El lobo regresa a Cataluña tras un siglo de ausencia
La detección de dos ejemplares en el macizo del Carlit confirma su presencia en el Pirineo
Un macho y una hembra de Canis lupus han estado correteando durante el pasado invierno por el macizo del Carlit, a unos 10 kilómetros de Puigcerdà. Se confirma que el lobo está regresando a Cataluña por la comarca de la Cerdanya. La especie fue exterminada en el territorio catalán a principios del siglo pasado. La presencia de dos lobos en Carlit fue corroborada recientemente por la Oficina Nacional de Caza francesa.
Los análisis genéticos de excrementos han confirmado la presencia de un macho en diciembre de 2003 y de una hembra en enero de 2004 en esta zona pirenaica, según ha publicado el periódico L'Indépendent. Estos indicios son los más recientes, pero no los únicos. En febrero pasado, la Generalitat confirmó que se habían descubierto rastros de un ejemplar en el parque natural del Cadí. En mayo se encontró un rebeco muerto en el Ripollés, hecho que la Generalitat atribuye a la acción del predador. Y entre 1999 y 2000 se observó la presencia de tres animales -dos machos y una hembra- en el macizo de Madres.
Todo apunta en una misma dirección: la probable existencia de una pequeña población de lobos situada en las estribaciones del Carlit y de Madres, una serie de montañas despobladas y poco accesibles que cierran la comarca de la Cerdanya por el norte y el este. En este núcleo se cree que existen unos cinco ejemplares, según los cálculos realizados por el Plan de Acción sobre el Lobo, que impulsa el Gobierno francés. Y como los lobos tienen una gran movilidad, no es extraña su presencia en el Cadí. La zona de Puigmal, Ulldeter y el Canigó están incluidas en sus correrías, que alcanzan tres comarcas: la Cerdanya, el Ripollès y el Berguedà, según la Generalitat.
¿De dónde vienen estos ejemplares? Los análisis genéticos efectuados en Francia y en Cataluña indican que todos los animales pertenecen a la raza Canis lupus italicus, propia de la península italiana. Un origen que se antoja extraño, pero sólo en apariencia. El lobo reapareció en Francia en 1992, cuando en el parque nacional de Mercantour se constató la presencia de dos ejemplares procedentes de los Apeninos. Desde entonces se han ido extendiendo y actualmente en territorio francés hay 13 áreas habitadas permanentemente por el lobo, con una población de 55 ejemplares. Todos provienen del norte de Italia, donde se calcula la población de este cánido supera los 500 animales.
El lobo también está en expansión en España.
El animal ha ido colonizando nuevos territorios, y actualmente ha llegado hasta el Pirineo aragonés más occidental (valles de Ansó y Hecho) procedente de sus reductos en el oeste de la Península. Esta otra vía de colonización puede acabar llegando también hasta Cataluña desde poniente. Pero en este caso se trata de la subespecie ibérica, Canis lupus signatus, distinta de la italiana.
De momento, nuestros vecinos franceses han saludado con optimismo la reaparición del único gran predador que queda en Europa. El Plan d'Action sur le Loup francés considera que el lobo enriquece la biodiversidad y es positiva para los ecosistemas. La Institución Catalana de Historia Natural (ICHN) considera que "hay que trabajar con urgencia en pro de la conservación del lobo, y estudiar todas las fórmulas posibles para hacer compatible su presencia y requerimientos biológicos con las actividades tradicionales y la ganadería", a juicio del último editorial del boletín de la ICHN.
Para David Guixé, naturalista de la ICHN, "hay que hacer ver que el lobo no es un enemigo, que forma parte del ciclo elemental de la vida" y que es "una especie indispensable para regular las poblaciones de ungulados salvajes". Por ejemplo, el lobo es el único predador capaz de controlar las poblaciones de jabalí, un animal que se ha convertido en una auténtica plaga en muchas regiones. En Francia, la mayor parte de su alimentación corresponde a ungulados salvajes (sarrios, ciervos, jabalíes, corzos o muflones) y sólo un pequeño porcentaje de sus capturas se realizan entre el ganado doméstico.
Ahora está por ver como va a acoger la población humana a este nuevo vecino silvestre que está recuperando sus antiguos territorios. Es de esperar que se le dispense un recibimiento algo más sosegado del que sufrieron los osos en la Val d'Aran.
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