Desinformación

Nos sentimos fuera del mundo si no hemos sacado tiempo para leer el periódico en cuatro idiomas, tres revistas de interés general, ver al menos dos telediarios, escuchar... ¿Pero para qué tanta información? Nos creemos que así estaremos al corriente de lo que pasa en el mundo. Sabremos lo que los de arriba quieren que sepamos: su versión, su perspectiva subjetiva; en definitiva, su historia, ni más ni menos. Si no hacemos un esfuerzo intelectual y espiritual, aparte de dejamos la vida y una fortuna en estar al corriente, corremos el riesgo de estar completamente mediatizados por nuestras fuentes de alimentación, que nos moldearán a su antojo.Deberíamos ocuparnos un poco más de nuestro mundo: nuestra vida interior, la gente que tenemos alrededor todos los días, lo que nos toca más de cerca. Y no tanto de lo que pasa en ese mundo global del que tanto se habla. ¡Qué ridículo! Si por lo menos utilizásemos esa información para mejoramos, para estar más satisfechos con nuestras vidas, para comprender mejor a los demás, para hacerles la vida más agradable; en definitiva, para ser mejores...

Señores, a ser un poco más selectivos con lo que se traga uno. No hay por qué comérselo todo. Comamos de aquello que nos es bueno... y sin pasarse-