Dommaraju Gukesh, campeón del mundo de ajedrez, juega desde los 7 años y se tomó un año sabático a los 10
El indio, de 18 años, admite que la fuerza mental ha sido decisiva para vencer al chino Ding y agradece la confianza que sus padres depositaron en él cuando era un crío
La modestia y la extraordinaria madurez mental del indio Dommaraju Gukesh no son las que se esperan de un campeón del mundo de 18 años. Cuando tenía 11, sus padres se arriesgaron a cambiar de vida para que el niño desarrollase su gran talento para el ajedrez, y le inculcaron la férrea determinación que ahora muestra. Estima que el chino Liren Ding, su rival en el duelo de Singapur, y él mismo han jugado “al 50%” de su mejor nivel. Reconoce como el mejor al noruego Magnus Carlsen y lo desea como rival en la final por el título de 2026.
Gukesh recibe a EL PAÍS impecablemente trajeado después de celebrar mucho y dormir poco tras su inesperada victoria del jueves en la última partida —tenía desventaja tras la apertura y luego todo indicaba que terminaría en tablas—, que él atribuye a la fortaleza mental, que a su vez relaciona con el “gran trabajo” de su psicólogo, el surafricano Paddy Upton, especialista en críquet y rugby pero sin apenas conocimientos de ajedrez.
Ese énfasis en la preparación psicológica es muy raro en el ajedrez de élite. El ruso Ian Niepómniashi, subcampeón del mundo en 2021 y 2023, se enfadó en público (Torneo de Candidatos de Madrid, 2022) cuando el arriba firmante le preguntó si trabajar con un psicólogo especializado podría corregir su principal punto débil, la recuperación tras las derrotas. Horas más tarde, en privado, aclaró: “El ajedrez es distinto a todos los demás deportes. No creo que un psicólogo pueda entender nuestras mentes”.
Gukesh lo ve de otro modo: “Niepo puede tener parte de razón, pero el ajedrez es el deporte mental por antonomasia, y tiene sin duda factores comunes con los demás deportes. Aunque también cuido mi preparación física, desde que me convertí en retador de Ding tenía muy claro que el aspecto mental era clave. Se lo dije a mi patrocinador [Westbridge Capital, empresa con grandes inversiones en India], y en media hora me pusieron en contacto con Paddy. Él me ha ayudado a pulir pequeños detalles, como higiene del sueño, mantener la concentración, tener un plan psicológico… que pueden ser decisivos”. Y concluye: “Mi nivel de juego aquí no ha sido ni siquiera cercano a lo máximo que puedo dar, pero mentalmente me he mantenido muy fuerte todo el duelo, sobre todo después de la duodécima partida, que perdí”.
Aparte del psicólogo, lo más llamativo en la trayectoria de Gukesh para un europeo es algo bastante común en India desde que los éxitos del pentacampeón del mundo Viswanathan Anand convirtieron el ajedrez en una pasión nacional, que compite con el críquet, el hockey sobre hierba y el bádminton: no pocos padres y madres cambian de trabajo y de vida porque un hijo o hija muestra un gran talento. “He pensado mucho en eso. Por qué mis padres confiaron tanto en un niño de 7 años que jugaba bastante bien al ajedrez, con el riesgo que implicaba que mi padre dejase su carrera profesional [es cirujano] cuatro años después para promover la mía. Ahora que tengo edad para entender todo eso, sigue siendo un misterio. Pero el matiz importante es que, en mi caso, fue un riesgo calculado, porque somos una familia de clase media, y mi madre [microbióloga] también trabaja…”.
Esa actitud de los padres tenía un componente de frustración personal: “En su juventud, ellos no pudieron desarrollar sus pasiones, y querían que yo sí pudiera hacerlo. De modo que, a los 10 años, me propusieron tomar un año sabático sin ir a la escuela, jugando torneos, para comprobar cuánto progresaba. Fue un año fantástico, subí mucho deportivamente, y entonces mis padres tomaron la decisión de que me dedicase solo al ajedrez”. Precisamente el ídolo nacional Anand, quien nunca dejó de ir al colegio, es muy renuente a esas decisiones: “Cada vez que hablamos desde que dejé de ir a la escuela, Vishy me aconseja que haga lo posible para tener una cultura general. Y yo intento hacerle caso”.
Hay unanimidad en la prensa especializada al considerar que Ding, en crisis desde que logró el título en abril de 2023, ha jugado muy por debajo de su nivel en Singapur. ¿Hubiera ganado Gukesh al mejor Ding, al de 2019, cuando Carlsen lo consideraba su rival más temible? “Si juego como he hecho aquí, habría perdido casi seguro, porque mi inexperiencia y la incertidumbre de a qué Ding me iba a enfrentar me han afectado negativamente. Ahora bien, si yo hubiera tenido claro que me iba a enfrentar al Ding de 2019, eso habría sido un estímulo, y creo que yo hubiera sido capaz de rendir también a mi mejor nivel”.
¿En qué basa tal creencia? “Quiero recordar que cuando gané el Torneo de Candidatos en Toronto, en abril, no tuve ninguna posición perdedora contra los mejores del mundo, excepto la partida que perdí con [el francés Alireza] Firouzja. También jugué muy bien en la Olimpiada de Ajedrez de Budapest, hace dos meses. Por tanto, con los dos a nuestro mejor nivel, todavía creo que sería ligeramente favorito”.
La voluntad de hierro del campeón del mundo más joven de la historia empezó a fraguarse en 2013, a los 7 años: “Cuando asistí como espectador al Mundial Carlsen-Anand en Chennai [India], pensé que sería un sueño estar en ese escenario acristalado algún día. Tres semanas más tarde, cuando Carlsen ganó el duelo, mi pensamiento cambió: ‘Ojalá pueda ser yo quien traiga el título de nuevo a India’, me dije. Luego, a los 11 años, anuncié en público que mi objetivo era ser el campeón del mundo más joven de la historia. Aquí, cuando entré el primer día en el escenario acristalado y vi la bandera de India en la mesa, fue un momento muy feliz, aunque luego perdí esa partida”.
Lo que le falta para completar el círculo mágico es batir a Carlsen, quien sigue siendo el indiscutible número uno, pero renunció en 2023 a disputar el ciclo del Campeonato del Mundo. El noruego suele decir que los grandes retos le motivan mucho. ¿Sería un gran desafío recuperar el título mundial contra Gukesh en 2026? “Creo que su principal motivo para renunciar es que no quiere dedicar varios meses consecutivos cada dos años a prepararse contra un solo rival porque es un trabajo muy arduo. Ahora bien, si cambia de opinión, juega el Candidatos y lo gana, para mí sería un honor defender el título contra él. Y la mejor manera de sacar de mí toda mi energía y de comprobar hasta dónde soy capaz de llegar. Pero es un asunto que depende de él; yo respetaré su decisión”.
Cuando se le pregunta por la clave de su victoria, vuelve a hablar de la preparación psicológica: “Aunque estaba mentalmente preparado para perder la primera partida, fue durísimo. Pero me encontré en el ascensor con Anand, quien sólo me dijo que tenía trece partidas para recuperarme, y eso me reconfortó. Hablé también con Paddy [el psicólogo]. La estrategia general era presionar al máximo posible en cada partida. No funcionó bien en varias, pero sí en la más importante”. Todo ello encaja con uno de sus principios vitales: “Si haces siempre lo que debes, en algún momento será muy rentable”.
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