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El bicharraco

Ahora es cuando se van a enterar los ingleze de Gibraltar de quiénes son los verdaderos ingleses. Se habían hecho la ilusión, esos andaluces descarriados, de ser auténticos ciudadanos británicos, hasta que su graciosa majestad les ha puesto en las narices, por no decir en partes más sensibles, un bicharraco nuclear de lo más siniestro. Lo único en claro que hasta ahora se ha sacado de este tenebroso asunto: ver a los llanitos en el espejo de lo que son: súbditos de un imperio decrépito que todavía, y gracias precisamente a ellos, se las da de algo por el mundo.El señor Caruana, como si no lo supiera, anda por ahí sacando pecho: "El pueblo de Gibraltar no está dispuesto a depender a ciegas del Ministerio de Defensa del Reino Unido". Patética hipocresía. Pero a renglón seguido, aclara: "También tenemos presente el deseo de ayudar al Reino Unido, nuestro amigo y aliado". Como si no supiera que gracias a los verdaderos británicos la Europa democrática tiene que soportarle a esa antigualla histórica sus 53.000 sociedades opacas, las 60 directivas europeas que no cumplen, el blanqueo de dinero, un aeropuerto construido en territorio neutral, las basuras que arrojan a nuestras playas... "Parásitos", los llamó sin más un ministro de Asuntos Exteriores del amigo de Blair.

Claro que no es el único suelto de lengua que aparece en esta historia para no dormir. Sin ir más lejos, el propio Aznar hacía bromas al respecto, en presencia de su amigo Tony, no fuera a molestarse el invitado. En vez de decirle, en esa extraña confianza que se tienen, hombre-por-qué-no-te-llevas-ya-el bicharraco-ése-si-total-ya-tienes-allí-otros-diez-averiados-qué -más-te-da. Por ejemplo. ¿O es que éste, el Tireless, está más jodido de la cuenta y, de momento, prefieren los verdaderos ingleses que corramos los andaluces, y por supuesto sus vasallos, con el peligro?

Y no es por ponerse en lo peor, ni por hacer alarmismo, sino por la pura lógica de las cosas. ¿Por qué se deja aquí al Tireless, en el puerto que menos condiciones reúne para una reparación tan sensible? ¿Por qué Aznar miente, diciendo que el Consejo de Seguridad Nuclear ha dicho una cosa que no ha dicho? (Que era peligroso poner en marcha otra vez el reactor, para el traslado del submarino) ¿Por qué no se constituye una comisión de expertos independientes, como ha pedido Greenpeace? ¿Y por qué nos tenemos que creer lo que dicen los verdaderos ingleses, que no fueron capaces de tomar medidas sobre el mal de las vacas locas hasta doce años después, poniendo en peligro la vida de sus propios ciudadanos?

No hay que olvidar que la primera escala que hicieron, en su viaje de novios, el heredero de la corona británica y su desdichada y rutilante esposa fue en Gibraltar. Un gesto inamistoso donde los haya, pero que produce muchos réditos electorales allí, en Inglaterra. Como todo lo que se refiere a su última colonia. No lo olviden, como no lo olvida tampoco el señor Blair, líder de la tercera vía. Para vía, de agua y de primera, la que tiene el bicharraco.

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