Jaime regala los puntos en el último minuto
Rubén Castro aprovecha un fallo garrafal del portero del Valladolid y sentencia un partido igualado en el último suspiro
El Valladolid le tiene fe a Djukic y a su estilo pero hay días que no es suficiente porque hay equipos muy trabajados, bien estructurados y que además tienen jugadores que hacen cosas diferentes, que son capaces de cambiar el ritmo, de probar cosas nuevas y ayer eso era lo que tenía enfrente, porque el Betis de Mel no hizo un buen partido, hizo muchas cosas mal, pero tiene el aire de los que saben que hacer en cada momento por diferente que sea del anterior, se toma el fútbol con un enorme sentido estratégico. El Valladolid tuvo un rato, el Betis tuvo el siguiente y al final llegó un error del portero del Valladolid, el cuero le cayó a Rubén Castro que solo tuvo que empujar a la red los tres puntos para el Betis
VALLADOLID, 0 - BETIS, 1
Real Valladolid: Jaime; Rukavina, Marc Valiente, Jesús Rueda, Balenziaga; Álvaro Rubio (Sastre, 61'), Víctor Pérez; Omar (Bueno 82'), Oscar, Ebert; y Javi Guerra (Manucho 73'). No utilizados: Dani, Sereno, Baraja, Peña.
Real Betis: Casto; Nelson, Paulao, Mario, Nacho; Nono (Nosa 58'), Rubén Pérez, Beñat; Agra (Alex Martínez 63'), Jorge Molina (Pereira 70') y Rubén Castro. No utilizados: Fabricio, Dorado, Pozuelo, Salva Sevilla.
Gol: 0-1. M.. 89. Jaime no despeja un balón fácil, Rubén Castro recoge el balón y marca a puerta vacía.
Árbitro: Delgado Ferreiro. Mostró tarjeta amarilla a Paulao, Sastre, Pereira.
Unos 13.600 espectadores en Zorrilla.
Djukic se ha planteado el inicio de la temporada al esprint y eso que la pretemporada del Valladolid no ha sido ni mucho menos larga pero el estado físico es ejemplar y el técnico no piensa en otra cosa que repetir su once, jugar a lo suyo, mantener el estilo del ascenso, la movilidad, la velocidad, la banda, tocar y tocar. No administra esfuerzos, su plantilla es corta, el calendario favorable y es el momento, o eso piensa Djukic, de sumar y sumar, de llegar a las zonas duras del calendario con un buen saco de puntos que permitan un tránsito tranquilo a su plantilla que es muy escasa. Ayer, una vez más, arrancó el partido a todo trapo, sin ningún respiro el cuero circulaba de una banda a otra, tocado, paciente pero con la velocidad suficiente para que el centro del campo del Betis, Beñat y Rubén Pérez, terminase desaparecido entre sus propios centrales.
Mel se arrancó con una bronca desde la banda, puso a un suplente a calentar al cuarto de hora de partido, y el toque de corneta funcionó porque los medios dieron un paso adelante, los centrales dieron dos, y la presión que comenzaron dejó al Valladolid sin oxigeno. El Betis se dejó por el camino un puñado de ocasiones sin premio, Agra tuvo dos, Nono no quiso mirar a un lado y envió al lateral de la red un remate que debía haber sido un centro, Marc Valiente le sacó a Jorge Molina el balón justo antes de encañonar al portero.
El Betis había hecho la primera parte del trabajo, se había escapado de la encerrona del Valladolid, el balón le pertenecía a los buenos, a Beñat, a Nono, a Rubén Pérez, pero no era capaz de terminar la segunda, la de poner en el marcador la ventaja que en el césped le separaba de su rival. El choque comenzaba a convertirse en un juego táctico en el que el más perjudicado era el Valladolid, con menos músculo y cada vez menos fe, sin que nadie fuese capaz de regresar a su versión inicial.
Pepe Mel comenzó a marcar los tiempos al inicio de la segunda parte. Primero buscó más presencia en el centro del campo, retrasó la línea en la que los suyos comenzaban la presión y le dio algo de oxígeno a Beñat con la entrada de Nosa, atrancó la banda derecha del Valladolid con Alex Martínez y buscó algo diferente para su delantera con Pereira, pero el partido ya era un tostón que solo despertaba para puñetazos ocasionales, para un cabezazo de Ebert que Casto sacó de la línea de gol, una escapada de Pereira que Jaime salvó con las rodillas y un remate de Bueno a puerta vacía que se marchó a las nubes y en esas apareció Jaime, a un minuto del final, para regalar un balón facilón a los pies de Rubén Castro y dejar escapar un punto y algo más.
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