La competición vive una jornada de trámite carente de emociones
Una historia inspirada en el teatro shakesperiano, Valentín, de Juan Luis Iborra; y una ópera prima, Canícula, de Álvaro García Capelo, un ambicioso aunque no muy original cruce de anécdotas y personajes, fue la oferta de ayer en la competición del Festival de Cine Español de Málaga. A pesar de que ambos filmes apuntan logros parcialmente interesantes, no parecen capaces de modificar la nómina de favoritas, encabezada de momento por tres títulos: El alquimista impaciente, de Patricia Ferreira; Smoking room, de Roger Gual y Julio Wasovitz; y El otro lado de la cama, de Emilio Martínez-Lázaro. En todo caso, fue el de ayer un día sin demasiadas emociones, donde el certamen se contagió de la languidez típica de la festividad del Trabajo.
Inspirada en una obra teatral estrenada en 1923 y escrita por el propio Iborra, aunque a partir de la novela homónima de Juan Gil-Albert, Valentín, que su director concibió como un artefacto 'para superar el miedo que hay en España a hablar de teatro en el cine', según su propia confesión, utiliza textos de Shakespeare para construir una subtrama que, en la línea de otras películas similares -de En lo más crudo del crudo invierno, de Kenneth Branagh, a Don Juan, de André Delvaux-, equipare lo que ocurre en la escena con lo que viven los personajes fuera de ella.
Ambición y transgresión
Muestra la película una ambición temática elogiable y un zumbón espíritu de transgresión sexual que se adueña por completo de ella, pero no termina de construir Iborra un guión coherente, lastrado a veces por la desmesurada amplitud de las referencias teatrales, y otras por una puesta en escena que oscila entre lo naïf y lo obvio.
Entre los actores destaca Luis Hòmar, intérprete y director de teatro, que encarna con convicción el descenso de la espiral de los celos con Otelos de fondo que siente el director de la compañía al enamorarse de su joven primer actor durante los ensayos de un mix shakesperiano. 'Era como estar en casa', apuntó Hòmar, a cuyo entusiasmo por hacer un filme sobre la profesión teatral se apuntó la veterana Lola Cardona. 'Lo triste es que parece que filmes como éste van a dejar de producirse en poco tiempo', añadió el actor.
Por su parte, en Canícula, en la que el debutante García Capelo plantea un difícil juego de cruces vitales que culminan en un final un tanto ortopédico, se apuntan maneras, un buen gusto por la composición del encuadre y una correcta dirección de actores. Protagonizada por Antón Reixa, Nathalie Seseña, Farid Fatmi y Sergi Calleja, entre otros, cuenta como el calor desesperante del agosto madrileño es capaz de llevar al delirio a sus vecinos. Surgida de un guión del propio García Capelo, que tardó bastante tiempo en elaborarse, el filme está dedicado a la memoria de uno de los especialistas que murió durante el rodaje.
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