Instrucciones para ver el paisaje
Los miradores no sólo son unos lugares más o menos acondicionados para pararse a contemplar un bonito paisaje, sino aulas donde se enseña a ver lo que otros antes avizoraron, ojos prestados con los que podemos ponernos en la mirada de un rey, un montañero, un guarda forestal o un pastor de la vega del Tajuña. De las infinitas oportunidades que hay para aprender a mirar en la región, hemos elegido media docena.
- Silla de Felipe II. El rey de los miradores madrileños es un peñasco de granito que aflora a 1.080 metros de altura en la falda de Las Machotas, donde Felipe II mandó labrar un par de asientos para poder espiar descansadamente a los artífices del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, cuya fachada meridional se ve a 2.250 metros de distancia como si en lugar de alzarse en la ladera pinariega del monte Abantos, estuviese dibujada sobre un plano.
A la Silla se sube en coche por el desvío que hay señalizado en el kilómetro 30,200 de la carretera M-505 (Las Rozas-Ávila). La prolongación del asfalto es una senda ecológica, apta incluso para personas en silla de ruedas, que invita a pasear un par de kilómetros por el más bello robledal de la región, el de La Herrería. (www.sanlorenzoturismo.org)
- Mirador Gallarza. En 1952 se construyó esta aérea balconada de granito en la loma de los Cogorros, a un kilómetro al norte del puerto de Navacerrada, donde se tiene la viva impresión de estar sobrevolando en avión el pinar de Valsaín y a punto de estrellarse contra la Bola del Mundo, justo enfrente. Se llega en 20 minutos caminando desde el puerto de Navacerrada. Una ruta a pie más larga por la loma de los Cogorros y el vecino arroyo del Telégrafo, de unas tres horas y media de duración, está descrita en www.excursionesysenderismo.com
- Mirador del embalse de El Atazar. En realidad, toda la carretera que conduce desde el pueblo de Patones hasta el de El Atazar remontando el encañonado curso del bajo Lozoya, es un mirador.
Sin embargo hay un punto, 500 metros antes de cruzar la presa, que está acondicionado como tal, con un panel informativo y una barandilla de madera para asomarse sin peligro al vértigo de esta muralla curva de 484 metros de longitud por 134 de altura, que forma a sus espaldas un embalse de medio billón de litros, 1.070 hectáreas y 72 kilómetros de costas.
Al otro lado de la presa, se ve el caserío de pizarra de El Atazar, rodeado de fragantes jarales y de los montes más solitarios de la región. Más información en www.sierranortemadrid.org
- Tielmes. Este municipio del sureste invita a los visitantes a hacer la ruta de las Fuentes y los Miradores, una senda de 10 kilómetros y tres horas de duración, con una dificultad media, que enlaza cinco viejas fuentes abrevadero y dos miradores -el de la Ermita y el del Valle- situados a 150 metros de altura sobre la vega del Tajuña, ofreciendo unas vistas del valle y del caserío de Tielmes similares a las que gozan los aguiluchos.
Una descripción detallada del recorrido y un plano se encontrarán en www.tielmes.org
- Las Canchas. A tres kilómetros del pueblo de Navacerrada se encuentra el edénico valle de la Barranca, donde, caminando una hora y media por la pista de tierra que aparece al final de la carretera, se llega a las peñas o canchas que dan nombre a este mirador situado a 1.760 metros de altura, desde el cual se obtiene una perspectiva magnífica de La Maliciosa, cuyo perfil, visto desde aquí, semeja el de una esfinge.
Por la misma pista, en un cuarto de hora más, se llega a la explanada donde antaño se levantaba el Real Sanatorio del Guadarrama, para tuberculosos, que también domina un soberbio panorama: desde la sierra de Hoyo de Manzanares hasta El Escorial. De esta ruta se informa en la Oficina de Turismo de Navacerrada (Cuartel, 5; teléfono 918 560 308; www.ayto-navacerrada.org).
- Los Robledos. En el kilómetro 31,300 de la carretera M-604, entre Rascafría y el puerto de los Cotos, aparece indicado el desvío que lleva a este mirador, el mejor del valle del Lozoya (por lo menos, de los que tienen acceso en coche). Allí, además de un monumento dedicado a la Guardería Forestal, hay una especie de brújula gigante -señalador, le dicen- que permite apuntar con su manecilla hacia cualquier rincón del valle y luego leer sobre la esfera el topónimo correspondiente.
A mano derecha, se ven las cumbres de Cuerda Larga y la sierra de la Morcuera; a la izquierda, Peñalara y los montes Carpetanos; y al frente, todos los lugares que enhebra el Lozoya desde El Paular, casi a los pies del observador, hasta el embalse de Pinilla, 10 kilómetros más allá.
Una panorámica en movimiento desde 15 miradores de la cuenca del Lozoya, incluido éste, puede verse en www.sierranorte.com
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