La remontada casi imposible de Fabio Quartararo
El piloto francés, que puede devolver el cetro a Yamaha seis años después, saldrá 15º en el GP de la Emilia Romagna y con el difícil objetivo de cazar a Bagnaia, en la ‘pole’
La costa adriática no es la misma en octubre. Han desaparecido los turistas. Y el sol se ha marchado con ellos a otra parte. La playa sigue en su sitio, pero está vacía. La lluvia aparece de forma intermitente. Y la niebla dibuja un paisaje más invernal que el que solía colarse en las tardes de ruido de motores en Misano, tan cerca de los chiringuitos de playa de Riccione como de la medieval Tavullia, el pueblo de un Valentino Rossi que bailará por última vez junto a su M1 en el circuito que le vio montarse en moto por primera vez. Lo hará en un fin de semana cargado de nostalgia, no tanto por la otoñal caída de hojas en los paseos como por el décimo aniversario de la muerte de Marco Simoncelli, nacido en Cattolica, a mitad camino de todo este tinglado teñido de amarillo.
Es, además, un fin de semana que puede culminar con fuegos artificiales. Los de la celebración del título que tan a mano tiene Fabio Quartararo. Ocurre, sin embargo, que las frías temperaturas y el casi permanente asfalto mojado, han frenado la progresión del francés, que, por primera vez en todo el año se quedó fuera de la Q2 y no pudo pelear por la pole.
El de Yamaha, que nunca ha escondido su incomodidad con la pista mojada, no ha tenido buenas sensaciones en todo el fin de semana. Terminó mal clasificado tras el tercer libre y acabó sucumbiendo, también, en la Q1. Este domingo, cuando tiene su primera bola de partido (cuenta 52 puntos de ventaja sobre Pecco Bagnaia con tres grandes premios por delante) en Misano, formará en parrilla en la 15ª posición. Nunca antes esta temporada había salido desde tan atrás. Sintió por primera vez este año la presión de verse tan cerca de ser campeón. Y deberá templar los nervios en carrera para mantener impoluta su hoja de servicios.
Puede que Bagnaia (Ducati), que sale desde la pole position -es la cuarta consecutiva- y que ya ganó la otra cita celebrada, en septiembre, en el mismo escenario, gane el gran premio. Y alargue la agonía del de Niza. “Tendrá que remontar muchos puestos si quiere ganar aquí el Mundial”, le animó el italiano. Lo que no debería consentir el de Yamaha es caer la precipitación de querer atraparlo y cometer un error. Sería, por otro lado, el primero de la temporada. Quartararo es uno de los pilotos que menos se cae: cuatro caídas en toda el curso, ninguna en carrera. De hecho, es el único corredor de las tres categorías del Mundial que ha conseguido terminar y puntuar en todas las carreras del año.
Con cinco victorias, fundamentales las dos al inicio del curso, en Doha y Portimao, para agarrar el liderato y no soltarlo, el joven piloto -diez podios en total- ya asume que probablemente tendrá que esperar a llegar a Portimao para celebrar el título.
Su peor resultado fue el 13r puesto logrado en Jerez en una jornada en que se sintió incapaz de soportar aquellas 25 vueltas encima de la Yamaha. Atenazado por el síndrome compartimental, el mal de los pilotos de motos, fue perdiendo posiciones, falto de fuerza, destruido. Se operaría a los pocos días. Y volvería al podio rápidamente. En su gran premio, el de Francia, en Le Mans, el circuito que visitaba de niño, acompañado por sus padres con el deseo, cumplido, de tomarse una foto con su ídolo, Valentino Rossi.
Desde entonces, ha defendido el liderato con autoridad. Sin grandes aspavientos ni filigranas, ha salvado los muebles en los circuitos que peor se le daban, como Austria o Aragón, donde terminó sexto y séptimo, respectivamente. Y ha arriesgado lo justo. Mucho más cerebral y confiado, puede devolverle el cetro a Yamaha seis años después.
Cómo y cuándo lo conseguirá es lo que cabrá descifrar en los próximos días. De momento, para liberarse de parte de la presión que le frena, ha pedido a su equipo que no le informe durante la carrera de este domingo de en qué posición rueda Bagnaia. “Eso solo aumentaría la presión”.
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