Partidos y pandillas
'JURÍDICAMENTE', UN partido es una organización que se ha constituido de acuerdo con la Ley 54/78. Políticamente, es algo más. Un partido es una organización portadora de un principio general de gobierno a partir de la representación de determinados intereses sociales. En una sociedad democrática, ningún partido puede representar al conjunto de la sociedad, sino únicamente a una parte de la misma. Sin embargo, el partido tiene que tener una política general para el conjunto del país, y no sólo para el sector de la sociedad que representa y gracias a cuyos votos puede llegar al Gobierno.Esto es decisivo. Ser portador de un principio general de gobierno es lo que distingue a un partido de una pandilla, como lo habría llamado Rousseau, o de una facción, por utilizar la terminología de Hobbes. Y es lo que permite que exista vida política civilizada. Sin ello, la política degenera en una subasta, en un toma y daca, a partir del cual es imposible definir el interés general, que no puede ser la suma, sino la síntesis de los intereses particulares.
Ciertamente, no es indiferente que los partidos con representación sean muchos o pocos. Pero lo más grave es la concurrencia en el mismo sistema político de partidos y pandillas, porque son elementos heterogéneos que siguen lógicas distintas.
Esto es lo que está ocurriendo en el sistema político español. Cada vez hay más pandillas en cada vez más sitios y con cada vez más apoyo ciudadano. Este crecimiento puede acabar bloqueando nuestro sistema democrático.
Sin duda no se puede ni se debe meter en el mismo saco a todas las organizaciones de este tipo. No todas las organizaciones no estatales dejan de ser por ello partidos. El caso del PNV y CiU es claro, aunque tampoco se puede olvidar que su forma de hacer política dificulta no poco la elaboración de una política de Estado. Pongo un ejemplo: "Serra ha sido un perfecto inútil en la defensa de Catalunya", dijo Pujol al inicio de la precampaña. Serra ha sido conseller con Tarradellas, alcalde de Barcelona, ministro de Defensa y vicepresidente de Gobierno, y Pujol no lo critica por haber ejercido mal estos cargos, sino por ser "inútil en la defensa de Catalunya". Defensa ¿de qué y contra quién? ¿Cómo se puede insertar un discurso de este tipo en un proyecto de dirección del país?
Pero el problema más serio viene de los nuevos partidos localistas. Aquí no hay ningún principio de gobierno, sino la simple defensa de un interés particular: el agua, la fiscalidad insular, una imaginaria deuda histórica, etcétera.
Con estas organizaciones no se puede hacer política. Y no se puede porque no son partidos, porque hablan un lenguaje distinto. Cuando su número es pequeño y su peso parlamentario reducido, se les puede encontrar acomodo en el sistema. Cuando se puede estar cerca del empate entre los partidos estatales, el peso de este tipo de asociaciones puede hacer inviable cualquier proyecto de gobierno.
Este tipo de partidos han sido promocionados por el PP en esta pasada legislatura, a fin de debilitar al PSOE como fuera: pacto de gobierno con Hormaechea, con el PAR en Aragón, con el PA y VPV en las alcaldías de Sevilla y Valencia, con la UPN en Navarra, y así sucesivamente. El objetivo de debilitar al PSOE lo ha conseguido. Queda por ver si no ha jugado a aprendiz de brujo y ha generado un problema mayor que el que tenía que resolver.
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