La hora de replantear la opción comunista
Los más destacados dirigentes del comunismo español y catalán hicieron oidos sordos a las advertencias que sonaron a raiz de las elecciones al Parlamento andaluz (mayo 1982), y es posible que ahora la situación tenga difícil remedio. El "voto útil" fue entonces, y es hoy otra vez, Ia explicación más aceptada del fracaso. comunista. Pero como ya se argumentó, si hay un voto útil, es que hay también un voto inútil, y el dirigente no se puede limitar a hacer como el sociólogo que describe cambios de votos. El dirigente debe explicarlos, debe preguntarse sobre la inutilidad de su opción y sacar las consecuencias.El PSOE ha aspirado centenares de miles de exvotantes comunistas porque ha sabido presentar una imagen de partido modemo, joven, unido, con disposición electoral para cambiar las cosas, y ha dado una imagen de gobiemo y de gestión. Todo ello aumentado en un sistema políti.co donde el partido que gobernaba (UCD) vivía un proceso de autcidestrucción en el cual se evidenciaban aún más los vestigios del franquismo presentes en la Administración y en la sociedad española. No es de extrañar, entonces, aunqu.e sorprenda y no tenga parangón, la enorme fluctuación de votos que se ha producido el 28 de octubre.
División interna
Cerca del 50% de los votantes han cambiado de voto respecto a 1979 (cuando en un sistema electoral estabilizado se dá como máximo una bandi de variación de hasta un 25%, que es la que decide mayorías). De esta fluctuación creo que se deben deducir dos consecuencias: la falta de organización y arraigo de los partidos políticos, y el pragmatismo de los electores incliníndose hacia opciones claras y simples a derecha e izquierda. También se deben tener en cuenta la fuerte estatalización de las elecciones (las alternativas estatales quedaban primadas, por ejemplo desde la Televisión), y el afán de bipartidización. Así y todo, cabe no ollvidar que los denominados partidos nacionalistas (PNV y CiU) han resistido el embate electoral incluso aumentando ligeramente su fuerza.
Todas estas causas extrínsecas Gunto a otras menores que por razón de espacio no puedo analizar) tienen su particularización en el comunismo. El PCE y el PSUC se presentaban después de sufrir graves problemas de división interna resueltos por la via del autoritarismo. La imagen del PCE como opción de gobiemo a nivel estatal, era prácticamente nula, y su núcleo dirigente se ha mantenido desde hace muchos años, pasando por todas las etapas (guerra civil, guerra fría, estalinismo, desestalinización, eurocomunismo, etc.) sin renovación real.
En los análisis políticos es malo quedarse sólo con explicaciones subjetivas, pero también lo es buscar sólo factores extemos justfiicando así de antemano todo error própio. Y en este sentido el PCE y el PSUC, sobre todo él primero, a partir de un equipo y un método de dirección han practicado constantemente el hábito de debates interiorizados sobre temas alejados de la incidencia política y de las preocupaciones sociales. Se han artificializado polémicas con el afán de esconder los problemas reales (el IX Congreso del PCE se centró en el debate sobre el leninismo y el X sobre el eurocomunismo).
Como muestra, un botón: valga la anécdota de Santiago Carrillo proponiendo a la primera conferencia del PSUC, en primavera del 78, que se debía abandonar el término "leninismo" para poder dar en cinco años un salto electoral, que si no requeriría como mínimo veinte, para pasar del 9 al 30 por ciento a nivel de Estado. Aquella propuesta indicaba ya un modelo de partido y de acción política. Es lo que otros han calificado de "despotismo ilustrado" o "superestructuralismo". Igualmente, ¿cuántos esfuerzos y enfrentamientos se han malgastado trás el término eurocomunismo para que luego éste, en la práctica, no apareciera en toda la campaña? Su escasa importancia electoral muestra el sectarismo con que fué utilizado desde muchos bandos, llevando a una autodestrucción. Las crisis íntemas se deben a causas profundas. Hay que buscar sus raices y seguir su evolución a partir de sus primeros síntomas (paradójicamente Perlora, Asturias, en 1978).
Cambios profundos
Ahora el PSUC, en concreto, debe meditar sobre la dilapidación de su enorme capital acumulado durante el franquismo hasta 1977. El componente antifranquista (sin duda de mayor transcendencia que el marxista, en aquel periodo) aglutinó sectores sociales diversos y permitió proyectar una verdadera alternativa de izquierdas en Cataluña. Pero, atrapados por el temor a enfrentarse a lo anteriormente descrito, se prefirió refugiarse en un tacticismo localista. La renuncia a una política propia, que desde el PSUC hubiese servido para modernizar el PCE, fué el principal error de aquél, y tarde o temprano la dinámica estatal debía afectarle también, como ha sucedido ahora que casi iguala -y a la baja- el porcentaje de votos del PCE.
Los cambios no deben quedarse sólo a niveles espectaculares de personaliz ación. El proceso de sustitución de Santiago Carrillo genera muchas expectativas. Un análisis demasiado subjetivizado fomentaría esquemas palaciegos de saber quién está mejor situado. Se ha sufrido un descalabro que requiere valentía y audacia para impulsar sin tapujos un proceso de discusión entre militantes, en los ámbitos de influencia social y electoral, con una especial atención a los sectores sindicales y profesionales. Igualmente se deben remodelar a fondo las responsabilidades políticas de dirección. Al mismo tiempo cabe tomar medidas a corto plazo, que no excluyen lo anterior, frente a problemas como la eficacia parlamentaria, las deudas electorales, las elecciones sindicales y municipales.
Es imprescindible replantear la opción comunista, cuestión nada sencilla en el seno de una sociedad consumista, teniendo en cuenta el enojoso problema" de las nacio nalidades en el Estado español. Hay qúe situarse en la realidad concreta a partir de las elecciones del pasado (¿qué ha pasado desde 1977?), con cifras reales (el por centaje de votantes, su distribu ción territorial y social, número de militantes y de afiliados en los sin dicatos, etc.).
Es hora de abandonar los llamados posibilismos y urgencias electorales (ya es triste afirmarse posibilista cuando se dispone tan sólo del 4% de los votos) para que todo siga básicamente igual. El continuismo se escondería tras el "voto útil", los mismos métodos y las mismas propuestas. Tampoco vale refugiarse bajo la Verdad comunista ("el electorado va engañado") por más que uno proclamase "representar a la clase obrera" (a pesar de que Alianza Popular tiene millares de votos más que nosotros en los sectores obreros industriales, y no digamos el PSOE).
Si se desea iniciar la recuperación de la incidencia de un proyecto real de transformación de la sociedad, de nada sirven ni la Verdad estalinista ni el posibilismo. La apuesta no es a corto plazo.
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