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ACERCAMIENTO ENTRE ENEMIGOS

Clinton califica la actitud de Irán de «positiva» y habla de «reconciliación» entre los dos países

Irán «está cambiando en una dirección positiva», por lo que Estados Unidos desea «una reconciliación auténtica» con ese país, declaró ayer Bill Clinton tras el acto en la Casa Blanca en el que anunció los nuevos cargos de Bill Richardson y Richard Holbrooke. El presidente norteamericano corroboró así el mensaje enviado a Teherán la noche anterior por la secretaria de Estado, Madeleine Albright, en un discurso en Nueva York. Clinton reiteró su aprecio ante los conciliadores comentarios sobre EE UU efectuados hace unos meses por el presidente iraní, Mohammed Jatamí. «Cremos que Irán está cambiando en una dirección positiva y lo apoyamos», dijo.

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Clinton, como había hecho Albright, puso una serie de condiciones para materializar una «reconciliación auténtica»: que Irán termine con «su oposición al proceso de paz en Oriente Próximo» y con «su apoyo al terrorismo y la distribución de armas peligrosas».De un modo silencioso, EE UU e Irán llevan meses tendiendo puentes sobre el foso creado por casi dos décadas de feroz enfrentamiento. El Gobierno norteamericano ha flexibilizado las exigencias para que los iraníes viajen a EE UU y ha dado su visto bueno a varios intercambios deportivos, culturales y académicos. Un equipo estadounidense participó en los últimos campeonatos internacionales de lucha libre celebrados en Teherán, en lo que se considera un equivalente a la «diplomacia del ping-pong» que marcó el deshielo de las relaciones entre Washington y Pekín.

El próximo domingo, las selecciones nacionales de fútbol de EE UU e Irán se enfrentarán en Lyón. Ese partido ha despertado un extraordinario interés en EE UU, y no sólo porque la afición al fútbol está creciendo en la superpotencia, sino por la carga emocional y política del encuentro deportivo.

Confianza mutua

«Estamos dispuestos a explorar nuevas vías para construir una confianza mutua y evitar los malentendidos», declaró el miércoles Albright. «El foso entre nosotros sigue siendo profundo, pero ha llegado la hora de ensayar las posibilidades de llenarlo». Un aspecto intrigante de las declaraciones de la secretaria de Estado fue su sugerencia de que Irán podría ser incluido en «esfuerzos multilaterales para proteger la seguridad internacional». Albright reconoció que Teherán ya está participando en el intento de pacificar Afganistán.Los iraníes reaccionaron con cautela a las palabras de Albright. Empezado el fin de semana -que en Irán se prolonga jueves y viernes- y con el jefe de la diplomacia, Kamal Jarrazi, en Madrid, no hubo comunicado oficial alguno. Sin embargo, fuentes del Ministerio iraní de Exteriores reiteraron a EL PAÍS la postura oficial: esperar a que haya pruebas concretas de la buena voluntad de Estados Unidos.

«Hay desconfianza», reconoció la fuente. En el mismo sentido se había manifestado poco antes el representante iraní ante la ONU, Hadi Neyadhuseinian. «Irán espera hechos concretos», declaró Neyadhuseinian al conocer las palabras de Albright. La noticia llegó demasiado tarde para que la imprimieran los periódicos de la mañana, pero la hora no impidió que el embajador suizo en Estados Unidos despertara a su colega en Irán para comunicársela, ya que Suiza representa los intereses de Washington en Teherán. La radiotelevisión oficial iraní, por su parte, la recogió en sus informativos de mediodía sin mayores comentarios.

«Es un tema caliente y controvertido», reconocía Yavad Ardeshir Lariyani, vicepresidente de la comisión de Exteriores del Parlamento, en una conversación mantenida horas antes de conocerse la propuesta de Albright. «No veo perspectivas muy prometedoras en el futuro inmediato, ya que aunque hay buenos signos, existe un gran obstáculo», explica con franqueza este diputado por Teherán.

Se refiere Larijani a «la visión estadounidense de Irán, la región y lo que (Estados Unidos) llama integrismo». Educado en Berkeley y con un estupendo inglés, este hombre menudo, de mirada vivaz, insiste en la necesidad de que Estados Unidos acepte a su país «como un Estado independiente» y se siente a dialogar sin exigencias previas ni imposiciones. Se queja de la «presencia militar estadounidense en el golfo Pérsico», así como del «apoyo sin condiciones a Israel».

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