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El bodrio del año en Mestalla

Un Valencia anodino empata ante un Sporting conformista

En partidos como este, debería ser al revés: la gente debería cobrar por ir a Mestalla. Pasar la factura por las taquillas al abandonar el estadio, tal fue el sopor al que lo sometieron un Valencia atropellado ante un conformista Sporting. Ni siquiera los últimos 10 minutos, animados por la entrada del brasileño Jonas en la delantera local, indultaron a un Valencia que no transmite nada. Si acaso confusión y tristeza a pesar de que los resultados le han ido acompañando. Mestalla castigó el aburrimiento con una pitada final para su equipo y algunos aplausos para el Sporting, al que se le reconoció al menos la sincronización defensiva, devorando todos los espacios entre la delantera valencianista.

VALENCIA 0 - SPORTING 0

Valencia: Guaita, Miguel, Stankevicius, Ricardo Costa, Mathieu, Topal, Tino Costa, Joaquín, Domínguez (Soldado, m.55), Mata (Pablo, m.69) y Aduriz (Jonas, m.79)

Sporting: Cuéllar, Lora, Botía, Iván Hernández, Canella, Eguren, De las Cuevas (Nacho Novo, m.83), André Castro, Nacho Cases, Diego Castro (José Ángel, m.89) y Sangoy (Bilic, m.72)

Árbitro: Clos Gómez (colegio aragonés). Amonestó por el Valencia a Topal.

Incidencias: partido disputado en el campo de Mestalla ante 40.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.

La pregunta sobrevoló Mestalla toda la tarde. ¿A qué juega el Valencia? Nadie lo sabe. Los jugadores, tampoco. Desde la semana pasada en el Calderón, con parada el martes en Champions ante el Schalke, el conjunto de Emery ha cambiado tres veces de alineación y de sistema sin que se entienda muy bien por qué. Primero, Emery quería jugar con extremos, que para eso cuenta con una nómina tan prestigiosa como la de Joaquín, Mata, Vicente, Pablo, Alba... Después decidió que no, que prefería volcarse por el centro con el trío de los argentinos (Banega, Tino Costa y Domínguez). Y, ante el Sporting, optó por una solución salomónica. Recuperó a Joaquín y a Mata por los costados, pero mantuvo a Chori Domínguez para tratar de enganchar con Aduriz. El resultado fue espantoso. El delantero vasco no dispuso ni de medio pase al que hincarle el diente, tal fue el atasco en el centro del campo. Casi al final, Aduriz salió del campo en camilla y estará cuatro semanas de baja por un esguince. Sin velocidad en la circulación del balón, el ataque valencianista fue anodino, pan comido para una defensa tan pulcra como la sportinguista, pletórica tras haber podido frenar al Barça en la jornada anterior. El Sporting estuvo encantado con el empate, sin arriesgarse ni un dedo a perder ese botín.

La atonía valencianista estuvo marcada por la actuación de Chori Domínguez, un jugador que siempre aparenta más de lo que es. Parecía mucho mejor en el Rubin Kazan y lo mismo en sus inicios como valencianista, en invierno pasado. Pero su aportación, al final, puesta en la balanza, es poca cosa. Para actuar de mediapunta le falta desborde, pase y gol.

Le costó admitirlo a Emery, sustituyéndolo en el arranque del segundo tiempo por Soldado. Este equipo siempre resulta más amenazante con dos delanteros, a pesar de que al técnico le cueste tanto reconocerlo. Así lo intuyó también el Sporting, que sufrió algo más en defensa en este tramo. Y aun así, Diego Castro dispuso de algunas opciones de adelantarse. Primero se durmió en el remate ante un gran centro desde la derecha de André Castro. Y, después, el mismo capitán sportinguista dilapidó un disparo lejano tras un error previo en el despeje con el pie de Guaita. Entonces Preciado dio paso a Bilic a fin de que aguantara los pelotazos largos, pero este se topó con un Stankevicius impecable. El lituano llegó de tapadillo en verano pasado y se ha convertido en el mejor central del Valencia.

Topal emergió en la segunda parte como el jugador más valioso del Valencia. Lo barre todo en el centro del campo porque físicamente está por encima de compañeros y de rivales. Joaquín irrumpió en el último cuarto y se internó con potencia por el extremo, quitándose unos años de encima, aunque sin suerte en los pases. En uno de ellos le sirvió un remate a la derecha de Tino Costa, un regalo envenenado. El argentino es un zurdo tan cerrado que la derecha la tiene inutilizada.

Emery le dio 10 minutos al brasileño Jonas para que explicara las bondades de su fichaje invernal. Coincidió con lo más potable del Valencia, alguna sensación de peligro que estimuló a la grada. Jonas participó más de lo previsible: aquí una prolongación de cabeza, allí un pase y, para acabar, un par de regates y un disparo, justo en al final, para dejar al menos la esperanza de que el Valencia ha contratado un buen delantero. Una ilusión en medio del bodrio del año en Mestalla.

Joaquín y Diego Castro luchan por el balón
Joaquín y Diego Castro luchan por el balónAFP
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