Abel Posse: "El escritor es un gato y la sociedad quiere tener perros"
Semana de Autor en torno al escritor argentino
"Nos estamos reprovincializando", dice Abel Posse con respecto al mundo en español, "y eso produce un cierto desencanto después de las expectativas creadas hace dos décadas". Seguidor de la rica tradición literaria de los escritores diplomáticos, la obra de Abel Posse (Córdoba, Argentina, 1934), -12 libros que incluyen una insistente reflexión sobre el mestizaje americano- es objeto desde el lunes de una Semana de Autor organizada por el Instituto de Cooperación Iberoamericana. "EI escritor es un gato y la sociedad quiere tener perros".
"Yo creí que un joven español ya sentía como escritores propios a Juan Rulfo o a Guimaraes Rosa", dice Posse al comentar esa fragmentación del mundo en español en la que regresa la literatura nacional, provincial y aún local. "Se observa incluso en el periodismo crítico: también ahí se nota esa tendencia actual del español hacia el europeísmo, sin caer en cuenta de que la única identidad posible es la cultura".Posse parece más joven que su edad. Es rápido, escéptico, hace bromas a costa de sí mismo y parece complacerse en ir a contra pelo. "Nunca he creído en la moral. Siempre sospeché, de los escritores morales, frente a los cuales prefiero a Baudelaire o, Rimbaud. El límite de esa inmoralidad es la coherencia profunda". En su vida pública también: antiperonista, mientras el general estuvo en el poder, comenzó a simpatizar con el movimiento cuando cayó y sufrió la represalia oligárquica". Hoy piensa que el peronismo es decisivo para explicar que Argentina sea "quizá la sociedad más evolucionada de Latinoamérica".
Habla del deber del escritor de, no sólo mantenerse, sino saberse por principio al margen del poder. Él permaneció en la carrera diplomática cuando la dictadura militar argentina, reconoce, si bien jugaba a su favor "la estupidez de los coroneles": permitía que su oficio, no perjudicara su obra. Convencido de que los escritores más importantes de Latinoamérica son los que prepararon la explosión de los años sesenta -Lezama, Rulfo, Guimaraes Rosa, Alfonso Reyes, Borges...-, conserva de su amigo Alejo Carpentier la lección de que el escritor "siempre ha de crear una estrategia para preservar su obra artística".
Por definición "el poder no lo quiere". Como decía Chéjov, el escritor debe saber que es "la rata en el granero", que corroe por dentro, y su obligación es la disconformidad. La sociedad prefiere el asertivo al perplejo, y al escritor, si realmente lo es, le corresponde el papel de perplejo. "El escritor es un gato [alguien independiente e insobornable] y Ia sociedad quiere tener perros [gente obediente y satisfecha]".
Cuando le dieron el Premio Nobel a William Faulkner casi no había ejemplares de sus obras en las librerías, recuerda Posse para, ilustrar su preocupación por el peseterismo que sufre el mundo literario español. "No estoy diciendo que los escritores no deban ganar dinero. Pero, está profundamente, equivocado el que crea que se pueda hacer carrera con la escritura. Muchos escritores han arruinado su talento por creer que tenían espacio en la vida social".
Babelia
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