La ciudad de las mujeres ocultas
Tres paseos que invitan a descubrir a cordobesas de ayer y de hoy
El paisaje urbano se erige como un escenario de significados. Las ciudades destilan su presente y su memoria a través de lo que nombran y muestran en su callejero, en sus edificaciones o en sus símbolos. Y también a través de lo que callan y ocultan. Esta significación no es neutral y refleja el orden simbólico y social interno. No es casual, por tanto, que las ciudades nombren y muestren mayoritariamente a sus hombres y apenas a sus mujeres. Pero mujeres, haberlas haylas. Sólo hace falta un ejercicio de voluntad y una labor de investigación para descubrirlas. Eso es lo que ha hecho la delegación de igualdad de la Diputación de Córdoba a través de la iniciativa Cordobesas de Ayer y Hoy. Una propuesta que invita a descubrir tres rutas por la ciudad de Córdoba -paseo del Alcázar, paseo de la Ribera y paseo del Centro-, a través de sus mujeres, en visitas guiadas.
El paseo de la Ribera se adentra en la judería. La ruta se inicia en la sede de la delegación (calle del Buen Pastor), una ampliación del convento de San Roque. Tras atravesar la calleja de la Hoguera, de frente se encuentra la mezquita-catedral, que, además del religioso, tuvo otros usos. En el siglo XVI, las madres que no podían amamantar a sus hijos los llevaban a primera hora de la mañana al muro oeste, donde les esperaban las amas de cría pagadas por el obispado. De ahí que se llame el Muro de la Leche. Con anterioridad, esta misma galería había albergado el hospital de Expósitos hasta que en 1516 se terminó de construir el hospital de San Sebastián, frente a la catedral (actual Palacio de Congresos). Siguiendo en dirección al río se encuentra la plaza de Abades, donde se ubicaba la alcaicería, el antiguo mercado de la seda. Las mujeres criaban los gusanos, los extraían y preparaban la seda en sus casas, y luego los vendían en el mercado. En esta zona de la judería predominan las casas-tienda y las casas-mesón, con la vivienda en la zona superior y la zona baja para la actividad laboral. Aún se conservan talleres en los que se curte el cuero y se elaboran cordobanes y guadamecíes. Labor en la que destaca en la actualidad la artesana María Josefa López Cubero. Pegando a la plaza se encuentra la calle Alfayatas, término que designaba a las mujeres que cosían ropa para hombres. En el pasado, ser sastre tenía mayor prestigio que ser alfayata. El recorrido sigue hasta la plaza del Potro, de obligada parada porque se encuentra el Museo Julio Romero de Torres, y que en su día fue lugar de trasiego comercial y de afamados burdeles y tabernas. En las casas de citas, la presencia de las mujeres era obvia, pero la entrada a las tascas les estaba prohibida. Una pequeña ventana, llamada piquera, hacía las veces de mostrador para que pudieran comprar vino.
Las envasadoras
Una de las primeras paradas del paseo del Centro se realiza en el convento de Santa Ana (calle de Ángel de Saavedra), fundado por una congregación de carmelitas descalzas de clausura enviada por santa Teresa de Jesús. Cabe señalar que, según el cómputo realizado por P. Delos, la santa abulense es una de las 273 canonizadas en los últimos 10 siglos, frente a 1.282 santos registrados. Una muestra evidente de que la santidad es una carrera eminentemente masculina.
Muy cerca se encuentra la casa Carbonell, en la que nació el escritor romántico Ángel de Saavedra. Es conocida, sobre todo, por haber albergado desde 1866 la fábrica de aceites en la que trabajaron muchas mujeres. Eran conocidas como "las envasadoras", y también como las primeras obreras y mujeres emancipadas que tuvo la ciudad. El paseo del Alcázar discurre desde la calle del Buen Pastor hasta este fortín, construido en 1328 para residencia real por orden de Alfonso XI. En este edificio vivió su amante Leonor de Guzmán, a la que donó el señorío de Medina Sidonia. En él, doña Leonor realizó una reforma agraria por la que las tierras se repartieron según las capacidades de cada agricultor. Otra residente a destacar es Leonor López de Córdoba, cuyas memorias, escritas en 1412, son un documento de gran valor, ya que nos han llegado muy pocos testimonios de autoras de entonces. Éstas y otras muchas damas, anónimas o ilustres, como Masabih, Aixa o Wallada, que vivieron en la corte omeya, forman parte de la memoria de la ciudad. De una ciudad escondida bajo los pliegues de la historia patriarcal.
GUÍA PRÁCTICA
Información
- Las tres rutas están promovidas por la delegación de igualdad de la Diputación de Córdoba (957 21 10 00; www.dipucordoba.es).
Comer
- Taberna Ayesta (Enrique Romero de Torres, 7; 957 48 78 38). Carmela Prieto sirve a la concurrencia un ajo blanco exquisito cocinado por Julián Ayesta. Unos 12 euros.
- La Gusa (San Fernando, 18
; 957 49 11 23; www.restaurantelagusa.com). Restaurante y pub a cargo de Amparo y Nieves Mingueza. Tés, ensaladas variadas y postres caseros. Alrededor de unos 15 euros por persona.
- Soul (avenida de Alfonso, XIII, 3;
957 49 15 80). Copas y música
en un pub de referencia.
Dormir
- Hostal Bagdad (Fernández Ruano, 11; 957 20 28 54). Mariló Salcés dirige este hostal diferente. La doble, unos 30 euros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.