar el dolor y la pena en tonos mayores, como una celebración de la vida a través de las historias del sufrimiento, tal y como ella lo describe. Con 13 años ganó un concurso de cantantes adultos, en un steakhouse de la ciudad en la que vivía, gracias a la interpretación de Walking after midnight, de Patsy Cline. Allí comenzó, casi sin saberlo, una carrera que le trajo por primera vez a España el pasado mes de marzo. Actuó en el festival Sevilla Swing, junto a Dizzy Birds, una banda alemana que sustituye a su formación habitual.

Unos días antes de los conciertos, durante una conversación en plena calle que constantemente salpica con alabanzas a la ciudad que está apenas descubriendo, confesaba que no sabía qué tipo de show haría en Sevilla. “Normalmente no hacemos una lista de canciones, vemos cómo se comporta el público y nos guiamos por el sentimiento que nos transmite”, explica. “Si vemos que quieren bailar y están felices, tocamos temas más alegres. Si quieren sentarse y escuchar, hacemos otro tipo de show. Hacemos espectáculos especialmente diseñados para cada público”, indica con una sonrisa.

Y el repertorio elegido, con clásicos del jazz como Bessie Smith o Billie Holiday, dejó un concierto de energía y virtuosismo de unos músicos que, sobre todo, se divertían en el escenario. Meschiya Lake es poderosa en escena, con una actitud casi punk, de voz dulce y dolida por momentos y expansiva y opulenta en otros. Lake canta con las entrañas, mastica las canciones, las traga y luego las escupe. Sus interpretaciones son intensas, pero sabe dosificar su vigor en una voz prodigiosa.

Algunos años tocando en la calle y otros cuantos trabajando en el circo son sus dos principales escuelas para su impresionante presencia escénica. Tras crecer en una ciudad muy conservadora donde siempre se sintió fuera de lugar, decidió unirse a un circo con 19 años. “Me sirvió para aprender a estar en un escenario, a manejar los errores, saber cómo sales de ahí y sigues tocando”.

La experiencia en el circo terminó cuando llegó a Nueva Orleans, hace ahora más de 15 años, y quedó atrapada con la atmósfera de la ciudad y la música que, como explica, está en todas partes. “Comencé haciendo música en la calle. Es una escuela increíble porque tienes que ganarte la atención de la gente, tienes que hacer que se paren. Te obliga a perseverar si quieres pagar las facturas”.

¿Cuándo decidió entonces dejar esa vida errante y comenzar una carrera más convencional? “Todavía no ha terminado”, corrige. “Pienso tocar en la calle en Sevilla”, dice días antes de su concierto. “Para mí es importante que la música no se convierta en un trabajo. Si pierdes esa alegría de tocar porque sí, el público lo nota, y uno de los motivos por los que estoy en la música es para poner una sonrisa en la cara de la gente”, concluye.

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