La Feria de San Isidro de Madrid, la más importante del mundo taurino, arranca marcada por la polémica y la política
Junto a la eliminación del Premio Nacional de Tauromaquia está en marcha una Iniciativa Legislativa Popular que pretende derogar la fiesta de los toros
Este viernes, 10 de mayo, comienza la Feria de San Isidro con un cartel siempre soñado por los taurinos: el de “no hay billetes”. Esta es la primera de otras cuatro tardes más en las que ya no hay localidades en las taquillas. Y el director general de Plaza 1, la empresa que gestiona la plaza de Las Ventas, ha asegurado que serán 17 los llenos que se producirán en este largo, ilusionante y politizado ciclo, el más importante del planeta de los toros.
Largo, porque consta de 23 corridas de toros, dos espectáculos de rejoneo y tres novilladas, y se extiende hasta al 9 de junio y la corrida in memoriam el día 16; ilusionante, porque, a pesar de sonoras ausencias injustificadas, están anunciadas las figuras más atractivas del escalafón de matadores y las ganaderías más comerciales; y el más politizado, sin duda, desde la creación de esta feria madrileña en 1947, porque el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, se ha erigido en espontáneo de lujo y ha revolucionado la fiesta de los toros con la eliminación del Premio Nacional de Tauromaquia al considerar que “hay una mayoría social de españoles cada vez más concienciada con el bienestar animal”.
La supresión de este galardón solo se refiere a 2024, y el ministerio ha abierto un periodo de consulta pública hasta el 18 de mayo para recabar “la opinión de las personas y organizaciones más representativas potencialmente afectadas por la futura norma”, que pretende la modificación de la orden ministerial que regula los premios nacionales y la eliminación definitiva del destinado a la tauromaquia. La página web del ministerio señala que “se pretende revisar el listado de Premios Nacionales y, en particular, la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia con el objetivo de adaptar el listado a la evolución del sector creativo y cultural y atendiendo a las demandas sociales”.
Esta decisión no solo ha provocado una catarata de críticas contra el ministro, no exentas de preocupación ante una posible prohibición de la tauromaquia en un futuro no lejano, sino que varias de las comunidades autónomas consideradas “taurinas” ya han anunciado la creación de otros galardones que vengan a sustituir al que, de momento, está desaparecido.
Y todo ello coincide en el tiempo con una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que, bajo el nombre de No es Mi Cultura, pretende la derogación de la Ley 18/2013 y eliminar la protección estatal de la tauromaquia. Esta propuesta se registró en el Congreso de los Diputados el pasado 4 de enero, fue admitida a trámite un mes más tarde, y sus promotores disponen de nueve meses (hasta noviembre de 2024) para recoger 500.000 firmas. Si lo logran, la iniciativa sería debatida y votada en el Congreso y podría poner en serio peligro la continuidad de la fiesta de los toros en nuestro país.
El último en entrar en la polémica ha sido Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, quien ha propuesto que las competencias sobre la tauromaquia recaigan directamente en la Presidencia del Gobierno, en La Moncloa, algo que sería “políticamente más honesto”, según sus palabras, que mantenerlo en el Ministerio de Cultura, “con un ministro que quiere maltratar al sector taurino”.
Respecto a esta propuesta de García-Page, Urtasun respondió en un acto este jueves. “Las críticas y aspavientos de los últimos días francamente representan a una minoría. Hemos reordenado los premios nacionales, que tienen que ser una aspiración de la cultura de la sociedad española, y mi decisión representa la sensibilidad de no tolerar el maltrato animal”, agregó, para concluir: “Además, la defensa del bienestar animal es una línea clara del Gobierno de España”.
En este caldeado ambiente político, entre la crispación de los aficionados y el entusiasmo de los antitaurinos, comienza una Feria de San Isidro que, inevitablemente, no será ajena al ruido político que genera la tauromaquia en la actualidad.
No son pocos los que opinan que el ministro de Cultura le ha hecho un favor a la fiesta —la prohibición de Urtasun se puede convertir en una llamada a la rebeldía— en un momento en el que otros cuestionan su arraigo social.
En agosto de 2010, con motivo de la decisión del Parlamento de Cataluña de prohibir las corridas de toros en esa comunidad, este periódico publicó los resultados de una encuesta de Metrocospia que reflejaban que “al 60% de los españoles no le gustan los toros, pero el 57% se declara en desacuerdo con la medida adoptada”. Los que manifiestan ser aficionados representan el 37%, y el 52% es partidario de que la fiesta siga existiendo.
Años más tarde, a finales de 2021, Vicente Royuela, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, publicó un trabajo en el que señalaba que “en el año 2014, el 53% de los españoles manifestaba un nulo interés por la fiesta de los toros, cifra que aumentó tres puntos cuatro años más tarde; y en 2018, el 25% (unos 11 millones) cifraba su simpatía por la fiesta”. Añadía: “Ni el desinterés significa rechazo ni el apego es sinónimo de asistencia. Una cosa es que no tengas interés y otra muy distinta que estés en contra”, comentaba Royuela. “Si a usted le preguntan si le importan los archivos históricos, y contesta que no, la respuesta no manifiesta una posición contraria”.
Las conclusiones del catedrático catalán estaban basadas en las estadísticas taurinas que anualmente publica el Ministerio de Cultura, las mismas que señalan que el número de festejos taurinos ha descendido de los 2.422 que se celebraron en 2010 a los 1.474 de 2023. La asistencia en el periodo 2000-2007 fue del 9,8% de la población, y la de 2018-19 bajó hasta el 8%. El propio ministerio avisa de que el último dato de asistencia (1,9%) se refiere al periodo entre marzo de 2021 y febrero de 2022, coincidente con la pandemia y los aforos reducidos.
Así están las cosas cuando este viernes 22.964 espectadores cubran el aforo completo de Las Ventas, imagen que se repetirá a lo largo de la feria; de estos, 16.575 son abonados, 1.072 más que en 2023. Y ello a pesar de los precios del abono, que oscilan desde los 134 euros en la andanada de sol a los 4.236 euros de la mejor barrera de sombra. Los precios suben en las entradas sueltas, desde 15 euros en la andanada de la solanera a los 227 en la barrera de sombra.
A estos datos habría que añadir los más de 55.000 abonados directos a la plataforma Onetoro, y los espectadores que puedan seguir los 15 festejos de la feria que va a retransmitir en abierto la cadena autonómica Telemadrid.
Lo previsible es que los números finales sean muy parecidos a los de la feria de San Isidro de 2023, en la que se colgó nueve tardes el cartel de “completo”, y asistieron a los festejos un total de 482.177 espectadores, lo que supuso una media de 21.000 aficionados diarios (el 90% del aforo cubierto).
Un buen termómetro
Este viernes se abren las puertas de la plaza de Las Ventas con un plato fuerte en el ruedo: Morante de la Puebla y Diego Urdiales, junto al joven García Pulido, que confirmará la alternativa. Es un buen aperitivo para los siguientes festejos en los que se anuncian Alejandro Talavante, en cuatro tardes, el propio Morante y Borja Jiménez, en tres, y un amplio ramillete de las figuras más reconocidas. No habrá sorpresas en el apartado de las ganaderías, elegidas entre las más artistas y nobles del campo, si bien es cierto que también se anuncian seis corridas que se pueden denominar ‘toristas’, como son las de Baltasar Ibán, Miura, José Escolar, Victorino Martín, Adolfo Martín y Pedraza de Yeltes.
Junto a los festejos taurinos está anunciado un amplio programa de actividades culturales que incluye exposiciones de pintura, escultura y fotografía, conferencias, presentaciones de libros y mesas redondas.
La moneda está en el aire. El tiempo dirá si la decisión del ministro de Cultura es solo una estrategia electoral o forma parte de un proyecto más ambicioso y preocupante del Gobierno; y si el sector taurino es capaz de ir más allá de las peticiones de dimisión, y hacer, de una vez por todas, examen de conciencia y los deberes necesarios para enraizar la fiesta de los toros entre las nuevas generaciones.
El mes de junio está a la vuelta de la esquina, y la Feria de San Isidro habrá sido un buen termómetro de la situación.
Babelia
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