La UPV multiplica por cuatro sus patentes
La universidad pública registró el año pasado 26 investigaciones y productos, frente a siete en 2003
El registro de patentes supone, junto con el número de artículos publicados en las revistas científicas, uno de los principales indicadores con el que se mide la productividad investigadora. Pese que en Euskadi el número de artículos científicos publicados en revistas de prestigio haya aumentado en un 22% durante los últimos cinco años, el registro global de patentes ha bajado en ese mismo plazo de 140 a 133. Esa tendencia general contrasta con la que se produce en la Universidad del País Vasco (UPV), donde se ha pasado de las siete solicitudes registradas en 2003 a las 26 del año pasado. Su vicerrector de Investigación, Miguel Ángel Gutiérrez, atribuye ese crecimiento "sorprendente y espectacular" a un "cambio en la cultura investigadora".
El vicerrectorado creó hace tres años una oficina de registro que evalúa si un invento es patentable
Siete de las patentes de la UPV están siendo explotadas, la mayoría en la biotecnología y la química
Gutiérrez explica que los investigadores tendían hasta ahora a publicar directamente sus trabajos en la literatura científica, lo que explica el alto número de artículos frente al bajo índice de patentes. "Ahora se entiende que el conocimiento generado es una riqueza que hay que proteger", señala. El objetivo del vicerrectorado es consolidar esa tendencia hasta alcanzar las 50 o 60 solicitudes anuales en cuatro años. Aun así, se muestra satisfecho con que de las alrededor de 390 patentes solicitadas el año pasado en toda España por instituciones universitarias, 26 correspondan a la UPV. "Las universidades politécnicas son más activas; estamos lejos de los índices europeos, y tenemos mucha competencia, pero la labor de los últimos tres años nos está poniendo en el sitio que nos corresponde", afirma.
El vicerrectorado creó hace tres años una oficina de registro en la que se evalúa si un invento es patentable y gestiona su registro a nombre de la UPV. "La tasa de éxito
[de que la solicitud sea admitida], que aunque es pronto para cuantificar rondará el 40%, no es mala, pero hay un retraso de uno o dos años hasta que la oficina contesta", explica. Gutiérrez pretende que la agencia se consolide en dos o tres años y que cuente con más técnicos para que el servicio no se sature y pueda ofrecer asesoramiento más especializado. De las 26 solicitudes en 2006, 15 se registraron a nivel europeo o internacional, "una buena cifra", dice.
El conocimiento patentado corresponde siempre a las áreas de ciencias experimentales, de la salud, y tecnología, porque en ciencias sociales y humanidades lo que opera no es la protección industrial, sino la intelectual en forma de derechos de autor. El ISBN ya supone un registro de un libro, y una conferencia o exposición está implícitamente protegida en el momento en el que se muestra al público, indica el vicerrector.
Ya registrado, el siguiente paso es que una empresa se interese por el conocimiento para explotarlo. "Generar patentes forma parte de nuestra política de animar al investigador a acercarse a la empresa. Al mismo tiempo, intentamos convencer a la empresa de que la universidad puede solucionar sus problemas", explica. Siete de las patentes registradas por la UPV están siendo explotadas, la mayoría en los campos de la biotecnología y la química.
Juan Carlos Jimeno, profesor de la Escuela de Ingeniería Técnica de Bilbao, es uno de los investigadores que ha licenciado su patente: una máquina basada en la energía fotovoltaica que sirve para medir las células solares. La empresa encargada de su explotación, Gorosable, ha vendido ya más de veinte unidades, cifra que Jimeno considera un éxito.
"La misión de la universidad no es fabricar maquinaria en serie. Por eso decidimos patentar la tecnología y GAIA [la asociación de industrias de telecomunicaciones del País Vasco] nos encontró esa empresa", relata. A menudo, apunta el vicerrector, antes de registrar la patente las empresas ya colaboran con líneas de investigación que prevean que podrán solucionar sus problemas, o buscan nuevos proyectos en las revistas científicas y las ferias de tecnología.
La empresa compra la patente a la universidad por una suma que varía dependiendo del área de conocimiento, el tipo de producto, el riesgo y la complejidad que entrañe explotarlo. "Suelen costar unos miles de euros, pero es un dato que no conozco ni me parece relevante, porque no concebimos la venta de patentes como una fuente de financiación", recalca Gutiérrez. Además de esa inversión, se pacta un canon fijo o un porcentaje de los beneficios que recibirán la universidad y el grupo de investigación.
La relación entre empresa e investigadores no finaliza con la comercialización del producto. "La empresa quiere tener una asesoría tecnológica y que el grupo siga evolucionando la tecnología, porque el conocimiento enseguida queda obsoleto", apunta Gutiérrez. El grupo de Jimeno ha estado "prácticamente a pie de fábrica durante los primeros años", señala el ingeniero.
Otra posibilidad, cada vez más frecuente, es que el propio grupo de investigación cree su propia empresa para explotar por sí mismo el conocimiento. "Estamos animando a que se generen perfiles de personas emprendedoras que apliquen su conocimiento y contribuyan a consolidar el mapa de empresas de alto valor tecnológico", señala el vicerrector. Jimeno rechazó la posibilidad de crear una spin-off: "Los investigadores sabemos mucho de generar nuevas ideas, pero poco de hacer planes comerciales, administrar el personal o gestionar los recursos. Para explotar a gran escala es mejor dejar la gestión en manos de las estructuras empresariales que ya existen", opina.
El ingeniero valora el "buen funcionamiento" de la oficina de registro de patentes de la UPV y, en general, aprecia "un cambio de mentalidad" en el equipo de Gutiérrez. Aunque el vicerrector recalca que tener una patente licenciada "mejora el currículo" de los investigadores, Jimeno cuestiona que éstos se interesen en patentar mientras que "no puntúe más en las evaluaciones".
Mondragon Unibertsitatea, por su parte, ha registrado siete patentes, que están pendientes de ser aceptadas, y tiene previsto crear una agencia de registro y gestión de patentes a lo largo de este curso académico.
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