De jugar en el parking a estar en la élite de Europa
El Barça femenino se incorporó como sección del club en 2002, inicio de un tortuoso camino hacia el éxito actual
De lunes a viernes, campo de entrenamiento; el fin de semana, en un terreno que hacía de aparcamiento. “Creo que todavía tengo las marcas de las rascadas en las rodillas”, cuenta Sheila Sanchón. En la temporada 2001-2002, cuando la UEFA organizó la primera Champions femenina, el Barça ni siquiera tenía una sección. Jugaban bajo el nombre de Club Femenino Barcelona y entrenaban en los campos anexos al Camp Nou, los mismos que servían para dejar los coches los fines de semana. “Si el primer equipo masculino jugaba de local y llovía, el lunes había surcos, marcas de coches, barro duro. ¿Nos importaba? En ese momento, nuestra lucha era otra”, añade Sanchón, que formó parte del equipo azulgrana desde 2001 hasta 2009. Las luchas, entonces, eran más pequeñas. De lo que no hay dudas es de que eran trascendentales y que ese camino ha desembocado en la final de la Champions que el domingo el Barça jugará contra el Chelsea.
“Cada pequeño avance para nosotras era una gran victoria. Si en lugar de entrenar en los campos de tierra de al lado del Camp Nou, lográbamos hacerlo en el de al lado de Mini que era de césped artificial, ya estábamos contentas”, explica Natalia Astrain, entrenadora del Barcelona de 2002 a 2006, hoy segunda entrenadora del Kansas City. El primer gran cambio fue, precisamente, cuando se incorporó Astrain. El 26 de junio de 2002, un mes después de la primera final de la Champions entre el Umea (Suecia) y el Frankfurt (Alemania), el femenino se incorporó como sección. “¿La Champions en 2002? Ni miré la final, creo. Solo me interesaba que nuestro equipo fuera una sección más del club y que formase parte del organigrama de fútbol. Insistí e insistí, al final me escucharon”, cuenta María Teresa Andreu, exfutbolista del Barcelona, y directiva azulgrana entre 2000 y 2003. “El 25% de la masa social del Barça son mujeres. Es un club en el que las mujeres tuvieron su peso y había que reconocerlo”, explica Joan Gaspart, entonces presidente del Barcelona.
La vida, en cualquier caso, no dejó de ser amateur. “Nosotros, en el Barça B, si teníamos que jugar un partido fuera nos poníamos de acuerdo entre varios y llevábamos a las jugadoras en coche”, cuenta el dermatólogo Ramon Tordé, entrenador del filial azulgrana en aquel momento. “Pero íbamos avanzando. Pasar a tener acceso a los servicios médicos fue increíble. Si antes había una lesión se iba a la mutua de la catalana y podías tardar meses”, interviene Astrain. Su sueldo era simbólico. Tenía que entrenar en la FCB Escola (trabajó junto a Samper y Bellerín, por ejemplo) para poder vivir en Barcelona. “Al año siguiente de convertirnos en sección pasamos a cobrar. El salario era de 700 euros. ¿Quién vive con ese dinero en Barcelona?”, se pregunta Sanchón. La exazulgrana trabajaba como operaria en una fábrica. Cinco días a la semana en la empresa, cuatro en el campo de entrenamiento. “Había días que volvíamos en autocar de un partido a las dos de la mañana y a las seis me levantaba para ir a trabajar”, cuenta Sheila Sanchón.
Profesional desde 2016, hoy el femenino tiene uno de los presupuestos más altos de Europa: cuatro millones. Y es una sección no deficitaria para el club gracias al patrocinio de Stanley. Entrenan en la Ciudad Deportiva y cuentan con el mismo servicio médico que el masculino. Desayunan y comen en el club. Tienen nutricionistas y entrenadores personales. De los 700 euros por mes de Sheila a los 250.000 al año que se lleva la jugadora mejor pagada del Barça actual.
“A veces parece que el fútbol femenino se inventó hace dos días. El nivel en España siempre fue muy bueno. El problema era que no se apostaba. Sin entrenamientos, sin cuidados, sin nada, era muy difícil destacar”, subraya Astrain. “Éramos unas pringadas, puede ser; pero el nivel era muy bueno. El problema es que no nos compensaban como lo que era: nuestro trabajo. No podías estar 12 horas en una empresa y después darlo todo en el campo. Pero mira, nuestro esfuerzo ha valido la pena. Estamos en la final de la Champions”, sostiene Sanchón.
Sin revanchismo ni rabia, Astrain reflexiona sobre su legado: “No jugábamos por jugar. Todas sabíamos que teníamos una responsabilidad con el futuro. Lo teníamos que hacer. Todas las personas que lucharon por el Barça en el pasado hoy forman parte esta final. El fútbol es de las futbolistas”.
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