"Lo que más me fascina de Internet es su capacidad de mitología"
Hay algo que pretende fundamentalmente Juan Luis Cebrián con su nuevo libro, La Red, y es "que se entienda, que no aterre al lector que no haya navegado en su vida por Internet ni haya utilizado un ordenador". La obra sale a la luz con la intención de "alumbrar la llama de la inquietud". Y a fe que lo consigue. La Red (Taurus) es fruto de una investigación encargada por el Club de Roma en un esfuerzo por divulgar el significado e impacto de la sociedad digital en las vidas de los ciudadanos. No cabe duda de que Cebrián, académico de la Española y como tal preocupado por los neologismos que emanan del uso intensivo del inglés en las redes, muestra una profunda desazón ante la falta de conciencia que detecta en la sociedad sobre los efectos que provocarán sobre ella los nuevos medios de comunicación. "Lo que más me fascina de Internet es su capacidad de mitología", afirma.
Pregunta. El libro está plagado de advertencias sobre las contradicciones que trae consigo la revolución digital.
Respuesta. Se está produciendo una desjerarquización de valores, una desestructuración del conocimiento y de la organizacíón social respecto al sistema que conocíamos hasta ahora: en el mundo del trabajo, de la escuela, de la crítica, del comercio, de la economía... La desaparición de determinados valores, la puesta en cuestión del sistema jerárquico, piramidal, al que estamos acostumbrados, puede provocar una enorme desorientación si no es sustituido por otro que permita organizarse a los individuos y las sociedades. Una sociedad civilizada es la sociedad que orienta el cambio.
P. Pero no tiene por qué ser así.
R. No digo que vaya a acabar pasando. Pero, por ejemplo, el derecho a la intimidad parece que ya no es tan importante, que ya no cuenta, como se está poniendo de relieve en el debate abierto sobre el libro en El País Digital. ¡Cómo no va a contar! ¿Podemos aceptar que la intimidad pueda ser violada simplemente porque tenemos instrumentos tecnológicos a nuestro alcance que permiten hacerlo? ¿O la propiedad intelectual?
P. ¿Estaríamos mejor informados si no existieran estos nuevos medios?
R. Todo es relativo. Ponen una plétora formidable de información a disposición de los ciudadanos que tienen acceso a ellos. Pero esta enorme cantidad de información es en sí misma un problema si no sabemos discriminarla, comprenderla, jerarquizarla. Si no sabemos distinguir lo importante de lo que no lo es, la verdad de la mentira.
P. ¿Y nos hacen más libres?
R. En el balance soy optimista, los ciudadanos, efectivamente, somos más libres, pero cuanto más libres somos, más contemplamos las amenazas a la libertad. También podemos ser más esclavos si no vigilamos las posibilidades de control ajeno de nuestras vidas a través de las redes.
P. Pero tenemos más capacidad de opción.
R. Éste es otro de los mitos de Internet. El hecho de elegir supone el hecho de abandonar. El hecho de elegir es un acto volitivo positivo que encierra cantidad de actos negativos, de renuncias, y, por tanto, la capacidad de opción forma parte de nuestra libertad individual, evidentemente. Pero la gente no quiere estar eligiendo constantemente. Una de las angustias de Internet puede ser, precisamente, el exceso. Quieres acceder a tanto que en el fondo no accedes a nada. Es como el zapping, quieres ver tanto que al final no ves nada.
P. En el libro llega incluso a hablar de caos.
R. Sin duda, Internet tiene que ver con el caos en muchos aspectos, y no sólo como concepto matemático. La desjerarquización de valores y de criterios en Internet lo produce. No hay una autoridad clara, o por lo menos no hay una autoridad evidente.
P. Usted defiende que sí hay autoridades, pero que están ocultas o presumen de no serlo.
R. Efectivamente, los gatekeepers, los dueños de los servidores, los desarrolladores de tecnología, las empresas de software. Microsoft, por ejemplo, es una autoridad papal y universal, aunque Netscape tampoco está mal.
P. O sea, que una vez más, lo preocupante es la falta de una estructura de criterios y valores.
R. Cuando la autoridad no es tan evidente y desaparecen los conceptos de jerarquización clásicos es cuando se puede generar cierto caos. Lo que pasa es que el concepto del caos se define siempre respecto al concepto de orden. Una cosa es caótica cuando no coincide con el concepto de orden que tenemos. Por tanto, hay un orden caótico. El. caos forma parte del orden universal.
P. También esto puede ser positivo.
R. Evidentemente, hay elementos caóticos positivos. La ruptura tradicional de jerarquías y de relaciones sociales que, sin duda alguna, se está produciendo es buena en cuanto incorpora los elementos caóticos de la sociedad dentro del orden general, en el que el caos cuenta. Pero entendiendo el caos como popularmente se entiende, como ruptura de todo criterio, de todo sistema de valores que permita de alguna manera comprender y dirigir la sociedad, creo que no es positivo. Sobre todo porque es mentira. La mitología de Internet y de los nuevos medios no coincide exactamente con la realidad de los mismos.
P. ¿Hasta qué punto pueden afianzar la democracia?
R. Aquí hay un debate muy complicado sobre la democracia asamblearia y la representativa. Teóricamente, Internet nos acercaría al modelo de democracia asamblearia. ¿Es menos democrático el asamblearismo que la democracia representativa? La democracia ateniense era asamblearia, no representativa. ¿Son adecuados los elementos de representación que tenemos?
P. O sea, que no cabe duda de que habrá referendos vía Internet, incluso elecciones.
R. El problema no es si va a haberlos, sino cuándo. Y va a ser muy pronto. Una gran parte de nuestra actividad diaria se resolverá a través de las redes. Y a partir del momento en que el ciudadano dedique un número de horas al día a relacionarse con la sociedad a través de la red, el organizar referendos o consultas políticas se convertirá en práctica normal.
P. ¿Cuál es el fenómeno más llamativo en este campo?
R. Social y culturalmente, lo más importante es la convergencia del televisor con el ordenador. Vamos a hacer cantidad de cosas por la red, y esto se producirá a una velocidad sorprendente.
P. Pero dispondremos de más tiempo para otras actividades.
R. El mundo del trabajo, la sociedad, es un mundo de relaciones entre personas, de relación física, de cuerpo a cuerpo, de cara a cara. No digo que sea una desventaja, sino que va a transformar nuestras vidas.
P. Lo que ocurre es que surge una nueva forma de relacionarse.
R. Estoy convencido de que la pantalla puede llevar en determinados momentos a una especie de autismo. Sin duda, hay una capacidad hipnótica de la red.
P. Pero también de la televisión.
R. Es que va a ser lo mismo. La interactividad fundamental es entre la máquina y el individuo. Hay un diálogo intenso. No digo que sea bueno o malo. Pero para que ese diálogo se produzca en la lectura de un libro, bueno, tiene que ser formid
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