Leo no es Björn, pero Nadal ya tiene una victoria contra un Borg
El mallorquín reaparece en la pista de Bastad 50 días después de su último partido, en Roland Garros, y bate al joven sueco (6-3 y 6-4, en 1h 25m) a base de corrección
Más cartel que partido este martes, en el que todavía resuena con fuerza en el mundo tenístico el segundo triunfo de Carlos Alcaraz en Wimbledon. Pero nada tiene que ver el césped de Londres con la arena pastosa de Bastad, Suecia, donde a Rafael Nadal le basta con la seriedad y la corrección para batir (6-3 y 6-4, en 1h 25m) a un joven de apellido más que ilustre; ahora bien, sobre la pista, el hijo, Leo, está muy lejos del padre, Björn, un gigante que decidió colgar la raqueta a los 26 años y con un impresionante palmarés. Una misteriosa leyenda que dejó a sus espaldas 11 grandes: seis títulos de Roland Garros y cinco de Wimbledon. A sus 21 primaveras, el descendiente no ha conseguido todavía ganar un partido en el circuito de la ATP.
En todo caso, idóneo ensayo para Nadal, que reaparecía tras 50 días sin jugar, desde que perdiera el 27 de mayo en la primera ronda de Roland Garros contra el alemán Alexander Zverev. El mallorquín (38 años y 261º del mundo) optó después por renunciar a la gira sobre hierba y concentrar todos sus esfuerzos en la preparación de la cita olímpica de París, donde los tenistas competirán sobre arcilla. No quería el de Manacor exponer su físico a riesgos innecesarios ni forzar la transición de una superficie a otra, de modo que escogió Bastad como lanzadera y en ello está. El lunes efectuó una primera prueba en el dobles junto a Casper Ruud y la puesta en escena individual dejó un buen poso, aunque la resistencia de Borg fue relativa.
El nórdico, que en su día se ejercitó estacionalmente en la academia de Nadal en Manacor, ofreció algunos destellos —buena derecha invertida, un bonito globo o una dejada de revés cortado— y eligió el camino más rápido desde el principio, consciente de que en un intercambio intermedio o largo tenía todas las de perder. Sin embargo, se topó de inmediato con la envergadura terrícola de Nadal, quien a base de oficio resolvió un duelo resumido en dos roturas, una por parcial, y unos registros positivos. El ganador concedió tan solo siete puntos con el primer servicio y, más allá de un resbalón al pisar la línea de fondo y la consiguiente costalada, no sufrió contratiempo alguno. Humedad y una sesión de entrenamiento revestida con el uniforme de competición.
“Me he encontrado muy bien, aunque siempre son complicadas las condiciones meteorológicas, pero me siento un afortunado por tener la oportunidad de jugar aquí y por haber evitado la lluvia esta jornada, así que me voy feliz. Para mí es un honor jugar contra el hijo de una de las mayores leyendas de la historia de nuestro deporte”, afirmó a pie de pista, con 24 tiros ganadores y solo cinco errores en la hoja de servicios del día. “Es verdad que en los momentos más duros uno puedo apoyarse en la fuerza de su equipo, pero sentir también ese apoyo de los aficionados es vital para competir al máximo de energía”, continuó, sabiendo que tras superar al 461º del mundo se encontrará en la siguiente ronda con el británico Cameron Norrie (42º), el jueves. “Necesito victorias para ganar confianza”, cerró.
Se trata de la cuarta vez que el de Manacor desfila por el torneo sueco, de categoría 250; la última que lo hizo fue hace casi dos décadas, en julio de 2005, y lo conquistó. Entonces tenía 19 años y se impuso a Juan Mónaco, Beto Martín, Juan Carlos Ferrero, Tommy Robredo y el checo Tomas Berdych en la final.
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