Alberti y su memoría del coronel Barceló
En carta a EL PAÍS, publicada el 19 de enero, el señor Jesús V. Casanovas derrocha calificativos, disparados contra Rafael Alberti, con motivo del pasaje de "La arboleda perdida" publicado el 6 de enero pasado. Esas páginas fueron escritas por el autor en el exilio hace muchos años, y se refieren a la terminación de la guerra en 1939.A juicio del mencionado señor Casanovas, el artículo de Alberti es insultante, deforma las cosas con premeditación, despotismo" y otras lindezas por el estilo, dando muestras además de "insolente ignorancia".
Fui protagonista directo de aquellos acontecimientos. Y tengo motivos fundados para replicar que quien hace alarde de supina ignorancia sobre los acontecimientos de marzo de 1939 en Madrid es precisamente el señor Casanovas. En defensa de Casado y sus partidarios comete grave atentado a la memoria del coronel Barceló, que también es merecedor de respeto.
Y debo decir, para conocimiento del autor del artículo (e incluso de muchos historiadores que lo ignoran), que el coronel Barceló no acaudilló las tropas que el 6 de marzo bajaron de la sierra y atacaron el cuartel general del Ministerio de Hacienda...", como escribe. Y no lo hizo, entre otras razones, porque a lo largo de toda la jornada del 6 de marzo y gran parte del día siguiente permaneció en su puesto de mando, obediente a las órdenes de Segismundo Casado. Tan sólo cuando el fiel de la balanza se había inclinado claramente del lado contrario a Casado, Barceló se incorporó al puesto de mando de la Ciudad Lineal, hacia las tres de la tarde del día 7, haciéndose cargo del mando en la lucha contra la Junta. Para entonces todavía no habían bajado a Madrid fuerzas de la sierra, o sea, del I Cuerpo de Ejército que tenía a su cargo Barceló.
Juzgar la limpia ejecutoria del coronel Barceló, como la del general Vicente Rojo y tantos otros militares fieles a la república y a su Gobierno legítimo, está fuera del alcance de quienes miden con tanta mezquindad quehaceres verdaderamente históricos.
No se pueden echar paletadas de cieno sobre la tumba de Barceló, achacándole execrables asesinatos en los que no pudo tener participación alguna. Y, al mismo tiempo, blanquear de sus culpas a los que, bajo el impulso y la dirección de Casado, perpetraron el fusilamiento del coronel Luis Barceló Jover el 18 de marzo de 1939, y del comisario José Conesa Arteaga, el 22 de marzo de aquel año, los cuales, además de héroes en la lucha, fueron mártires de la resistencia republicana. Ellos fueron los primeros eslabones de una interminable cadena de atropellos y crímenes de infausta memoria para la inmensa mayoría de los españoles.
Soy de los que he creído hasta ahora que no debemos hurgar en los rescoldos de aquella guerra. Pero si se escribe, señor Casanovas, debe ser para esclarecer sin encono, para restablecer la verdad histórica. No para embarullar más los acontecimientos finales, en cuyas páginas sigue habiendo todavía lagunas oscuras, a los 46 años de terminada la contienda.- , de la comisión político-militar del partido comunista en Madrid, en marzo de 1939. .
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