Epidemia de pesadez
Astifina, mansa y deslucida corrida de José Escolar, con la que Robleño echó un borrón tras una aceptable faena, y Damián Castaño y Gómez del Pilar cumplieron con creces
Es tradición que los toreros —la mayoría— se pasen por la capilla cuando llegan a la plaza, pero la impresión reinante es que después de santiguarse ante las imágenes de su devoción acuden a la enfermería, donde un miembro del equipo médico les inyecta una vacuna. La de la pesadez.
No tiene explicación posible que cuando aún faltan cinco corridas de feria hayan sonado ya 71 avisos, señal inequívoca de que no es un problema de uno o dos toreros, son todos ellos unos pesados, y la única razón que lo justifique en que le han inoculado un virus que los hace inmune a la medida del tiempo.
Esta tarde, el maestro Fernando Robleño, a la sazón director de la Escuela Taurina de Madrid, ofreció en su primer toro toda una disertación magistral sobre la lidia, de modo que al descastado, insulso y noble animal le recetó muletazos meritísimos por el lado derecho, con la muleta a media altura, desbordante de naturalidad y gusto. Y el público, necesitado de buen toreo, se lo reconoció sobradamente. Incluso dibujó Robleño alguna pincelada por el pitón izquierdo, el más complicado. Pero cuando la labor estaba hecha y los mulilleros se preparaban para su quehacer, a Robleño se le enredaron las ideas, volvió a citar, y dio pie a que sonara un aviso antes de montar la espada. Y como el torero no destaca precisamente por su puntería, falló una y otra vez y se atascó con el descabello, y a punto estuvo de que le echaran el toro al corral. ¿Qué explicación tiene tamaño error en un maestro como él? La inyección, sin duda; no hay otra.
Y algo parecido acaeció a Gómez del Pilar en su primero; demostró que posee buen gusto y torería en tres muletazos iniciales con la mano derecha henchidos de sabor; elegantísimo un cambio de manos posterior ante un oponente tan noble como soso, y un trazo hondo en una breve incursión al natural. Pero no estaba satisfecho y siguió allí hasta que sonó el aviso, y dos segundos le faltaron para que se escuchara el segundo. La vacuna…
Por cierto, la corrida de Escolar, bien presentada, muy astifina, sobre todo los dos últimos, mansa en el caballo y sosa, noblota y deslucida en el tercio final. Solo el segundo acudió con alegría en el primer tercio hasta en tres ocasiones, pero su pelea fue decepcionante, lo que no impidió que Alberto Sandoval ofreciera una enciclopedia del toreo a caballo; y Damián Castaño se empeñó, obligado por parte del público, en demostrar la bravura del quinto, pero el animal estaba más pendiente de los toreros que del piquero.
Castaño volvió a decir que es valiente a carta cabal. Se le vio más pendiente de las posturas que de dominar al toro ante el segundo, con el que trazó muletazos a media altura que no desentonaron. Entró a matar con todas sus fuerzas, se quedó en la cara del toro y resultó atropellado sin consecuencias; después, se jugó el tipo de verdad ante el quinto, muy descarado de astifinos pitones. Superó con creces el complicado compromiso con varias tandas con la zurda, de frente, muy bien colocado, y un manojo de naturales limpios resultaron y rebosantes de emoción.
Tampoco estuvo diligente, aunque sí con madera de veterano lidiador Robleño ante el cuarto, otro toro soso, y Gómez del Pilar plantó cara al muy deslucido sexto, que no tenía un pase.
Lo dicho: hay una epidemia de pesadez entre los toreros.
Escolar / Robleño, Castaño, Del Pilar
Toros de José Escolar, correctos de presentación, astifinos, mansos en varas, sosos, nobles, blandos y deslucidos. El segundo acudió alegre al caballo en tres ocasiones, pero no hizo pelea de bravo.
Fernando Robleño: -aviso- pinchazo, casi entera atravesada, cuatro descabellos -segundo aviso- y cinco descabellos (palmas); pinchazo y casi entera (silencio).
Damián Castaño: estocada (ovación); casi entera caída y un descabello (ovación).
Gómez del Pilar: -aviso- estocada baja (ovación); estocada y dos descabellos (silencio).
Plaza de Las Ventas. 4 de junio. Vigésimo segunda corrida de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de entrada (17.152 espectadores, según la empresa).
Babelia
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