"Me voy a Londres porque en Euskadi he tocado el techo musical"
El próximo 11 de septiembre, Stefan Madru (Timisoara, 1978) ingresará en el Royal College of Music, en Londres, y desde allí iniciará el salto a su consagración como concertista de violín. Este joven, afincado desde los 12 años en Bilbao, hijo de la segunda concertino de la Orquesta Sinfónica de Bilbao y del profesor de Armonía del Conservatorio Superior de la ciudad, empezó a tocar el violín a los cinco años y ha jalonado sus estudios superiores de música con las más altas calificaciones, hasta terminar este año con sobresaliente. Madru ha conseguido la beca Nicanor Zabaleta, dotada con tres millones de pesetas, que gastará en sus dos años de estancia en Londres en su preparación de postgrado para llegar a ser concertista. Le acompañara su novia, una joven pianista que también estudiará en el prestigioso Royal College of Music.
Pregunta. ¿Qué le trajo hasta el País Vasco con tan solo 12 años?
Respuesta. Mi madre vino en 1987 siguiendo una gira con la Orquesta Sinfónica de Bucarest y decidió quedarse. Dos años después, mi padre, mi hermano y yo conseguimos salir de Rumania y nos instalamos en Bilbao. Encontré un gran profesor de violín [Varujan Cozighian, concertino de la Orquesta Sinfónica de Bilbao] y un ambiente musical muy agradable; por eso me quedé aquí. No me arrepiento del paso que dio entonces mi familia.
P. ¿Cuándo decidió dedicarse a la música?
R. Desde muy pequeño. Nunca pensé estudiar otra carrera. Conforme crecí, ya con 15 años, decidí volcar todos mis esfuerzos en la música.
P. ¿Qué representa para un joven intérprete una beca de estas características?
R. Una ayuda enorme para estudiar en condiciones en Londres. Es un quitamiedos y permite una dedicación absoluta a la música sin preocuparme por el mes que viene.
P. ¿Y si no llega a ganar estos tres millones?
R. Hubiera probado en otros concursos.
P. ¿Por qué se va a Londres?
R. Aquí ya he tocado techo musical. En el País Vasco, desgraciadamente, no hay posibilidad de encontrar muchas salidas. No es por falta de profesores, sino por la imposibilidad de ampliar los estudios.
P. ¿Qué hubiera sido de su carrera musical si su familia no hubiese venido a España?
R. Es difícil imaginarlo. Las condiciones para el estudio son muy distintas en Rumania. La educación, tanto la general como la musical, era sobresaliente antes de la revolución [que acabó con el régimen de Ceasescu]. Ahora, por las referencias que tengo, ha pegado un pequeño bajón y la calidad no es tan exquisita. Pienso que no hubiera tenido la oportunidad de ir a Londres a estudiar violín.
P. ¿Está preparado para dar el salto a una sinfónica?
R. Sí, con muchos matices. El último medio año he dado conciertos con la Sinfónica de Bilbao tras superar unas pruebas de acceso, aunque esto no quiere decir nada. Ahora, en agosto, hay unas oposiciones para cubrir cuatro plazas de violines, pero las he descartado porque sería muy duro y necesitaría mucha suerte para superar a aspirantes de primera fila. Podría plantearme ahora entrar en una orquesta, pero dudo de mi preparación.
P. ¿Cuáles son sus virtudes y limitaciones?
R. Me falta madurar en el aspecto musical, en la interpretación de las obras y, por supuesto, en el perfeccionamiento de la técnica del instrumento.
P. Se olvidó de las virtudes.
R. (Pausa muy larga). Mis profesores me han ayudado a coger una técnica muy buena. Estoy contento de la serenidad que tengo al tocar.
P. ¿Por qué compositores y orquesta tiene predilección?
R. Compositores, todos. Tal vez me apasiona Brahms. Y orquestas, la Sinfónica de Londres, la de Chicago, varias de Alemania...
P. ¿Y violinistas?
R. Por supuesto, el grandísimo y genial David Oistrakh.
P. El Royal College of Music de Londres es un trampolín que le llevara a...
R. Me encantaría empezar a presentarme a concursos internacionales de primer nivel. Si no, sería un sueño seguir estudiando en la Julliart, de Boston, la escuela de música más prestigiosa del mundo.
P. ¿Le atrae la composición?
R. Eso está muy lejos todavía, muy lejos.
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