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Reportaje:

Hereu defiende a Lindo ante la polémica

Toda una declaración a Barcelona. El pregón de la escritora Elvira Lindo como inicio de las fiestas de la Mercè fue una de esas manifestaciones que tanto gustan oír al barcelonés. Ciudad avanzada, moderna, abierta, con cierto paralelismo con Nueva York por aquello de que está construida con miles de miradas ajenas. Lindo se reinvidicó barcelonesa en un pregón que siguió el hilo conductor de su vida, con una respuesta implícita a las críticas que le han llovido desde Esquerra Republicana y asociaciones afines disconformes con su elección.

Por reivindicar, Lindo también reivindicó que no es la "escritora madrileña", etiqueta que la suele definir: "Me niego a esa simplificación de la vida". Se definió como una persona que desde su infancia ha pasado por una serie de ciudades -en Madrid ha vivido la mayor parte de su vida- que le han dejado huella. "Y una de mis ciudades es ésta", dijo. En la infancia, porque durante años arribó en barco al puerto para empezar las vacaciones, y en la adolescencia, dijo, "como insaciable niña lectora que fui me nutrí de libros que le nacían a la ciudad soñada".

"No vengo representando a nadie ni a nada, sólo me represento a mí misma", aseguró la escritora en su parlamento
"La ciudad puede con todo, lo asimila todo, y en esta asimilación del inmigrante está su garantía de futuro"
"La Barcelona de los setenta y ochenta era una ciudad donde la libertad parecía llevar unos pasos de delantera"

Para Lindo -creadora de Manolito Gafotas y que edita sus libros en la capital catalana-, en las décadas de los setenta y ochenta Barcelona parecía una ciudad "donde la libertad parecía llevar unos pasos por delante". Destacó, además, que siempre ha sentido la ciudad con todas las condiciones necesarias "para construir la novela urbana". Dijo que en los setenta surgieron en Barcelona novelistas y poetas que parecían haberse formado en un país más moderno". Y enumeró un elenco de escritores catalanes: desde Pere Gimferrer -que también acudió al pregón para apoyarla, como el editor Jorge Herralde-, pasando por Terenci Moix, Eduardo Mendoza y Manolo Vázquez Montalbán.

Al explicar su relación con Barcelona en su etapa madura, Lindo volvió a defender la idea de que las ciudades no se alimentan sólo de las miradas de la gente que nace y crece en ellas: "Nueva York está construida sobre miles de miradas ajenas y sin embargo, milagrosamente, no ha perdido su poderosa personalidad o identidad, si así lo prefieren". Continuó: "La ciudad puede con todo, lo asimila todo, y en esa asimilación del inmigrante está su garantía de futuro".

"No vengo representando a nadie ni a nada, sólo a mí misma", señaló, y acabó el pregón en catalán, diciendo: "Jo sóc barcelonina". Fue el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, el que se encargó, también, de salir al paso de las críticas. Lo hizo ante todos los concejales del consistorio, a excepción del presidente del grupo municipal de Esquerra Republicana y segundo teniente de alcalde, Jordi Portabella, y tres concejales más de esa formación que plantaron a la pregonera por utilizar el castellano. "Yo también defiendo que la ciudad se hace con la mirada de la gente de aquí, pero también de los que pasan. Ésta es la Barcelona que yo quiero y es la que te da la bienvenida". Y una Lindo agradecida le sonreía por el capote.

Los gestos fueron muy elocuentes tras el pregón. Los tenientes de alcalde, incluido Alberto Fernández Díaz, se hicieron una foto con la escritora, flanqueada por el alcalde, Jordi Hereu, y su antecesor en el cargo, Joan Clos. No se sumó a la instantánea el presidente de CiU, Xavier Trias, que estaba justo al lado. Y Pilar Vallugera (ERC) abandonó el Salón de Cent enseguida, no sin antes volver a azuzar las críticas de su formación.

En la calle, el toc d'inici y el estruendo. Se imponía la fiesta.

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