Con ella llegó el Misteri
Según la tradición, la madrugada del 28 de diciembre de 1370, en tiempos de Pere IV el Cerimoniós, el guardacostas ilicitano Francesc Cantó, vigilaba la playa del Tamarit, hoy término de Santa Pola, temeroso de un posible desembarco de piratas. Con las primeras luces del alba divisó en el mar un arca que llevaba inscrita la leyenda Sóc per a Elx. Dentro encontró una imagen de la Virgen de la Asunción y la consueta, como se denomina a la partitura del drama sacro-lírico del Misteri o Festa, que se representa en Elche en agosto. Seis siglos después, aquel hallazgo se recuerda y miles de ilicitanos acudieron ayer en una gélida mañana a esperar en la playa a la patrona de la ciudad. La Vinguda de la Mare de Déu se escenifica sólo en los años pares, como las representaciones extraordinarias del Misteri. Cuando aún no habían despuntado las primeras luces del día de los Santos Inocentes, numerosos fieles subieron en Elche a bordo de los autobuses que les trasladaron hasta el Tamarit. Al calor de las hogueras y del cantueso, esperaron el momento del encuentro tras unas vallas de proyección instaladas en la arena. La espera se alargó más de lo previsto. El arca llegó a la playa pasadas las 8 de la mañana, en plena claridad, una vez que los buceadores que la empujaban consiguieron desengancharla de unas redes que la atraparon y dificultaron el avance hasta la orilla. Este percance impidió a los espectadores disfrutar del juego de colores ocres y azules que el amanecer proyecta sobre el arca. La Sociedad de la Venida de la Virgen incorporó en esta edición una explicación por megafonía del relato. Los fieles asistieron a una misa al aire libre entre la salinas de Santa Pola antes de emprender el camino de vuelta a Elche. La romería de la Virgen atrae cada año a nuevos adeptos que recorren a pie, a caballo o en carro los 12 kilómetros que separan la ciudad de la plata del Tamarit. Algunos de los decididos romeros se incorporaron a la fiesta sin dormir. "No lo había visto nunca, pero este año, cuando he terminado de trabajar, he venido directamente con unos amigos", señaló Inma Tormo, que trabaja en un hospital. Los asiduos, como Vicente Pacual, aseguran que mantener la tradición está por encima de todo, incluso del frío. "Tengo mucha fe y como la romería se hace sólo cada dos años procuro estar siempre. Sólo falté a la anterior porque acababa de ser padre", precisó Pascual. A mitad de camino, la romería se detiene. Es el momento del almuerzo. Los caminantes recobran fuerzas. Algunos previsores, como Olga Botella, llevan todo lo necesario para preparar una buena comida, porque la parada del almuerzo constituye uno de los principales atractivos de la romería. Una vez en la ciudad, la Virgen se instala en el Huerto de Les Portes Encarnaes, que en el ritual que la ciudad vive los años impares simboliza la playa del Tamarit. Desde este huerto, situado al final del Raval, se inicia a las 15 la carrera de Cantó. A lomos de su caballo, el guardacostas recorre, al galope y en el menor tiempo posible, la distancia que separa la finca del Raval del Ayuntamiento para comunicar el hallazgo a las autoridades. Tras la carrera, Cantó y un emisario del concejo dan la noticia a toda la localidad. A la platja, il.licitans! es el mensaje que repite una y otra vez. Los asistentes lanzan vítores a la patrona y acuden en masa hasta el huerto para acompañarla hasta la basílica de Santa María, desde la que saldrá hoy, fiesta local, en procesión. Aunque este acto coincide con el final del año, para los ilicitanos es el preámbulo del Misteri.
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