Málaga no sabe qué hacer con su historia
Los trabajos previos para la construcción de un equipamiento cultural en la Plaza de la Merced se han topado con restos arqueológicos de época romana, nazarí y cristiana
La Plaza de la Merced es hoy un epicentro turístico en Málaga. Hay bares y restaurantes, pero también la casa natal de Picasso. A un paso están el Teatro Cervantes y el teatro romano. Antes del coronavirus, miles de personas visitaban la zona cada día, pero la zona es un cruce de caminos cultural desde hace mucho más tiempo. Lo demuestran los restos encontrados bajo el antiguo cine Astoria, derribado en otoño de 2019. Bajo tierra se han hallado enterramientos romanos de los siglos I y II, restos de un barrio alfarero del siglo XI y del posterior arrabal nazarí de Fontanella, así como 300 cuerpos que los especialistas creen que corresponden a parte de quienes participaron en la toma de la ciudad por los Reyes Católicos en 1487. También hay partes del antiguo hospital de Santa Ana y el convento de La Merced, ambos del siglo XVI. La ciudad se debate ahora entre si volver a tapar todo y construir encima o mantener a la vista este pedazo de historia local y olvidarse del edificio. La tercera vía, hacer visitable el yacimiento como parte del futuro inmueble, tampoco está clara.
El trabajo realizado por las arqueólogas durante el último año a petición municipal ha sembrado de dudas un proyecto que, de por sí, ya las traía bajo el brazo. En 2010, el Ayuntamiento de Málaga compró el viejo edificio por 21 millones de euros a una promotora que proyectaba apartamentos de lujo. La operación buscaba impulsar un gran equipamiento cultural. En 2017 lanzó un concurso de ideas que ganó Antonio Banderas, pero el actor se retiró de la puja tras “los insultos, las descalificaciones y el trato humillante” que él mismo denunció. El alcalde, Francisco de la Torre, trató de convencerle para que volviera. No lo consiguió y, dos años después, Banderas presentó su Teatro del Soho con fondos privados.
Hoy aún no está claro el proyecto para la zona. No hay pliego de condiciones, pero hasta el momento el municipio ha defendido la creación de un edificio cultural moderno con espacio para hostelería. También se ha barajado un auditorio subterráneo a diez metros de profundidad, equipamiento reclamado por el sector de la cultura desde hace años, pero que ahora tiene un encaje más complejo. Si finalmente se decide conservar lo encontrado, sería incompatible. Además, solo se ha excavado a 5,5 metros bajo tierra y, a mayor profundidad, no se conoce si habrá más restos. Ese trabajo, sin embargo, conlleva riesgos. “Bajar en profundidad supone también destruir”, afirmó hace unos días Aurora Zafra, jefa del Servicio de Conservación y Arqueología de la Gerencia Municipal de Urbanismo.
“Excavar por excavar está prohibido por Ley”, añade Ana Arancibia, de la empresa Taller de Investigaciones Arqueológicas y quien ha realizado los trabajos en la parcela hasta esa cota, como recoge el contrato de licitación. La experta prefiere no dar todavía su valoración sobre el yacimiento, aunque indica por dónde podría ir al definirse como “muy conservacionista”. Varios especialistas consultados creen que “procede conocer” qué hay bajo tierra. Más aún, cuando en las obras de un aparcamiento subterráneo a pocos metros se encontraron tumbas de época fenicio-púnica y un hipogeo -galería funeraria subterránea- datado entre los siglos VI y IV antes de Cristo.
La situación ha desembocado en una crisis municipal. “No veo algo absolutamente apasionante o brillante para crear un espacio de visita arqueológica”, aseguró el alcalde malagueño durante una visita al lugar. A cambio, también subrayó que “la historia y la arqueología tienen prioridad y los proyectos deben adaptarse a ello”. Su tibia afirmación y su apuesta por construir un inmueble en la zona contrasta con la opinión de la concejala de Cultura, Noelia Losada -de Ciudadanos, socio de gobierno del PP en Málaga- quien dejó la puerta abierta a no edificar pese a haber firmado un acuerdo que recogía promover esta actuación. Es la brecha que ha aprovechado la oposición municipal para solicitar un pleno extraordinario que trate el asunto. “No necesitamos más bares”, subrayó Eduardo Zorrilla, portavoz de Adelante Málaga. “El debate es saludable, pero veo que la oposición ha sido, una vez más, oportunista y poco prudente”, dice De la Torre a EL PAÍS, para recordar posteriormente que, durante la integración de los restos bajo el Museo Picasso Málaga, no hubo “ningún tipo de polémica”.
El regidor apunta también hacia el valor arquitectónico de la plaza. Es lo que defiende el Colegio de Arquitectos de Málaga, donde opinan que el inmueble previsto –técnicamente viable sobre los restos, visitables o no- permitiría mantener la configuración histórica de la Plaza de la Merced, nacida en el siglo XV y que ha evolucionado con la ciudad. “No podemos caer en el error de desmantelar este patrimonio para preservar unos restos que, quizás, tengan menos valor”, dice Francisco Sarabia, decano de la entidad, quien pide que la decisión se tome tras conocer el pronunciamiento de la Junta de Andalucía.
La administración regional es competente en la materia y, como ocurrió con los restos del Metro, deberá tomar una decisión en base al informe final que ya redactan Ana Arancibia y su equipo. A la espera del documento, la delegada del Gobierno autonómico en Málaga, Patricia Navarro, ha subrayado que la información servirá para decidir “sin injerencia política” si los restos se deben preservar -en el sitio o en otro lugar- o si no tienen valor suficiente para ello. Toca esperar para saber qué hará Málaga con su historia.
Babelia
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