Muestran el (cobre) petróleo
La mayoría de los asistentes cataríes no tenía idea de lo que pasaba en el campo de juego y en muy pocos momentos encontró la forma de apoyar a su seleccionado nacional
Comenzó el Mundial y apareció ese frío torneo que algunos temíamos.
El que la familia Al Thani quisiera organizar su Copa del Mundo, no convertía a “su” país en futbolero, como pudimos apreciar todos cuando, al inicio de la segunda parte del juego ante Ecuador, al menos 30% de la gente decidió no regresar a su butaca, porque no le gustó que su selección estuviera abajo. Pero vayamos por partes.
Primero hay que destacar que al juego fueron acarreados, como por partidos políticos mexicanos, miles de “aficionados” con acreditaciones que decían: “marketing services”, algunos de los cuales venían, como reportó mi compañero de AS México Lalo López, de India, Pakistán y Bangladesh.
Cuánta gente, en países “pamboleros”, hubiera querido tener un lugar en el Al Bayt y aquí tuvieron que fabricar fanáticos.
Dos: la mayoría de los asistentes no tenía idea de lo que pasaba en el campo de juego y en muy pocos momentos encontró la forma de apoyar a su seleccionado nacional. Ya no les platico todos los intentos fallidos de la hinchada ecuatoriana, por hacer funcionar la Ola mexicana en las gradas. Simplemente, los cataríes (bangladesíes o pakistaníes, de donde fueran) no tenían idea de qué intentaban hacer esos visitantes vestidos de amarillo.
Y qué decir del video que explotó las redes, en el que un catarí le gritaba exaltado a un ecuatoriano que se callara y se sentara, solo porque el sudamericano, que iba acompañado de su familia, se atrevió a festejar uno de los goles de su equipo.
Será pues, por lo visto, una Copa en la que los visitantes tendrán que alegrar las tribunas y llenar estos hermosos estadios.
Solo me pregunto si en el pago por el Mundial también venía darle al Emir la mayoría de las entradas pues, según reportó la FIFA, Qatar fue el país que más boletos adquirió, como es normal entre la población local en otras copas.
De salida
Qué gusto ver en tal forma física y con ese mismo olfato goleador a Enner Valencia, un viejo conocido del fútbol mexicano tras jugar en Pachuca y Tigres. Anotó los tres, incluido el que fue anulado por el VAR, que desde el minuto tres del torneo puso a funcionar el fuera de lugar semiautomático.
Doce cámaras instaladas en el estadio captan el traslado del balón y hasta 29 puntos de datos de cada jugador y lo hace 50 veces por segundo, para calcular sus posiciones exactas sobre el terreno de juego. El mismísimo centro del balón A Rhina incluye la unidad de medición inercial (IMU) que lanza datos 500 veces por segundo a la sala de video, donde están los árbitros especializados en el manejo del VAR.
Fútbol moderno le llaman, pero esta vez nadie vio la posición adelantada de Michael Estrada, ni el silbante italiano Daniel Orsato.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter especial sobre el Mundial de Qatar
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.