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Reportaje:

El Palacio Real recrea la Edad Media

Una exposición sin precedentes reúne vestimentas y ajuares de Las Huelgas

El Palacio Real abre mañana al público su sala de exposiciones temporales con una muestra de suntuosos atavíos que, conservados de manera sorprendente, engalanaron con su atuendo a reyes, princesas y prelados de la Edad Media. Su destello de entonces perdura aún hoy en muchos de los objetos que se exhiben: bonetes, cofias, mantos, pellotes, lampeces de paño con decoraciones vegetales, sayas, calzas y sudarios. Y ello, pese a que resulta muy difícil hallar vestimenta indemne anterior al siglo XVIII por su naturaleza orgánica, en extremo sensible a la humedad, el calor y la usura del tiempo.

Mediante la cuidada combinación de ajuares cortesanos, domésticos y funerarios de la época medieval, en un escenario aderezado por libros sacros, cancioneros y miniaturas polícromas -casi todo signado por el lenguaje que la heráldica procura- la exposición consigue recrear una atmósfera que muchos podían creer definitivamente perdida. Los aproximadamente 40 fondos exhibidos proceden de monasterios como el soriano de Santa María de Huerta, el oscense de Roda de Isábena y, los burgaleses de Vileña y, señaladamente, de Las Huelgas, la ampliación de cuyo Museo de Telas Medievales ha hecho posible aquí la contemplación de su magnificencia textil. Es tanta, que cobra la entidad de un impar documento histórico, etnológico y cultural.

El pendón de Las Navas de Tolosa, de 1212, fue sacado en procesión hasta 1941

Los ajuares funerarios no fueron menos excelentes que los cortesanos, a tenor de la riqueza de las labores bordadas, recamadas y antorchadas que las postreras vestimentas de numerosos príncipes y princesas de Castilla aquí muestran. Por cierto, a través de vestigios como los que aquí se exhiben se ha sabido que el Cid Campeador, que estuvo enterrado en el monasterio burgalés de San Pedro de Cardeña, era de talla inferior a su esposa Jimena, en torno a 1,60 metros, bien que ancho de hombros. Destacan las vestimentas de numerosos integrantes de la familia La Cerda, emparentada con Alfonso X el Sabio. Un cinturón del infante don Fernando expresa, en su vivísima heráldica, toda la sabiduría aplicada a su hechura.

Para contextualizar las piezas mostradas, el comisario de la muestra, Joaquín Yarza, ha traído un ejemplar de las Cantigas de los milagros de santa María, abierto por una partitura ilustrada por miniaturas polícromas donde refulgen los atuendos cuartelados con escudos de Castilla y de León del propio monarca.

Son de admirar telas surcadas por cenefas de una riqueza cromática desconocida, que lo mismo decoran la dalmática de san Valero o las ínfulas -cintas- de la tiara episcopal de san Ramón, que jalonan la saya encordada de un infante de Castilla, o los brocados recamados en oro y plata para realzar la vestimentas de doña Berenguela. Un par de tibialias, calzas de seda carmesí acordonadas con borlones, dan cuenta de la elegancia del arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada, vencedor contra los almohades. Todos son diseños surgidos de las manos de genios de la aguja y la tijera que, pese a haber laborado hace tantos siglos, bien podrían ser consideradas precursores de modistas parisienses de mediado el siglo XX.

Sobre todos los textiles destaca el pendón de la batalla de Las Navas de Tolosa -bellísimo laberinto octogonal de arabescos cermesíes- del que las crónicas dicen que le fue arrebatado al sarraceno en 1212. Hasta 1941 fue sacado en procesión en Andalucía. Ha resistido, hasta hoy, indemne al discurrir del tiempo.

Vestiduras ricas. El monasterio de las Huelgas y su época 1170-1340. A partir de mañana jueves, de lunes a sábados, de 9.30 a 17.30, domingos y festivos, hasta las 14.00. Hasta el 19 de junio. Entrada gratuita. Palacio Real. Calle de Bailén, s/n. Metro Ópera.

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