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Rafael R. Villalobos: el ‘enfant terrible’ de la ópera contemporánea convierte a Orfeo en “un lobo de Wall Street”

El director sevillano abre la temporada del Teatro Real con el ‘Orphée’ de Philip Glass después de que dos cantantes renunciaran a protagonizar su transgresora ‘Tosca’ en el Liceo el próximo enero

El director de escena Rafael Rodríguez Villalobos, el martes 12 de septiembre en Sevilla.
El director de escena Rafael Rodríguez Villalobos, el martes 12 de septiembre en Sevilla.PACO PUENTES
Amalia Bulnes

El signo de Orfeo “persigue” a Rafael R. Villalobos (Sevilla, 35 años). Este joven director de escena, que tiene revolucionado el panorama lírico internacional con sus relecturas de los grandes títulos de repertorio, lo que le ha puesto en el centro de polémicas como la que se desató el pasado mayo por la renuncia de los cantantes Roberto Alagna y Aleksandra Kurzak a participar en el estreno de su transgresor montaje de Tosca en el Liceo de Barcelona, inaugura la temporada de ópera del Teatro Real este miércoles con el estreno en España del Orphée de Philip Glass, que el estadounidense compuso en 1991 inspirado en la película homónima de Jean Cocteau (1950).

A la mirada contemporánea de Glass llega Villalobos después de haberse medido con el Orfeo y Eurídice de Gluck en 2019 y con el horizonte puesto en 2025, meta donde le esperan las adaptaciones barrocas del mito realizadas por Claudio Monteverdi y Georg Philipp Telemann. “Es una suerte tener repetidamente la oportunidad de analizar a este personaje universal que yo entiendo como la gran alegoría del poeta, del creador. Me obliga a pensar y a cuestionarme permanentemente quién soy yo como artista”, explica.

Quién es Villalobos lo explica muy gráficamente su siempre ascendente y meteórico currículum, donde figuran distinciones tan precoces como el Premio Europeo de Dirección de Escena de Ópera en Viena, que ganó en 2013 y lo convirtió, con 25 años, en el galardonado más joven en la historia de este reconocimiento. Desde entonces, ha ido encadenando premios y conquistando templos de la lírica como el Massimo de Palermo, la Ópera de Montpellier o la Monnaie de Bruselas, con una línea de trabajo balanceada en ese difícil equilibrio entre el respeto y estudio del género y el atrevimiento propio de un énfant terrible que busca su identidad en múltiples e incluso antagónicos referentes culturales.

El director atiende a EL PAÍS durante un descanso de los ensayos de Orphée, una coproducción del Real y los Teatros del Canal donde todos los intérpretes debutan en su papel, lo que hace que funcionen “como una compañía de teatro”. “Trabajamos con conexión y cohesión, en equipo. Aquí no hay divos, hay una compañía de artistas sin jerarquías buscando llegar a la esencia de una obra, muy compleja, a la que hemos podido ir sacando aspectos que en un principio nos parecían invisibles”, agrega. El sevillano es el encargado también del figurinismo, uno de los aspectos que más le emocionan, confiesa: “Me imagino siempre primero a los habitantes de mis universos y, luego, el espacio en el que habitan”. Ese espacio es la película de Cocteau en la que se inspiró Glass, un título referencial para el cine de las primeras vanguardias que conocía bien Villalobos antes de adentrarse en este proyecto: “Me parecía la parte más complicada: acercarme a una película tan icónica. Soy demasiado fan de Cocteau para intentar hacer algo parecido. Incluso tengo en casa un dibujo que perteneció a María Casares (actriz principal de la película). Por eso para este proyecto finalmente he decidido desvincularme”, añade.

Rafael R. Villalobos, el 12 de septiembre en Sevilla.
Rafael R. Villalobos, el 12 de septiembre en Sevilla. PACO PUENTES

Villalobos alterna estos días de una manera frenética su actividad como director de escena del Orphée de Glass con los ensayos en su ciudad natal de O../o../.o/o./o. (soleá), título imposible del nuevo espectáculo de la bailaora María Moreno en la Bienal de Flamenco, que lo lleva a escudriñar casi todos los rincones de las artes escénicas y musicales, de la ópera a la cultura popular, con una sorprendente naturalidad. “Hay días que ensayo por las mañanas en Sevilla y por las tardes en Madrid”, suspira el regista andaluz, que ha trasladado a la producción operística este ritmo vertiginoso vital que lo mantiene en vilo estas semanas. Por eso “este Orphée va a ser mucho más frenético que la película de Cocteau. Al estudiar bien la partitura, vi que no me llevaba a ese universo de los años veinte en los que se inspira”, explica Villalobos, que ha buceado por el contrario en “esos años locos y modernísimos” en los que Philip Glass está escribiendo este libreto. “Los años noventa en Estados Unidos fueron un tremendo boom artístico. Es la década de los grandes best-sellers literarios, de la burbuja del mercado del arte, se abren las grandes galerías, todo se compra… Es cuando el arte abraza al capitalismo y al liberalismo y se pierde todo el sentido”, reflexiona el director, que reconoce que el filme de Cocteau es “más pausado”, dominado por “la prosodia de la palabra”. Sin embargo, en su versión habrá un Orfeo que es “como un lobo de Wall Street de las artes, más ególatra y desenfrenado”: “Coges perspectiva y te das cuenta de cómo se ha resignificado esta película con el tiempo, no es lo mismo analizar el concepto de artista en 1920 que en los años noventa del siglo XX”.

El cantante Pablo García-López, en el centro, en 'Orphée'.
El cantante Pablo García-López, en el centro, en 'Orphée'.© Pablo Lorente

Con Jordi Francés en la dirección musical, la producción cuenta con un reparto doble en el que destacan las voces de María Rey-Joly e Isabella Gaudí en el papel de la princesa; Sylvia Schwartz y Natalia Labourdette, en el de Eurídice; Edward Nelson y Alejandro Sánchez como Orfeo; y Pablo García-López y Emmanuel Falardo como Cégeste. Villalobos reconoce que la música de Glass es “muy difícil de escenificar”. “Creo que entendía mal su música, es muy minimalista, con esas repeticiones que me parecían muy vacías. Hasta que me di cuenta de que Glass con esa música me estaba dando toda la libertad del mundo”, añade.

Una ‘Tosca’ con polémica

Tras el estreno de Orphée, Villalobos tiene por delante esta temporada la llegada a los teatros españoles de su personalísima versión de Tosca, ópera de Puccini, que estrenó en La Monnaie de Bruselas el pasado mes de junio y que han programado el Liceo de Barcelona para enero y el Teatro de la Maestranza de Sevilla en junio. Tras su estreno en Bélgica y su paso por Montpellier, esta Tosca se representará en España precedida por la polémica protagonizada por el tenor Roberto Alagna, contratado para las representaciones del coliseo barcelonés, que emitió un comunicado este verano en el que hacía pública su renuncia al papel de Mario Caravadossi por el “transgresor montaje de Villalobos”, una retirada a la que se adhirió su pareja, la soprano Aleksandra Kurzak.

“Parto del respeto a los artistas, pero no lo he entendido, yo siempre estoy abierto al diálogo con los cantantes, no he tenido jamás un problema con ellos, trabajo desde la premisa de que se tienen que sentir cómodos. Ha sido una decisión unilateral sobre la que he preferido mantenerme al margen”, explica. El director defiende: “Esta Tosca es una producción de las más clásicas que he hecho, formalmente muy conservadora”. En ella, Villalobos indaga sobre el catolicismo como herramienta de dominación política y la entrelaza con los últimos días de Passolini y su película Saló o los 120 días de Sodoma (como historia paralela, especula con las causas del asesinato del director italiano): “En cualquier iglesia de Roma”, con iconografías tan poderosas, “pueden verse más desnudos y más violencia que en esta ópera”.

Tosca será representada finalmente en Liceo con los cantantes Michael Fabiano y María Agestra en sus papeles principales. “No he tocado ni una coma, pero hemos introducido pequeños puntos discordantes que tienen que ver con la subtrama de Pasolini”, advierte.

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