El Tato
"No estaba ni el Tato", dijo Rajoy; y nuestra Trinidad Jiménez le acusa de menospreciar al Rey, que sí estaba en el lugar citado, en la Cumbre Iberoamericana. Bueno, Trini, también había mucha más gente. Casi todos: menos el Tato. Busco quién es el Tato. En Chile es un cura, el padre José Andrés Aguirre, alias El Tato, que metió mano -o lo que pudiere- a nueve colegialas: de las pequeñitas. Hay un Tato que torea ahora: un buen hombre. Hubo un Tato clásico, aquel que charlaba en el café de Chinitas con Paquiro: un torpón -dice José María Iribarren, diccionarista- que mataba "con estilo". "¡Anda que te mate el Tato...", decía una coplilla: pero el malaje español -mal ángel- se gritaba a algunos maridos para ultrajarles. No veo el origen del chiste de Rajoy: debió ser lo primero que se le ocurrió para desprestigiar la reunión iberoamericana, tan malhadada que se convocó al mismo tiempo que la de Asia-Pacífico, donde había dinero. Dinero chino, dicen. Bush, que estaba allí, tiene fe en ese área económica que puede sustituir a Europa. Es una profecía antigua, quizá venga del "peligro amarillo" del europeo alemán nazi Spengler, y es una constante de Estados Unidos inclinarse hacia el Pacífico y dejar después a su suerte a esta cubeta mediterránea en la que estamos. Es verdad que China es hoy el sexto país en la economía mundial, y tiene algunas ventajas que no tienen los demás: es comunista, y el trabajo y las remuneraciones se hacen bajo un sistema comunista; y es capitalista y los beneficios del capital se los lleva el Estado.
En Estados Unidos hay un poco de miedo a China como rival en el Pacífico, aunque esté en conflicto permanente con Japón. Hay quien cree que en cuanto pase el conflicto con Europa, Bush -el mismísimo Tato- empezará a lidiar a China, que era uno de sus feroces objetivos cuando empezó su primera legislatura. Pero ya hay quien piensa que es demasiado tarde, que el desarrollo chino es incontenible; y que con el desarrollo cultural, comercial y humano, va también el atómico. Más el de Corea, que podía ser otra vez su aliada. Pero aquí estamos preocupados con el Tato, que no asistió a la Conferencia Iberoamericana: pero como asistió el Rey, dicen los socialistas, el tema del Tato está superado. Menos mal.
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