Josep Maria Sala, condenado por el 'caso Filesa', vuelve a la ejecutiva como secretario de formación
Montilla, Iceta y Maragall superaron, por este orden, la barrera del 90% de los votos
Los aplausos más continuados y emotivos de los delegados del 10º congreso del PSC se los llevó Josep Maria Sala, condenado a dos años de prisión por el caso Filesa, de financiación irregular del PSOE. José Montilla, primer secretario del PSC, decidió el regreso -por la puerta grande- de Sala a la ejecutiva, que había abandonado en noviembre de 1997, después de que el Tribunal Supremo ordenara ejecutar la sentencia. El actual secretario de formación pasó menos de un mes en la prisión de Can Brians, al suspender el Tribunal Constitucional la ejecución de la sentencia.
A Sala se le considera un hombre íntegro que tropezó con la justicia por servir al partido. Renunció a la petición de indulto, convencido de su inocencia, y fue el Tribunal Constitucional el que rebajó su condena de tres a dos años. Es históricamente el padre de los llamados capitanes del PSC, dirigentes territoriales identificados con los nuevos cuadros. Muchos de ellos son alcaldes. A la sombra de Sala creció políticamente el propio José Montilla. Sala siempre ha tenido despacho en la sede socialista de la barcelonesa de la calle de Nicaragua, aun sin desempeñar ningún cargo específico. Han sido numerosas las pruebas de afecto que el aparato del partido le ha dispensado.
La cúpula del PSC consideraba ayer un acto de justicia y una reparación "personal, histórica y política" el retorno de Sala a la ejecutiva socialista. La coyuntura de tener el poder en la Generalitat, y el partido hermano, el PSOE, en Madrid, ha precipitado la toma de la resolución. Sus hijos políticos lo tenían en la agenda de este congreso y, en un principio, intentaron que este regreso se produjera a través de la Fundación Campalans, vinculada al partido. Pero el viernes ya estaba decidido que Sala volvería con todos los honores. Montilla encontró algunas resistencias para cerrar la operación tal como originariamente la había tomado. El actual presidente de la citada entidad, Narcís Serra, de acuerdo con algunas versiones, no veía a Sala como el hombre idóneo para sucederle en la citada fundación.
Pero nadie se opuso a su regreso a la ejecutiva. Y al final todos dieron luz verde a la operación retorno por la puerta grande. De la otra manera , el regreso hubiera sido "vergonzante" -según un destacado dirigente- y se hubiese producido, previo relevo de Serra, dentro de unas semanas.
La de Sala -que obtuvo el 81,7% de los votos- fue, pues, la gran sorpresa de la última jornada del congreso del PSC. Pero la dirección del partido quiso evitar que concentrara el interés informativo y suspendió todas las entrevistas concertadas previamente con los medios de comunicación, incluido este diario.
La cúpula del PSC consideró que mediáticamente este retorno era una anécdota y que lo auténticamente relevante lo constituían los dos nuevos hombres fuertes del PSC: Miquel Iceta, viceprimer secretario, y José Zaragoza, secretario de organización. Estos dos nombramientos suponen un reconocimiento de los cargos que ambos desempeñaban de hecho en la sede de la calle de Nicaragua después de las elecciones autonómicas y generales. La vicepresidencia del partido -figura de nueva creación- es para Manuela de Madre, presidenta del grupo parlamentario en la Cámara catalana. La sobrecarga de ocupaciones de Maragall y de Montilla ha motivado la creación de esta segunda línea de altos cargos.
La renovación generacional ha sido escasa, aunque se mantiene una escrupulosa paridad: hay un total de 17 hombres y 15 mujeres.
Orden de voto
La votación de los delegados para la nueva ejecutiva estuvo dentro de la más pura ortodoxia y puso de relieve, sin venganzas, quién manda en el PSC. Así, José Montilla y Miquel Iceta quedaron por delante de Pasqual Maragall en cuanto a número de votos. Los tres superaron la barrera del 90%: Montilla obtuvo el 94,4% de los votos; Iceta, el 90,7%, y Maragall, el 90,2%. Detrás de ese triunvirato aparecen Manuela de Madre, con el 88,2%, y José Zaragoza, con el 86,6%. La votación de la ejecutiva puso fin a un congreso en el que se sucedieron las votaciones a la búlgara. Los delegados han hecho un acto de fe depositando numerosas tomas de decisión en manos de la nueva cúpula. Dos ejemplos: la creación de un grupo propio en Madrid y la última palabra sobre incompatibilidades.
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