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Reportaje:

Los sonidos del pincel

Una 'performance' en el Teatro Real combina la música del pianista Chano Domínguez y la pintura de Gabriele Amadori

Aurora Intxausti

Un lienzo blanco, ocho colores básicos y los primeros sonidos del piano incitan a Gabriele Amadori a lanzarse sobre la tela. Cada nota que interpretan Chano Domínguez, Marc Miralta en la batería y Mario Rossy tocando el contrabajo es una inspiración para el artista italiano. En Action painting. Arabescos, el espectáculo que podrá contemplarse en el Auditorio de la Universidad Carlos III (día 15) y en el Teatro Real (16), la música inspira a la pintura y ésta seduce a la música.

El trabajo que realizan conjuntamente Domínguez y Amadori tiene una duración aproximada de una hora y, a lo largo de ese tiempo, el artista plástico va creando distintas versiones de un mismo cuadro dependiendo de los ritmos que interprete el músico. "Si lo pintara de una sola vez tardaría unos 10 minutos en acabar la obra y puede que se transformara en una imagen borrosa. Me detengo en algunos momentos para esperar que la pintura se seque y eso crea distintos cuadros que van cambiando hasta el final", explica el artista.

La mayor parte de las piezas musicales surgen de la improvisación
Las notas permiten llevar el color desde el lienzo a los instrumentos

"La música permite llevar el color desde el lienzo a los instrumentos. Voy inventando dependiendo de los ritmos que necesite tocar. Improviso el 80% del espectáculo y luego hay dos piezas que tocamos que le resultan interesantes a Amadori: una es una mezcla de seguidiya y blues y la otra es una bulería combinada con blues dedicada a Camarón", sentencia el pianista. Habla el músico entonces de lo que significa para él el color: "Dependiendo de las tonalidades los ritmos que toco son más lentos o más rápidos. Los tonos transmiten una serie de células rítmicas que cada artista capta de una forma diferente". Chano Domínguez ha trabajado durante su carrera musical en la fusión del jazz con el flamenco y eso le ha llevado a colaborar con artistas como Martirio, Ana Belén, Chucho Valdés o Wynston Marsalis. Actualmente trabaja en su nuevo proyecto, Piano flamenco, junto a su cuarteto.

Amadori se viste con un mono cuando lleva a la cabo la performance y se sitúa frente a un gran lienzo en blanco y varios botes de pintura. Explica que la pintura y la música "son dos disciplinas muy distintas. La música se difunde en un ambiente, pero no es corpórea, mientras que la pintura es material, con colores, pigmentos y gestos. No siempre esta relación funciona, pero en nuestro caso sí". El artista italiano ha colaborado en performances con otros artistas de la música contemporánea y del jazz, como Stefano Battaglia, Michele Rabbia o Gaetano Liguori. Además de estos proyectos artísticos, Gabriele Amadori también desempeña una labor docente y ostenta la cátedra de escenografía y diseñador de iluminación en la Escuela de Arte Dramático Paolo Grassi y en la Facultad de Arquitectura de Milán. Según Amadori, el tipo de expresión plástico-musical que va a realizar junto a Domínguez se produce cuando "dos personas inteligentes se juntan y colaboran, y que eso salga bien no es fácil", explica el creador italiano, que con su actuación en el Teatro Real, llegará a su performance número 100.

"Cualquier expresión artística nos lleva al mismo sitio, que es contar cómo nos sentimos", concluye Domínguez, quien confiesa ser "un pintor frustrado".

El pianista y el pintor realizarán dos actuaciones de 60 minutos, la primera, el viernes en el Auditorio de la Universidad Carlos III de Leganés, y, el sábado, en la sala principal del Teatro Real de Madrid, a unos precios que oscilan entre los cinco y los 10 euros.

Pero también Action painting.Arabescos es un proyecto didáctico y, como explicaba Amadori, "a los niños les encanta, a pesar de su complejidad y del aire intelectual" de la propuesta, por lo que también se harán varios pases para colegios hoy y mañana, en Leganés.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Periodista. Trabajó en EL PAÍS entre 1985 y 2021, tanto en la redacción de el País Vasco como en Madrid. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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