“Cuando le metí el segundo al Madrid, pensé: ‘¡No puede ser, estoy muy cerca de la portería!”
Juanan Casanova, autor el año pasado del 2-1 del Alcoyano a los blancos en Copa, recuerda el impacto de la gesta
“¡No puede ser, no puede ser. Estoy muy solo, aquí tan cerca de la portería. Tiene que ser fuera de juego o algo. No puede ser!”. Juanan Casanova (L’Olleria, Valencia; 31 años) acababa de meter el segundo y decisivo gol del Alcoyano al Real Madrid en el minuto 115 y con un jugador menos en el equipo. Literalmente, todo le parecía increíble. “En la repetición se ve cómo me giro a ver al línea. ‘No puede ser, no puede ser”, insistía para sí mismo mientras era sepultado por los compañeros. “La que has liado, chaval”, le gritaban. Unas horas antes, en una entrevista en la radio, lo había clavado al dedillo. “Dos a uno y gol mío al final para que no les dé tiempo a remontar”, pronosticó esa misma mañana. Y tal cual. Aquel tanto, el que culminó la victoria ante los blancos en la tercera ronda de la Copa del Rey de la temporada pasada, retumbará por los siglos en Alcoy y todavía se recuerda como la noche en la que el Madrid de Zinedine Zidane tocó fondo.
Un año después, casualidades, los bombos han devuelto otro Alcoyano-Real Madrid en el torneo del ko (21.30, Telecinco y Dazn). “Íbamos camino a La Línea de la Concepción siguiendo el sorteo y ya solo quedaban Madrid o Barça. El 80% queríamos al Madrid”, reconoce. Pero esta vez, eso sí, será con aficionados en El Collao. La incidencia desbocada de 2.407 casos por cada 100.000 habitantes del año pasado en Alcoy dejó la gesta sin público in situ. “Para nosotros no, pero parecía un entrenamiento y hacía muchísimo frío. Que se jugara sin gente les pudo más a ellos”, asegura Casanova. No ocurrirá lo mismo este miércoles. Por suerte para la economía del club, las nuevas restricciones de aforo no les afectan al tratarse de un campo de menos de 5.000 localidades, así que las 4.700 entradas vendidas estarán presentes esperando otra proeza.
La reedición invita a la ilusión, al y por qué no, y mucho también al recuerdo. “En la prórroga, en cada salto se me subían los gemelos. No podía más, y en el descanso se lo dije al míster. ‘Tira para adentro’, me contestó. Con el gol se me pasó todo”. Un rato antes se había cruzado en un córner con Kroos, que había entrado en el minuto 98 por Isco cuando la cita ya se había torcido de verdad para el Madrid. “Hostia, Toni, ¿luego me das la camiseta?’, le pregunté. ‘Sí, sí, tranquilo’, me respondió. Lleva el ocho y es también mediocentro como yo”, advierte Casanova. Se lo volvió a comentar al terminar el partido en el centro del campo. “Luego, sí”, le insistió.
Pero la marabunta secuestró al héroe del segundo gol, reclamado por todos los periodistas posibles, y él dio por perdida la zamarra del alemán. Sin embargo… “Entré tarde y él estaba esperándome en la puerta del vestuario con la camiseta en la mano. Lo normal hubiese sido coger las cosas e ir al autobús porque ellos tampoco se ducharon allí [por las restricciones]”, rememora este futbolista criado en el Ontinyent, a diez minutos de casa, donde debutó en Segunda B, alcanzó la capitanía, y luego tuvo que lidiar con la desaparición del club, muchos meses sin cobrar y compañeros que lo pasaron muy mal.
Una semana de locura máxima
Una penalidad que, al menos en parte, quedó compensada con el logro ante los blancos. “Salí del campo cuando ya no quedaba nadie. Lleno de barro y con el chaquetón encima, porque no nos podíamos ni duchar. Volví en el coche con el fisio, como siempre, que vive cerca. Primero fui a casa de mis padres. Cuando entré, mi madre llorando. Luego empecé a mirar el móvil, pero me agobié enseguida. El whatsapp era una locura. Contestabas y te llegaban siete más. Lo dejé. La locura máxima duró una semana o así. Entrevistas con todo el mundo. Yo alucinando”, reconoce.
El Athletic los eliminó en la siguiente ronda (1-2) y, esta campaña, de nuevo el Madrid tras cargarse hace tres semanas al Levante (3-3 y 3-1 en los penaltis) con otra enorme actuación del guardameta José Juan, que hace un año ya amargó a los blancos y que ante los granota detuvo dos penas máximas. “Tiene 41 años y es un animal. No quiere parar nunca porque dice que, si no, pierde. Lo ves y te explicas que las cosas no pasan por casualidad”, apunta Juanan Casanova.
Undécimos en el grupo 2 de la Primera Federación (la tercera categoría nacional), un puesto por debajo del Castilla, la Copa del Rey rescata de nuevo las historias del Alcoyano, de Juanan Casanova, de José Juan y de un vestuario que aspira a cantar dos años seguidos el Gordo ante el Madrid.
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