Gayà rescata a la sub-21 y Deulofeu remacha la faena contra Estonia
El lateral del Valencia rescata a los de Celades con un gol a falta de ocho minutos del final
Los delanteros marcan goles y los defensas los evitan. Una certeza que para selección sub-21 de fútbol no ha valido. El partido de apertura de clasificación para el Europeo de Polonia, en 2017, contra Estonia tenía mala pinta. Un dominio estéril que casi hace bueno el dicho de que los goles se marcan, no se merecen. Contra el tiempo no se pude discutir nada y al equipo dirigido por Albert Celades casi le salta la alarma a los 90 minutos. A solo ocho del final, apareció al rescate Gayà, ese correcaminos de la banda izquierda del Valencia, convertido en un instante en delantero.
El libreto de Celades era claro. Posesión, posesión y más posesión. El rival lo permitía. Estonia, parapetada en su campo sobre un 4-1-4-1, no tiene pedigrí en esto del fútbol. Su delantero, Rober Kirss, recorre los campos de la Tercera División con el Alcobendas. Lejos del lustre de los españoles, casi todos repartidos por las plantillas de Primera.
Con tanto balón, los sub-21 se empacharon sin poner en peligro al portero estonio. España ensanchó el campo. Percutían Gayà, Denis Suárez, Bellerín y Deulofeu por las bandas. Por la derecha o por la izquierda. El rojiblanco Oliver Torres se apoderó del timón y filtraba los balones. Convertido en metrónomo decidía, junto con el bético Ceballos, cuál era el ritmo. Todo inútil. El dichoso balón no se enredaba en las mallas de la portería.
Hasta que Gayá se convirtió en desatascador, lo más peligroso fue un disparo al poste del lateral derecho del Arsenal Bellerín en el minuto 35. Anómalo en las partituras de España, llovieron centros desde las bandas. Cerrada como estaba la selección báltica, y sin fortuna en el disparo de media distancia, fue un recurso. Peculiar para un equipo que antaño tenía rematadores, como Morata o Rodrigo. Munir, de 1,75; Oliver cuando se incorporaba, de 1,75 también; o Saúl, de 1,82, no son Santillana. Todos los envíos salían repelidos por la defensa. Ni un cabezazo entre los tres palos.
Los tres puntos sacados por la selección sub-21 son vitales. Todos lo van a ser. Si quieren viajar dentro de dos años a Polonia, tienen que ser primeros de grupo. Competirán contra Suecia, Croacia, Georgia, San Marino y al rival que han derrotado esta tarde.
Esta generación, nacida después de 1994, está llamada a conquistar grandes cotas. Sus predecesores les han dejado sin Juegos Olímpicos el año que viene en Río de Janeiro, pero no es excusa. En la convocatoria de Celades para este partido, 10 de sus futbolistas son campeones de Europa.
El telón lo bajó un penalti, ya en el descuento, marcado por Deulofeu. Mostró ambición, ganas, desborde a raudales. Suyo fue el pase a Gayà para desatascar y suyo fue también el cierre de la función. A veces peca de no acertar con la decisión correcta. Centra cuando no debe o sus ojos se quedan fijos en el césped, con el monopolio del balón.
Los próximos rivales en el viaje hacia el Europeo son Georgia y Suecia. Son en octubre y la sub-21 demostrará si es fiel a este libreto tan reconocible o tiene que recurrir a soluciones de emergencia, como que Gayà se vista de goleador, aun cuando su faceta principal sea la de defender.
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