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‘Puto’, el grito maldito de México

El Tri acumula casi 20 sanciones, económicas y de clausura de estadios, por el insulto desde las gradas y la FIFA amenaza con dejarla sin Mundial

Diego Mancera
Aficionados de la selección mexicana, durante un partido amistoso contra Ecuador, en Carolina del Norte (EE UU), el pasado 27 de octubre.
Aficionados de la selección mexicana, durante un partido amistoso contra Ecuador, en Carolina del Norte (EE UU), el pasado 27 de octubre.Scott Kinser (EFE)

El fútbol, ese caldero donde los sentimientos se llevan al límite, se ha topado en México con un sinsentido. La actitud de los aficionados le ha costado a su selección tener que jugar tres partidos como local a puerta cerrada. Golpe económico y de reputación. La erradicación del grito de “puto” en el momento de cada despeje del rival, por la que la FIFA lucha desde 2014, le puede salir aún más caro. Si los insultos continúan en los partidos de México, el país puede quedar fuera del Mundial de Qatar.

Dentro de los significados de “puto” en el Diccionario figura como una “calificación denigratoria”, para ponderar algo y para enfatizar. No incluye, sin embargo, el sentido peyorativo para referirse a un homosexual en México. También se usa como sinónimo de debilidad y, en quinta acepción, como “sodomita”. “Esto no es una excusa. Ninguna palabra por sí misma es discriminatoria, pero en el caso de vieja se usa de una forma despectiva para referirse a las mujeres. Es el uso de las palabras lo que genera estas condiciones de discriminación”, apunta Claudia Pedraza, doctora en Ciencia Política, especializada en deportes femeninos. Este grito “es una manifestación homófoba, aunque el público no tenga la intención”, agrega.

El grito de “puto” no tiene un origen definido. No obstante, una de las versiones es que surgió en los partidos de fútbol americano al norte de México, en la ciudad de Monterrey. Cuando el pateador hacía lo suyo la gente gritaba: “Ehhh, ¡pum!”, una inofensiva onomatopeya. El sentido se corrompió y se mudó a todo el país. Otro de los epicentros se desplaza a Guadalajara, en el occidente de México. Durante un torneo preolímpico México se enfrentaba a Estados Unidos. Allí los aficionados de un club local, el Atlas, empezaron a jugar con los cánticos argentinos. Del “¡uh!” en cada despeje del portero adversario pasaron al insulto de “¡puto!”.

“Ojalá por lo menos se dieran a la tarea de investigar un poco qué es lo que significa realmente, no tanto es la homosexualidad como tal, porque no va por ahí, mexicanamente hablando decimos puto por cualquier cosa”, se llegó a justificar entonces un hincha del club Atlas. “Hay una resistencia entre los aficionados porque hay una resistencia en general de la sociedad mexicana”, opina el antropólogo Sergio Varela.

Cuando la FIFA detectó en el Mundial de Brasil el significado del grito lanzó advertencias a la Federación Mexicana de Fútbol. Tras el torneo, el organismo mundial retiró cualquier tipo de multa al considerar que los aficionados no tenían “intención de ofender”. Sin embargo, a inicios de 2016, la FIFA empezó con las multas. Hasta el momento cuenta 17 castigos, el último de ellos de 109.000 dólares y dos partidos como local sin aficionados en las tribunas durante las eliminatorias para el Mundial de Qatar de 2022. La FIFA ha establecido una pirámide de castigos: primero los económicos, luego los partidos sin aficionados, después la pérdida de puntos rumbo al Mundial y, por último, una expulsión del mismo.

Desde el inicio, los mismos federativos, entrenadores y futbolistas no lo tomaron en serio. “El organismo mundial no debe imponer su ideología, al contrario, tiene que estar abierta a diversas expresiones en los estadios”, dijo Guillermo Cantú, el que fuera secretario general de la federación en 2016. “En la FIFA lo han tomado como si realmente fuera un insulto y en México no lo es como tal. Lo usamos en el lenguaje coloquial”, defendió Miguel Piojo Herrera, exseleccionador mexicano, despedido por golpear a un comentarista.

”La intención de muchos cánticos en el fútbol mexicano tienen que ver con la feminización y la homosexualización del rival”, considera Pedraza. “Toda la estructura es muy excluyente: hombres que van a ver hombres jugar en un juego dirigido por directivos que son hombres”, agrega Varela.

Para aplacar el grave problema, la federación mexicana ha lanzado campañas en todos los medios posibles para pedir a sus aficionados que dejen de gritarlo. La Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe (Concacaf) ha tenido que intervenir porque, durante los amistosos o la Copa Oro, las tribunas en Estados Unidos se llenan de aficionados mexicanos. También vetaron el grito, incluso deteniendo el partido para advertir a los aficionados, pero la medida ha sido poco efectiva.

En el estadio Azteca, durante dos partidos eliminatorios contra Canadá y Honduras, el grito se coló. En la Liga mexicana nombraron al torneo “Grita México Apertura 2021″. Pero las buenas intenciones tampoco han funcionado: durante un partido entre Cruz Azul y Santos el árbitro detuvo el partido en dos ocasiones para advertir a los hinchas. Las autoridades vetaron el estadio. Uno de los entrenadores más exitosos del país, Ricardo Ferretti, comenzó una conferencia de prensa preguntando si había “viejas” o ”maricones” en la sala. La misma realidad y personajes del fútbol mexicano tumban los planes por erradicar el grito. “Las campañas han atacado todo, menos la homofobia. Si ves las campañas, ninguna nombra la homofobia. Han preferido ir por la idea de que el grito daña a la selección”, añade Pedraza.

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016 escribiendo historias deportivas. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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