Ignatius Farray: “Es injusto que la derecha pretenda robarnos el punki”
El cómico canario reúne sus reflexiones en ‘Meditaciones’ y reivindica la libertad de la risa
En Londres, hace casi 20 años, estaba perdido, sin saber qué hacer con su vida, cuando empezó a frecuentar un club con actuaciones de cómicos en vivo, y así fue como al regresar Juan Ignacio Delgado Alemany (Tenerife, 48 años), más conocido como Ignatius Farray, decidió probar suerte como monologuista. Actor, guionista y cantante, además de cómico, ha participado en La hora chanante, en Muchachada Nui y formó parte del trío del ya extinto programa de radio en la SER, La vida moderna. En un café de Malasaña, previo enredo telefónico con su agente y el departamento de prensa de su editorial, frente a una infusión y con su atuedo habitual de bermudas y camisa floreada, habla sobre Meditaciones (Temas de hoy) su tercer libro, en el que ha reunido reflexiones, comentarios y aforismos, siguiendo el esquema del clásico de Marcio Aurelio.
Pregunta. ¿Cuándo leyó las Meditaciones de Marco Aurelio?
Respuesta. No lo he leído entero, pero me he comprado nueve ediciones distintas y las he estado hojeando durante el último año. No estoy a favor de leer, sino de cotejar; me parece más interesante que un libro te lleve a otro libro.
P. Sostiene en su libro que la verdad se inventa.
R. No hay otra manera de relacionarte con la realidad. Me molesta cuando la gente dice que “nos quitemos las máscaras”, porque al final no somos más que eso.
P. ¿Se debe aplicar la ética al humor?
R. Se habla mucho de los límites del humor, y claro que existen. Son un estímulo necesario. Un cómico tiene el deber, la obligación y el privilegio de poder pasarse de la raya. Y para ello necesitas saber dónde está. Los límites son precisamente lo que hace gracia. Se puede hacer comedia sobre cualquier tema, pero no se puede hacer de cualquier manera.
P. ¿De qué depende?
R. Del contexto. En un momento dado, algo puede quedar muy gracioso, y lo mismo, dicho en otro lugar, puede ser muy desagradable. Es muy básico.
P. ¿Ofende el humor más que antes?
R. Hoy se están confundiendo algunas cosas y se piensa que tratar un tema con humor es menospreciarlo. Eso es un malentendido, porque cuando haces comedia estás intentando trascender un poquito esa realidad. Por supuesto que hay que luchar y tener sentido de justicia social, pero que eso no nos impida hacer bromas, porque entonces estaríamos cayendo en un puritanismo que no corresponde a la izquierda. Es injusto que la derecha pretenda robarnos el punki y se apropie de actitudes desvergonzadas.
P. ¿A la izquierda hoy le falta humor?
R. Es un poco paradójico que sea la izquierda la que ahora esté un poco maniatada y sienta que no se puede hacer comedia de ciertos temas, por miedo a que te puedan malinterpretar. Es un empobrecimiento, y por eso es una lucha de la izquierda reivindicar que puedas luchar por las causas más justas, y al mismo tiempo puedas reírte. El fin último de la comedia es la conciliación más que la confrontación. La risa es la distancia más corta entre dos personas... Aunque luego también existe la orden de alejamiento.
P. ¿Qué piensa del debate de quién tiene derecho a hacer bromas sobre qué?
R. Si haces chistes sobre racismo y eres una persona afroamericana lo vives y te toca más directamente. Pero no veo por qué una persona blanca no puede hacer bromas sobre eso. Si se habla de feminismo, por supuesto que las chicas tienen la primera voz para hablar, además ellas hacen hoy la mejor comedia.
P. ¿Hay algún chiste del que se arrepiente?
R. Me pasa continuamente, siento remordimientos. Tengo un sentido de la vergüenza muy desarrollado. Pero mientras tengamos vergüenza, tendremos esperanza.
P. ¿La risa del público es adictiva?
R. Es el sonido que más engancha, porque una persona que ríe es muy libre.
P. Defiende que los prejuicios son necesarios.
R. Uno acaba reconociéndose mucho más en eso y en sus meteduras de pata, que en sus aciertos. No hay que renegar de ello.
P. Escribe que “la derecha es masturbarse llorando y la izquierda es un amor platónico”. ¿No se pueden hacer las dos cosas a la vez?
R. Claro que se pueden hacer las dos cosas, y una te lleva a la otra. Lo que trato de decir es que la derecha se aprovecha de nuestros sentimientos más básicos y la izquierda se aprovecha de lo que queremos ser.
P. Se declara votante de Podemos.
R. No veo ningún problema en decir a qué partido votas. Aunque con la imagen que tengo de puto loco, no sé hasta qué punto les estoy ayudando. Lo más grave de todo es que se nos diga que el centro es la única izquierda posible
P. En Meditaciones escribe sobre cosas que no le gustan de sí mismo, pero ¿qué es lo que más le gusta de ser como es?
R. Que siempre, siempre, siempre consigo hacer pasteles con mierda.
Babelia
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