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El documento de Puebla condena el capitalismo y el marxismo

Juan Arias

Después de diecisiete días de trabajo, los líderes de la Iglesia latinoamericana han aprobado el documento final de la III Conferencia General del Episcopado del continente. El documento es un libro de 240 páginas que fue entregado a la prensa internacional reunida en Puebla, con casi 48 horas de retraso de lo anunciado. El documento condena el capitalismo, el marxismo y el concepto de «seguridad nacional».

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Estas conclusiones no son aún definitivas, porque hace falta aún la aprobación última del Papa, el cual tiene varios meses de tiempo para examinarlo y para poder modificar frases enteras o suprimir otras. De todos modos, el documento, que necesitará tiempo para poder ser examinado a fondo, fue aprobado por unanimidad. Ningún voto en contra y sólo un voto en blanco.Hasta el último momento, los elementos más abiertos del episcopado estuvieron alerta para que no se suprimieran o introdujeran palabras nuevas que pudieran alterar el sentido de algunas afirmaciones «que fueron conseguidas con tanta lucha», dijo a EL PAIS un obispo de Brasil.

El Papa estuvo informado en todo momento por télex y teléfono de la redacción del documento, y en los casos más delicados se utilizaron comunicaciones en clave.

A pesar de la acción de compromiso que ha caracterizado la composición de este importante documento, que será la pauta de la evangelización en América Latina en los próximos diez años, la primera lectura refleja una Iglesia que, a pesar de sus contradicciones y (le sus divisiones internas, se presenta como más comprometida con una acción liberadora frente a las dictaduras, terror, marginación, opresión y pobreza. La Iglesia se compromete en este documento a estar de la parte de los pobres, de los explotados, «sin odios ni violencias», pero también con un compromiso que «llegue hasta las últimas consecuencias».

El duro análisis que los obispos habían hecho sobre la situación de América Latina, y cuyo documento había sido rechazado como demasiado negativo, fue rehecho por una nueva comisión que empezó hablando de los motivos de esperanza, que presenta este continente, pero, después de esta introducción, volvió a repetir la misma condena dura de todos los motivos que hacen de América Latina un continente de «explotación permanente».

A través de todo el documento se advierte el deseo de esta Iglesia por salir al paso contra todas las estructuras de «injusticia institucionalizada» que afligen a los latinoamericanos. Se condena duramente al capitalismo, que es fuente de pobreza y de miseria para la mayoría del continente y sólo fuente de ganancias para una minoría. Se condena al marxismo como materialista y ateo y como incompleto en la liberación global del hombre, pero también es muy clara la condena de la llamada «seguridad nacional». Según los obispos, la ideología de la seguridad nacional ha contribuido a fortalecer en muchas ocasiones el carácter totalitario de los regímenes de fuerza y la violación de los derechos humanos. Se denuncia en muchas ocasiones que los defensores de esta ideología pretenden amparar sus actituaes con una subjetiva profesión de fe cristiana.

Recogiendo la llamada del Papa en su visita a los campesinos de Oaxaca, a quienes recordó que sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social, los obispos han recordado que «la propiedad no da derecho a un dominio absoluto e ilimitado y que constituye una obligación urgente restablecer a la propiedad su finalidad primaria, es decir, ser útil y beneficiosa a todos».

A religiosos y sacerdotes se les pone en guardia contra la tentación de una acción política partidista y se les anima a estar al lado de los más pobres y a luchar por sus derechos.

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