La mística de Harvard
Para la elite norteamericana y la de no pocos países amparados o sometidos por el imperio, haber pasado por la universidad de Harvard, la más antigua e influyente de Estados Unidos, es algo más que una pomposa nota de admiración en el currículo de los elegidos o un seguro de por vida contra el paro.Harvard -fundada en 1636, bajo patrocinio eclesiástico para formar pastores de almas- es hoy una comunidad liberal, bastante unida, que mantiene firmemente su tradición de "buscar la excelencia", como gustan recordar los harvardianos con su peculiar acento britanizado y su lenguaje preciso, casi afectado. La mística de Harvard, representada en su escudo y emblemas con la palabra latina veritas, recuerda a los novicios un cierto "camino de perfección" a través de las artes, de la ciencia, de la política o del deporte; una peculiar mezcla de teoría y práctica, de estudio y vida, y una aproximación global al espíritu universitario de la academia de Pericles o la Salamanca de fray Luis en el corazón mismo del establishment de la primera potencia del mundo.
Pero la vieja y costosísima institución privada, con 15.000 alumnas, más de la mitad de los cuales son. posgraduados, y 5.000 profesores, conserva el aura de su hermana británica de Cambridge, y es también un vivero de líderes, artistas y sabios, un lugar de encuentro intelectual para los personajes más distinguidos o extravagantes del mundo actual y -cómo no- un floreciente negocio apoyado por las donaciones de más de 150.000 antiguos alumnos. Un estudiante sin beca debe pagar casi dos millones y medio de pesetas anuales.
Gracias a su independencia económica, Harvard puede hoy presumir de haber sido una de las pocas universidades privadas que resistieron con dignidad las embestidas y la caza de brujas de la inquisición norteamericana de McCarthy. Esta fábrica de atletas, premios Nobel y presidentes de Estados Unidos -seis pasaron por sus aulas, desde John Adams hasta John F. Kennedy- carece de problemas económicos, concede algún tipo de beca a un 60% de su alumnado y tiene a gala recoger en sus aulas a lo más granado y exótico del extranjero.
El año pasado, los administradores pidieron a los antiguos alumnos donaciones para mantener su liderazgo académico en el mundo, y en un periquete recogieron 250 millones de dólares (unos 37.000 millones de pesetas), cifra que se ampliará este año hasta los 300 millones. Sigue siendo la universidad privada líder de la Ivy league (Liga de la hiedra), seguida por Yale y Princeton (pertenecen a la Liga de la hiedra las viejas universidades de elite que lucen enredaderas centenarias cubriendo sus caserones de ladrillo desnudo), y predica con fervor que las universidades privadas e independientes desempeñan una misión pública, incluso desde la crítica.
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